Hace unas entradas, concretamente en la 6. “CARTA A UN MAGO” (no sé si Rey) utilizaba la palabra “ATRAGANTANTES”, consciente de no ser un término incluido en el RAE, hoy vuelvo a hacerlo con la palabra “ESTANFLACIÓN”, y aunque tampoco está incluida, creo que es cuestión de tiempo.
La estanflación (españolización del inglés: stagflation, palabra compuesta por stagnation, estancamiento, e inflation, inflación) indica la coyuntura económica en que, dentro de una situación inflacionaria se produce un estancamiento de la economía o viceversa.
Estanflación no es un término novedoso ya que fue acuñado en 1965 por el entonces ministro de finanzas británico, Ian MacLeod quién, en un discurso ante el Parlamento, dijo:
“We now have the worst of both worlds – not just inflation on the one side or stagnation on the other, but both of them together. We have a sort of “stagflation” situation: And history, in modern terms, is indeed being made”.
(Ahora tenemos lo peor de ambos mundos: no solo inflación por un lado o estancamiento por el otro, sino ambos juntos. Tenemos una especie de “estanflación”. Y la historia, en sentido moderno, efectivamente está siendo hecha).
Si la confianza se quiebra, es difícil construir un futuro solvente, por ello cuando las señales no son tranquilizadoras, el futuro es incierto y preocupante, veamos algunas de esas señales:
· Durante el tercer trimestre del pasado año se dio un crecimiento cero y el IPC finalizó 2010 registrando un incremento del 3%.
· España superará en 2011 en 2,5 veces la tasa de paro media de las economías avanzadas (8%) y prácticamente doblará a todos sus vecinos de la UE, con un ratio próximo al 20%.
· La subida del IVA no propició una recuperación del consumo sino un aumento de precios como refleja el IPC, a lo que habrá que sumar el aumento producido desde primeros de año en tarifas como la luz, el gas o los transportes, por lo que cabe esperar se mantenga un consumo contenido.
· Un déficit público (nacional más autonómico) en el entorno del 10% del PIB que ha empujado a determinados recortes en medidas sociales y qué en 2011, aunque debiera disminuir, tiene el hándicap de ser un año de elecciones en el que suelen hacerse promesas que implican un compromiso de mayor gasto público.
· Aunque la mayoría de las agencias oficiales mantienen la nota crediticia de la “Deuda Española” en un nivel de solvencia alto (doble A), la realidad es que el mercado nos está dispensando el trato propio de los bono basura (BB-), lo que nos ha llevado a que la prima de riesgo o diferencial con el bono alemán que hemos de pagar haya pasado del 0,6% en enero de 2010 al 2,5% en diciembre de ese mismo año, es decir, cuatro veces más, lo que encarece considerablemente la factura de nuestra necesaria refinanciación.
Esto convierte a la “Estanflación” en un claro DILEMA:
Si se toman medidas de política monetaria y/o fiscal dirigidas a favorecer el crecimiento económico, automáticamente se propiciará una aceleración de las tensiones inflacionistas. Por el contrario políticas anti-inflacionistas reducirían la actividad en una economía ya fuertemente castigada por una muy elevada tasa de desempleo.
Normalmente los bancos centrales tienen que elegir entre reactivar la economía o drenarla mediante el ajuste del tipo de interés del dinero. Pero si reducir el tipo de interés provoca un crecimiento económico, a la vez dispara la inflación, y si aumentar el tipo de interés permite luchar con la inflación, reduce el crecimiento económico. En la estanflación el problema es que ambos hechos coexisten.
La situación desde luego no es fácil y requiere de soluciones valientes e imaginativas, tal vez no sea la mejor de las soluciones pero creo que convertir el DILEMA en TRILEMA podría ayudar.
Me refiero a incorporar, como factor más, al Gasto Público, éste es fundamental en la gestión macroeconómica de un país, sobre todo cuando tienes una política monetaria cercenada por intereses comunitarios supranacionales y por ello los márgenes operativos se vinculan fundamentalmente a la política fiscal.
Y este es un punto de vulnerabilidad macroeconómica, el Gasto Público debería venir dimensionado por los ingresos previsibles, es decir, por la política fiscal establecida como la más conveniente y no al revés, es decir, la política fiscal no puede venir definida en función de las necesidades recaudatorias para hacer frente a un Gasto Público comprometido, tal vez por razones políticas o por resultar un Gasto Púbico desproporcionado o suntuosos por deber atender a 17 comunidades y 2 ciudades, autónomas, con sus correspondientes órganos de gobierno y no pocas funciones duplicadas y aunque parezca raro hasta triplicadas o más, cuando se añaden corporaciones municipales y/o locales.
Puede que reducir el paro nos cueste, puede que contener la inflación no sea fácil, el déficit llevará su tiempo para reconducirlo y por tanto la economía crecerá lentamente o no crecerá, ¿Por qué no, mientras tanto, contenemos el gasto?
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