RICOBLOG

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lunes, 14 de marzo de 2011

VALORES - II (AMISTAD)

La amistad es un sentimiento personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato, con la relación continua, como dice la fórmula católica del matrimonio, “para lo bueno y para lo malo, hasta que la muerte nos separe”. Y es que la amistad nace cuando las personas encuentran inquietudes comunes. Hay amistades que surgen en los primeros momentos y otras tardan años en hacerlo, pero en uno y otro caso, si la amistad es verdadera es “para toda la vida” y es que la amistad verdadera no está sometida al tiempo y al espacio, no tendría sentido una expresión del tipo “durante esta semana seremos amigos”.
La amistad es una de las relaciones interpersonales más comunes que tenemos las personas a lo largo de nuestra vida, esa cotidianidad nos puede llevar, no a degradarla (eso no sería posible) pero sí a utilizarla con cierta gratuidad al graduar como amistad meras relaciones personales, que aunque sean buenas no alcanzan el nivel preciso para merecer tal título.
Para los filósofos griegos la amistad es un regalo de los dioses. Aristóteles menciona tres tipos de amistad: por interés, por placer y por el bien; pero solo la que surge del bien merece llamarse amistad. La amistad se demuestra en la preocupación por el amigo interesándose por su bienestar, por sus problemas y logros. Un amigo es el que está en todo momento, el que te levanta cuando estás decaído. Es en el problema donde la amistad se pone a prueba. Cicerón dijo: “Solo en el peligro se conoce al verdadero amigo”
Una actitud amistosa solo es posible si se cumplen las siguientes condiciones:
  • Una actitud de generosidad, disponibilidad y entrega.
  • Estar abierto al otro, sintonizar con sus deseos, proyectos, alegrías y penas.
  • Un lenguaje veraz, sincero y directo.
  • Fidelidad, paciencia y cordialidad.
  • Respeto y comprensión.
La verdadera amistad encierra un alto valor por cuanto ofrece posibilidades de enriquecernos como personas a través de la entrega que implica en sí misma. “La amistad es lo más necesario de la vida” (Aristóteles), “Todas las glorias de este mundo no valen lo que un buen amigo” (Voltaire). Y es que sin la amistad las cosas pierden sentido, de ahí que para conservarla e incrementarla no dudemos en correr riesgos.
Una de las características de la amistad es la confianza en el trato mutuo, siendo una de sus bondades la facilidad de comunicación. Las personas necesitamos expresar y confiar nuestros sentimientos e ideas; podemos confiárselas a las discretas páginas de un diario, siempre dispuesto a recoger nuestras confidencias, pero el diario no toma iniciativa, no responde, no transmite unos afectos de los que carece. Este es el privilegio del amigo, tan capaz de recibir como de dar, de acoger nuestras aflicciones y confiarnos las suyas.
Un amigo es más que una persona. Algo que no es físico, algo que siempre llevas contigo. Es eso que recoges por el camino y guardas en tu cajita de cristal, cuidadosamente acomodado en su interior de terciopelo, una cajita que cuidas con todo tipo de mimos por su fragilidad.
Un amigo no es la persona que ves sino la que sientes, en la que crees y en la que confías, es por la que darías todo…, menos tu cajita de cristal.

domingo, 13 de marzo de 2011

VALORES - I y XI (AGRADECIMIENTO y GRATITUD)

No es posible hablar o escribir sobre “agradecimiento” y no hacerlo de forma simultánea sobre “gratitud”, así lo acota el propio diccionario de La RAE al definir agradecimiento como “acción y efecto de agradecer”, dando a agradecer el significado de “sentir, mostrar gratitud o dar gracias”, es decir, ambos conceptos se nos presentan como inseparables y casi sinónimos.
Cómo dijo Francisco de Quevedo “el agradecimiento es la parte principal de un hombre de bien” sin embargo, la condición humana parece inclinarnos de forma casi natural hacia el rencor en lugar del agradecimiento. Es más fácil recordar a aquel que nos ha dañado en lugar de tener presente a quien nos ayudó. El poeta irlandés Thomas Moore fue muy gráfico, al respecto, cuando dijo: “los hombres suelen, si reciben un mal, escribirlo sobre el mármol; sí un bien, en el polvo”.
El agradecimiento o la gratitud encuentran sus máximos obstáculos en la vanidad, la envidia, el resentimiento y la falta de humildad; elementos que te empujan a sacarle defectos a todo y que por el más mínimo detalle, sin importancia, te impiden valorar el esfuerzo o mérito de algo bien hecho, es más, te pueden llevar a caer en la “ingratitud” índice de soberbia y egoísmo, los favores que recibes, lejos de inspirarte agradecimiento, te inspiran rencor, y es que al ingrato no le resulta fácil reconocer el mérito de los demás, fruto de su mediocridad espiritual.
El agradecimiento ha de generar una sensación de felicidad, un sentimiento repleto de pensamientos positivos, el agradecimiento es el que nos permite pronunciar, en voz alta, “GRACIAS” una expresión que como un ungüento mágico proporciona una sensación de plenitud y bienestar, tanto a quien la pronuncia como a su destinatario.
Si en algún momento llegamos a pensar o sentir que alguien nos debe gratitud, la buena acción que hayamos podido realizar que nos lleva a sentirnos acreedores, se habrá transformado en algo indigno de agradecimiento porque se ha transformado en “interés”.
El agradecimiento es relacional, es decir, requiere de la intervención de al menos dos personas: “Alguien me otorga algo de forma libre y desinteresada”, un agradecimiento sincero lo que exhibe es un sentimiento de reciprocidad, manda un mensaje de “me gustaría devolvértelo”, y ello, aunque la posibilidad de respuesta sea inferior que la de quien se ha recibido, y es que la gratitud no está en lo que se da sino en el hecho de darse.
La fábula de Esopo “LA PALOMA Y LA HORMIGA” nos ilustra este extremo en su relato: “Obligada por la sed, una hormiga bajó a un manantial, y arrastrada por la corriente, estaba a punto de ahogarse. Viéndola en esta emergencia una paloma, desprendió de un árbol una ramita y la arrojó a la corriente, montó encima a la hormiga salvándola. Mientras tanto un cazador de pájaros se adelantó con su arma preparada para cazar a la paloma. Le vió la hormiga y le picó en el talón, haciendo soltar al cazador su arma. Aprovechó el momento la paloma para alzar el vuelo”. Incluso los aparentemente más insignificantes son capaces de proporcionar grandes beneficios a sus benefactores.
Lo bello de la gratitud reside en su desprendimiento. Si alguien recibe un “bien” y lo agradece solo por suscitar el agrado de su bienhechor, realiza una acción insensata, carente de sentido, porque el sentido del agradecimiento es mostrar que se comparte la actitud generosa de quien fue generoso con uno. Si somos sensibles a los valores, la bondad nos inspira no solo sentimientos de gratitud sino también conductas generosas.
Como los consejos me gusta cobrarlos no os daré ninguno, pero sí haré una recomendación: Hacer una lista por las cosas que sentís agradecimiento, para ello mirar a vuestro alrededor, que personas están a vuestro lado, que cosas tenéis, que os hace sentiros bien; para hacer la lista ser creativos al máximo y buscar también lo que os proporciona vuestro entorno, el día, la noche, vuestra mascota, etc. Lee esa lista un par de veces al día y disfruta, estarás generando una realidad positiva y satisfactoria para ti y para todos los que te rodean.

viernes, 11 de marzo de 2011

VALORES, DEBERES Y DERECHOS


En la actualidad es relativamente fácil percibir un generalizado “encogerse de hombros”, un “bueno, es igual; total… ¡Qué más da!” A mí me parece un singular reflejo de una crisis actual de valores, una época de desaliento, un cierto desencanto y confusión, quizás por promesas incumplidas, por una presumible falta de horizontes y más que probablemente por una preocupante ausencia de dichos valores en los procesos educacionales desde la infancia.
Creo que estaremos de acuerdo en que no todo da igual, ¿Es lo mismo la responsabilidad que la irresponsabilidad? ¿Es lo mismo la gratitud que la ingratitud? ¿Es lo mismo el egoísmo que la generosidad? Admito sin discusiones la relatividad de las cosas, pero también estoy seguro que no nos supondría una gran dificultad ponernos de acuerdo y enumerar una serie de atributos o conductas que mayoritariamente convendríamos calificar de valores buenos.
Los valores son la convicción firme y razonada sobre la bondad o no de algo y enseñan al individuo a comportarse como persona pero, para que pueda apreciarlos debe ser educada en ellos, yo incluso llegaría más lejos, creo que hay que llegar a obligar a su cumplimiento para propiciar hábitos, considero preferible educar en los deberes que en los derechos, estos se aprenden solos.
Los valores reflejan la personalidad de la gente y son la expresión de su tono moral, cultural, afectivo y social marcado por la familia, la escuela, las instituciones y la sociedad que nos haya tocado vivir.
Yo he llegado a enumerar 20 conductas que considero valores morales buenos (véase tabla anexa); seguro que algunos pensarán que no están todos, yo también, pero es improbable que alguien piense que no todos los que están lo son. La enumeración ha sido estrictamente alfabética y es que en este caso, más que nunca, cobra razón la propiedad conmutativa por la que podemos afirmar sin temor que “el orden de los factores no altera el producto”. Además no son conductas estancas sino que en muchos casos actúan de forma transversal y se solapan o complementan, por ejemplo, sería difícil imaginar generosidad sin solidaridad o sin bondad.
Los valores, una vez interiorizados, nos permitirán responsabilizarnos de nuestros actos y aceptar sus consecuencias. Facilitan la relación madura y equilibrada con el entorno, con las personas, acontecimientos y cosas, proporcionándonos un poderoso sentimiento de armonía personal.
En algunas de mis anteriores entradas a este Blog ya he abordado, de forma más o menos directa, algunos de estos valores, ahora tengo la intención de ir profundizando en todos ellos y dado que no tengo ningún orden preconcebido para hacerlo, no tendré inconveniente alguno en atender cualquier petición o sugerencia que pueda recibir, en relación con el interés por un determinado valor, esté o no en la lista editada, bien mediante un comentario en el Blog o bien mediante correo electrónico a maslider51@hotmail.com

jueves, 10 de marzo de 2011

A UN LADO Y OTRO DE LA AMBICIÓN

Una vez más tomaré como punto de partida La RAE y su diccionario que nos dice que “ambición” es: “Deseo ardiente de conseguir poder, riquezas, dignidades o fama”.
Algún día abordaré lo que opino sobre la idoneidad actual de muchas definiciones, pergeñadas hace muchos años por La RAE y que probablemente hoy evidencian ciertas carencias que pueden llevar a interpretaciones cuando menos dudosas, en algunos casos.
Creo que este es lo que sucede con la definición de “ambición”, en la que echo de menos referencias al deseo de superación o mejora; soy consciente de que alguien me podría decir que superación y mejora caben en poder, riquezas, dignidades y fama, pero, al menos a mí, me suena a muy material, a desear obtener elementos tangibles y externos reconocibles a simple vista.
La cuestión es si el objeto del deseo, así definido, lo convierte en un deseo legítimo o censurable,  la cuestión es si se trata de un deseo admisible o reprobable.
Para mí y si lo vemos como el hecho de querer lograr superar las propias expectativas, si entendemos la ambición como el deseo de superarse y llegar más lejos, lo que estamos es ante un posible motor que nos puede proveer de la motivación y determinación necesarias para lograr determinados objetivos y metas en nuestra vida.
Si dicho deseo llega a configurarse como un impulso que nos puede arrastrar a dañarnos a nosotros mismos o a los demás por conseguir lo que se desea, es muy probable que deberíamos dejar de llamarlo “ambición” y empezar a llamarlo “avaricia” que ya suena bastante más próximo a una conducta censurable para quien la practica.
El problema de la ambición no está en ser un razonable deseo de prosperar, ni de ser una sana inquietud por aspirar a un mejor nivel de vida, siempre que no pierda la dimensión de lo razonable. Es, cuando pierde esa higiene moral, cuando surge el problema, pues ese deseo va a generar actitudes propias de la “lucha” desembocando en conductas febriles de violencia. Y es que las personas ambiciosas, en su dimensión o sentido negativo, terminan aferradas al desasosiego lo que les incapacita para vivir y disfrutar mientras lo hacen, cuando menos en lo que se refiere al presente, obsesionadas por su futuro.
No resulta difícil diferenciar la ambición perniciosa, por desmedida, de la ambición plausible por no perder la mesura. Y es que la ambición perniciosa viene marcada por el egoísmo y el afán de acaparamiento, ya sean riquezas, honores o poder y lo peor es que no importan los medios para lograrlo, cualquier traba o competidor es un claro enemigo y actúan bajo la vieja consigna de “al enemigo ni agua”; como contrapartida, la ambición plausible es noble y no pierde en su horizonte la generosidad y el bien de los demás.
Marco Aurelio, emperador del imperio romano apodado “el sabio” dijo: “Nuestras vidas son la obra de nuestros pensamientos”. Fomentar en las mentes, de quienes nos rodean, pensamientos de generosidad, de optimismo, de actitudes positivas, de comprensión y entrega a los demás, de nobles aspiraciones y deseos de mejora, propiciará que sepan elegir el camino de una legítima y noble ambición.
Cuando la ambición no es equilibrada surge la confusión, aunque no resulte evidente ¡la confusión está ahí!: Cuando una persona, deportista, artista o profesional realiza una acción por la simple recompensa de ejecutarla correctamente, su mejor aliada es su habilidad al 100%, sin embargo cuándo esa acción busca un reconocimiento de los demás, un premio, una recompensa, uno ya está algo nervioso y sí la recompensa esperada es la máxima posible se pierde la mitad de la habilidad habitual, ya no se ve un blanco sino dos, el listón se ha elevado por encima de lo previsto, el público se ha vuelto más exigente, las condiciones y recursos son inferiores, etc.
Rompamos con la ambigüedad del término ambición, generalmente presupone una demanda de energía, respuestas, gusto por el poder, agresividad e innovación, actitudes que pueden engrandecer o degradar a muchas personas, la ambición finalmente es una energía que mueve a las personas a avanzar y que direcciona sus esfuerzos para realizar algo.
La ambigüedad no reside en lo que es sino en cómo se utiliza, de un lado estará la ambición ciega, imprudente y peligrosa y de otro la ambición que se nutre de coraje, perseverancia pero fundamentalmente de ética.

miércoles, 9 de marzo de 2011

¿CÓMO LO VAS A LLAMAR?

Cuando alguien va a iniciar un negocio o un proyecto personal (una actividad profesional, un Blog con fines sociales o profesionales, etc.) que desea se reconozca de forma específica, tiene que elegir una denominación, un nombre o un acrónimo que lo identifique y de alguna manera que llame la atención. Si ha llegado el momento de decidir el nombre que te acompañará en tu vida profesional o social, habrás de considerar una serie de factores. Necesitas uno que sea original y si vas a realizar una actividad comercial necesitas uno no usado y posible de usar, por no estar inscrito en el Registro Mercantil.
El nombre debe tener relación con la actividad de la que se trate o, al menos, sugerirla. En la medida de lo posible ha de ser sonoro, elegante y fácil de pronunciar; aunque parezca un detalle accesorio, puede ser esencial para el éxito fundamentalmente en un proyecto comercial.
Sobre todo en el caso de las empresas es frecuente que se recurra a la contratación de un publicista o experto en marketing pero algunas empresas (incluso hoy famosas y de grandes dimensiones) eligieron sus nombres por los motivos más curiosos y de todo tipo, tal vez no todos te parezcan sonoros, elegantes o fáciles de pronunciar, pero así llegaron a convertirse en una realidad.
Siglas y acrónimos: Es el procedimiento más común, como vemos en Microsoft (Microcomputer Software), en Caprabo (de los apellidos de los fundadores: Carbó, Prats y Botet) o Repsol (Refinería de Petróleo de Escombreras Oil).
La palabra más cercana: Carrefour (encrucijada, en francés) se llama así porque la primera tienda estaba en un cruce. Adobe es el nombre del río que pasaba cerca de la casa del fundador de la empresa. Danone proviene de Dan (diminutivo de Daniel, hijo del dueño) y One (uno, porque era el primer hijo).
El azar: Apple tenía que elegir un nombre ese día; no encontraban nada que les gustase y, como el dueño se estaba comiendo una manzana, puso ese nombre. Para determinar si su empresa se llamaría Hewlett-Packard o Packard-Hewlett, los dos socios tiraron una moneda al aire.
Capricho: El creador de Lotus era profesor de meditación trascendental, donde el loto simboliza el desarrollo espiritual. Lycos proviene de Lycosidae, el nombre latino de una variedad de arañas. Kodak no significa absolutamente nada en ninguna lengua: es sólo una combinación de letras que le sonó bien a su inventor.
Deformación: La palabra Hotmail se eligió porque incluía las letras HTML, el lenguaje utilizado para programar páginas web, e inicialmente se escribía HoTMaiL. Googol es un término algebraico que representa un uno seguido de cien ceros, pero al escribirlo alguien cometió una errata y de ahí nació Google.
Palabras cultas: Xerox, especialistas en fotocopias en seco viene del griego xer (seco). Sony proviene del término latino sonus (sonido). Nero es el nombre inglés de Nerón, de quien se dice que incendió Roma. Canon viene de kwanon, una palabra japonesa que designa al Buddha. Nike es la diosa griega de la victoria. Yahoo es el nombre que Jonathan Swift, en Los viajes de Gulliver, dio a una persona con aspecto repulsivo.
Denominación desafortunada: La casualidad, la mera ignorancia o simplemente el hecho de no fijarse bien en el nombre que se elige pueden jugarte una mala pasada.
Hay muchos ejemplos, como la inmobiliaria “Construcciones Cae”, una empresa fabricante de extintores llamada “Palma-Peña” o un restaurante oriental de París que tiene por nombre “Tan Dao Vien”.
En definitiva, lo cierto es que poner nombre a una empresa o proyecto no es tarea fácil. Los que nos gustan suelen estar ya cogidos o, tal vez, nos gustan porque ya lo están, pero lo cierto es que hay que exprimirse la cabeza.
Si buscas nombre te deseo suerte y sobre todo acierto, aunque creo que tiene que haber algo más detrás del nombre, es decir, un buen proyecto o un buen negocio.

martes, 8 de marzo de 2011

COCINANDO COACHING: “MENÚ DESARROLLO”

Un proceso de coaching solo tiene sentido si se persigue un resultado excelente y este solo se puede lograr si se cuenta con los ingredientes adecuados y se trabaja correctamente con ellos; tal vez suene a “receta de cocina” pero lo cierto es que en efecto se dan grandes similitudes.
Desde luego no me causa ningún problema confesar que no tengo nada que me acerque a ser un “chef” a pesar de que últimamente me haya aficionado bastante a la cocina y haga mis “pinitos” en ella, lo que si he aprendido es que la idoneidad de los ingredientes, hábilmente trabajados, condiciona el resultado.
Si finalmente decidiésemos hacer un paralelismo entre “coaching” y “cocina” deberíamos convenir que el rol del cocinero deberá ser desempeñado por el “coach” quien precisará de las capacidades adecuadas, que los ingredientes a “coachear (cocinar)” deberá aportarlos el “coachee” y que los recipientes en los que cocinar serán proporcionados por la “organización” si estamos en el caso del coaching profesional.
¿Cuáles son las capacidades del “coach” o cocinero de nuestro “menú desarrollo”? Son tres: La dedicación, la paciencia y determinadas habilidades.
La dedicación aportará la dosis de interés precisa y sincera que posibilitará al coaching como una verdadera herramienta de desarrollo, tanto personal como profesional, según el ámbito elegido.
La paciencia permitirá adoptar el ritmo adecuado a la velocidad de cambio del “coachee”, cada proceso es diferente y ello hace que la velocidad de cocción no sea siempre la misma.
Habilidades; no se puede dominar una cocina sin desempeñar adecuadamente determinadas técnicas como cortar, picar, pochar, salpimentar, gratinar, etc., ni se puede ejercitar un correcto coaching sin dominar técnicas adecuadas para generar contexto, saber preguntar, escuchar adecuadamente y de forma activa, poseer capacidad de observación, reformular, etc.
La fórmula de proporciones de ingredientes que debe aportar el “coachee” es muy sencilla, son cuatro los ingredientes y habrán de presentarse a partes iguales, es decir un 25% de cada uno de ellos, el “menú desarrollo” precisa de: Compromiso, implicación, responsabilidad e interés.
Sin compromiso con el objetivo marcado la salsa quedará espesa en exceso.
Sin implicación el resultado será soso.
Sin responsabilidad el riesgo de que se “agarre” es elevado.
Sin interés no habrá posibilidad de cambio y una vez más el menú saldrá “espeso, soso y agarrado”.
El cocinero “coach” solo puede trabajar con ingredientes como los indicados, esto quiere decir que solo puede trabajar con personas sanas y que si detecta cualquier tipo de patología (lo cual es posible) debe derivarla inmediatamente al terapeuta correspondiente.
Por último, la idoneidad de los recipientes en los que cocinar solo tienen un significado de interés en el caso del coaching profesional promovido por la empresa; sí estamos en un coaching por iniciativa personal, con independencia de que la proyección sea profesional o no, el “coach” tiene los recipientes adecuados para elaborar el menú, sin embargo cuando el coaching lo es por iniciativa o mandato de la empresa, los recipientes a utilizar precisan disponer del adecuado respeto y contexto:
Respeto: A los acuerdos pactados sobre el proceso.
Contexto: Generando las condiciones para garantizar el éxito del proceso.
Ya tenemos todo lo necesario, pero la elaboración de un plato como “menú desarrollo” requiere del “toque” del cocinero y de su pericia en los momentos críticos.
El primer momento crítico del proceso es el inicial: Generar el contexto adecuado junto con transmitir credibilidad y confianza por parte del “coach” conforman la base (los cimientos) de todo lo que acontecerá en el proceso.
Otro momento importante es la definición ¿Cuál es el objetivo que quiere alcanzar el “coachee”? Normalmente el objetivo no está claro o detrás del mismo existen otras situaciones que ocultan la verdadera razón. La capacidad y habilidad para hacerla aflorar marcará el camino y el éxito del proceso.
Establecer el "Plan de acción" y su desarrollo es el fin último del proceso: Lo qué desea conseguir el ”coachee” (objetivo), medios de los que disponemos, fortalezas, posibles obstáculos y su tratamiento, es decir,  “LA RECETA”.
Las creencias limitadoras, los juicios y las opiniones son un obstáculo a vencer. Identificar estos aspectos y trabajarlos ponen a prueba las capacidades y habilidades del “coach”, aquí estamos hablando de cuándo y cuanto hay que utilizar para un buen condimento.
En definitiva, la capacidad de alejar al “coachee” de su zona de "confort" abrirá las posibilidades del mismo de entrar en nuevas zonas de aprendizaje, nuevas texturas, nuevos sabores y más y mejores respuestas para todos los paladares.
El “coach” eficiente es aquel que reúne una serie de habilidades y capacidades orientadas al proceso, al “coachee”, y (si cabe) a la organización: autoconocimiento personal, flexibilidad, capacidad de comunicación, congruencia, conocimientos, experiencia, orientación de servicio. y valores (honestidad, compromiso, integridad, responsabilidad, respeto, confianza, transparencia...).
¡Os deseo buen provecho y que consumáis muchos “menú desarrollo”!

lunes, 7 de marzo de 2011

¡VA DE VELAS! ¿VALE?

No voy a referirme a la popular expresión ¡Estar a dos velas! Ni tampoco al hecho de que las velas junto con los motores y el vapor, consiguieran que se pudiesen eliminar los esclavos de los remos, es de otro tipo de velas del que he decidido escribir. No quiero referirme, como dice la RAE al “conjunto o unión de paños o piezas de lona o lienzo fuerte, que, cortados de diversos modos y cosidos, se amarran a las vergas para recibir el viento que impele la nave”, sino “al cilindro o prisma de cera, sebo, estearina, esperma de ballena u otra materia crasa, con pábilo en el eje para que pueda encenderse y dar luz”. (Lo de las ballenas no lo conocía y jamás me lo hubiese imaginado).

No es en el ámbito etimológico sino en su utilidad y simbología donde quiero detenerme brevemente, y es que una vela siempre puede usarse cuando se precise o desee algo de luz, pues su misión básica es precisamente esa la de iluminar.
Sin embargo, la teoría clásica en parasicología considera que las velas son un símbolo de creatividad e independencia. Y es que las velas forman parte imprescindible de todos los hechizos y rituales de magia, además de proporcionar la luz suave y acogedora para cualquier encuentro romántico.
Desde la antigüedad, la energía que emana de ellas ha sido utilizada para realizar hechizos, encantos, amuletos, talismanes y fetiches, y esa misma energía atrae la mirada de los seres humanos que se sitúan alrededor y se dejan seducir por la palpitante llama que cimbrea en lo alto de la vela.
Encender una vela no es un acto trivial. Casi siempre la encendemos por algo o para algo. Como lo hacían nuestros antepasados. Como lo hacemos ahora. No es jugar con el juego alegremente sin ninguna finalidad. Desde los albores de los tiempos el fuego ha tenido un vínculo muy estrecho con la humanidad y se ha manifestado de muchas y diferentes formas. Fue adorado y utilizado en las primeras expresiones de signo religioso cuando la llama era considerada como la expresión material de una divinidad; se ha hablado de él y de cómo llegó a la humanidad en casi todas las mitologías. Prometeo, por poner un ejemplo entre muchos, robó la llama del monte Olimpo para entregárselo a los humanos. Los griegos rendían culto a Helesto, dios del fuego, y los celtas oraban a Bridget, diosa del fuego del hogar y la fertilidad. Incluso Empédocles, filósofo griego del siglo V a C., consideró al fuego como uno de los cuatro elementos de los que están compuestas las cosas, los otros tres son tierra, aire y agua.
Sin embargo, un ritual mágico con velas no es exclusivo de brujos y magos, de religiones o iglesias, casi todo el mundo ha llevado a cabo, en algún momento de su vida, un ritual con velas, quizás incluso sin darse cuenta de ello. ¿Te acuerdas de la tarta o el pastel de cumpleaños con velas, una por cada año de tu vida? ¿Recuerdas que te dijeron que cerraras los ojos, te concentraras y pensaras un deseo, y que, después de un soplo, las apagaras todas? Ese probablemente fue tu primer ritual con velas y seguramente no el único que tienes en tu haber.
Todos parecemos más guapos cuando nos alumbra una vela; no me extraña que se empleen casi siempre en los momentos románticos. Las velas nunca dan demasiada luz, siempre proporcionan una luz suave como una caricia para los ojos. Además, la llama de la vela, al atraer la atención de nuestra mirada proporciona un foco de atención donde descansamos nuestros pensamientos o, a través de sus colores y sus sinuosas formas, podemos concentrarnos, desplegar nuestras ideas o alimentar nuestra imaginación.
No negaré conocer que en el ámbito exotérico “olor a velas” anuncia una muy probable muerte de alguien, pero como dicho ámbito está fuera de mis creencias, me quedo con el magnetismo que me provoca el olor y la luz de una vela encendida y si es posible en agradable compañía.

viernes, 4 de marzo de 2011

LIDERAZGO SE ESCRIBE CON "S"

En mi opinión, las empresas españolas, pequeñas, medianas o grandes, pero sobre todo estas últimas, padecen un mal endémico, éste no es otro que su estructura de directivos y mandos intermedios, estructura que por simplicidad, en adelante, denominaré como “directivos”.
Los directivos de las empresas españolas son fundamentalmente grandes técnicos, personas que dominan, incluso de forma sobresaliente, la ejecución técnica de las tareas que les han llevado a liderar o dirigir, un equipo, departamento o área de una empresa.
Personas tan eficientes en la ejecución técnica de las tareas de las que ahora son responsables, que les cuesta asumir o admitir que esas tareas se puedan ejecutar con la misma eficiencia si son ejecutadas por otras personas.
A su vez, no han sido formadas en el ámbito de la dirección de personas, por lo que es muy frecuente que ni les guste, ni admitan, la responsabilidad de tener que encargarse del crecimiento personal y profesional de las personas que se le encomiendan, y aunque no lo admitan en el fondo no se ven como responsables del desarrollo de "su gente", pero como no les queda más remedio ejercitan las funciones del mal entendido “jefe” ignorando las recomendables de “líder”.
La soledad del directivo hoy ya es un tópico para la mayoría de los que, hace tiempo, aprendieron que ir por su cuenta alimentando su ambición no sirve. El liderazgo requiere humildad. Hay que superar la farsa de que los líderes tienen todas las respuestas y saben a dónde van. Las soluciones llegarán de la acción de un colectivo,  convenientemente dirigido.
Esto choca con un contexto en el que los directivos, en lugar de crear las circunstancias para que quienes trabajan bajo “sus órdenes” desempeñen su trabajo, lo que hacen es propiciar un clima que desmotiva y desmoraliza, y generalmente lo hacen desde el terreno de la inseguridad personal generando un entorno de desconfianza y oscurantismo, e incluso, a veces, de temor.
¿Culpamos a los directivos por sus carencias, o a quién los nombra sin tener en cuenta la responsabilidad real que les encomienda? Lo cierto es que nada es blanco o negro y muchos directivos hacen poco por su futuro profesional en cuanto a gestión de personas, pero los responsables de las promociones y nombramientos de las personas que han de integrar la “estructura de mando” deberían cuantificar este aspecto y solo designar personas que posean o puedan poseer, la verdadera capacidad del liderazgo que no es otra que dominar las “CINCO ESES”: seguridad, serenidad, superación, servicio y sinergia.
SEGURIDAD: Es autoconocimiento, autoconfianza y autoestima. Los directivos con talento tienen un buen conocimiento y aceptación de sí mismos, de sus capacidades y puntos fuertes. Saben quienes son y quienes no son, y saben transmitirlo en sus relaciones con los demás. Son también conscientes de sus puntos débiles. Los admiten y los integran en su personalidad.
El directivo mediano/mediocre muestra escaso conocimiento de sí mismo y de sus puntos fuertes, o los sobrevalora. Trivializa o ignora sus puntos débiles, que se convierten en fragilidades ante amenazas. Minusvalora éstas o se bloquea ante ellas.
SERENIDAD: Es autocontrol, estabilidad y dominio de emociones, así como una madurez personal, flexibilidad ante el cambio y ante lo nuevo o imprevisto. Los directivos con talento no se dejan dominar por sus emociones. Pueden ser apasionados, pero no viscerales ni irreflexivos. Emociones, pensamiento y acción están integrados y en razonable equilibrio. Ante el escaso talento aparece cierto desconocimiento de las propias motivaciones y mundo emocional, ignorándolos o suprimiéndolos.
Los directivos con talento muestran asimismo una gran capacidad para enfrentarse a situaciones difíciles que implican confrontaciones y fuertes desgastes emocionales. No buscan estas experiencias abrasivas, pero tampoco las rehúyen. Las abordan y resuelven.
SUPERACIÓN: Es iniciativa, perseverancia, y tenacidad, estableciendo metas alcanzables y realistas, con riesgos medidos. Los directivos con talento son personas enormemente resistentes a experiencias perdedoras. Saben ganar a los puntos, no necesariamente por KO. En ellos predomina el logro sobre el poder. Cuando influyen en otros es para servir al puesto, no para servirse del puesto. Los directivos de escaso talento buscan resultados brillantes a corto plazo: poco realistas, excesivamente ambiciosos o desproporcionados a sus capacidades y posibilidades. Predomina en ellos el poder formal y estatus sobre el logro. Se sirven del puesto más que servirlo.
SERVICIO: Significa empatía y capacidad de comunicación. Como decía Gracián: “Primero el trato, después el entendimiento”. Primero comprender, después ser comprendido.
Los directivos con talento entienden lo que sienten los otros. Comunican sentimientos y opiniones. Comparten logros y reconocimiento. Tienen clara orientación al servicio y a anticiparse e identificar las necesidades de los demás. Preguntan mucho y escuchan mucho más. Los directivos con escaso talento muestran ausencia de estas capacidades o presencia de mensajes de comunicación vagos o contradictorios.
SINERGIA: Significa desarrollar, motivar e impulsar al equipo hacia logros y resultados, obteniendo lo mejor de cada uno y generando sinergias entre ellos: un equipo formado por buenos músicos bien orquestados. Quién tiene talento, posee una gran capacidad de influir, comunicarse y trabajar eficazmente con los demás, fomentando un clima abierto de trabajo. La persona transmite claridad y coherencia entre palabras y hechos, construyendo equipos de alto rendimiento. Practican un liderazgo de patrulla, del Séptimo de Caballería, más que de Llanero Solitario. Tienen tolerancia cero a la soledad del directivo y buscan feedback continuamente. Los directivos de escaso talento muestran un liderazgo con mensajes ambiguos o contradictorios, pobre comunicación, relación uno a uno con subordinados, ausencia de equipo y algunas relaciones disfuncionales con la organización.
Estas son las cinco “eses” en las que reside al menos el 90% de la eficacia del liderazgo en un directivo.

jueves, 3 de marzo de 2011

ALMENDROS EN FLOR

Por estas fechas y cuando se piensa en la proximidad de la primavera y la floración de los almendros es inevitable pensar en el Valle del Jerte y el espectáculo, difícil de describir, que nos ofrece.
Pero este año y tras vencer el rubor que me provoca confesarlo, debo decir que en pleno Madrid tenemos la oportunidad de disfrutar de tan apacible y apetecible acontecimiento y desde luego yo lo desconocía.
Se trata del Parque Quinta de los Molinos, cuyo nombre proviene de un arroyo que cruzaba la finca “El Quinto” y dos molinos americanos de los años 20 que su último propietario privado adquirió para facilitar el regadío de la finca, este parque se encuentra en la mismísima calle de Alcalá, a la altura del metro de Suances.
En sus 25 hectáreas se pueden encontrar grandes extensiones de arbolado, en las que podemos disfrutar de una gran cantidad de especies (olivos, pinos, eucaliptus, etc) sin embargo, la estrella del parque son los 1.500 almendros que fieles a su cita, esta semana han florecido mostrando su magnífico espectáculo mediante su plenitud cromática en rosa y blanco.
Además de los almendros, en la Quinta de los Molinos podemos disfrutar de la zona dedicada a árboles frutales y de una zona situada al norte del parque de estilo paisajista en la que destacan un palacete, la casa del reloj, un invernadero, una rosaleda, un pequeño lago y, cómo no, los molinos que dan nombre a la quinta.
Desde los años 80 el parque es de acceso público y permite disfrutar a todos los madrileños de esta estampa que anuncia cada año la primavera, aunque este año hay que darse prisa porque las lluvias anunciadas para este fin de semana amenazan con hacer desaparecer el magnífico espectáculo floral de los almendros.
Por otro lado, un elemental ejercicio de justicia exige reconocer que la Quinta de los Molinos no es exclusivamente los almendros y su floración, está su desnudez invernal, sus praderas verdes, paseos acotados por troncos que te proyectan a lugares infinitos. La Quinta de los Molinos se encuentra atravesada por un conjunto de caminos que te dirigen a multitud de sorpresas: grutas naturales, fuentes escondidas, una gran variedad de árboles y arbustos, un lugar ideal para sentarte en torno al estanque y disfrutar del sonido del agua, en definitiva un sinfín de lugares en los que hacer un alto en el camino y disfrutar, todo ello supone un privilegio sin tener que salir de Madrid.
Y es que Madrid está repleto de rincones que parecen escondidos simplemente porque no los conocemos, pero tiene tanto que enseñarnos y ofrecernos… Espacios e historias que en la mayoría de los casos están a la vuelta de la esquina pero no hemos sido capaces de descubrir.
Sin duda necesitamos asumir y admitir que Madrid va más allá de ser únicamente una ciudad estresante donde la gente camina con prisas por el asfalto.

martes, 1 de marzo de 2011

LOS ABRAZOS, ¡QUE ENERGÍA!

Hoy está ampliamente aceptado que precisamos de contacto físico para sentirnos bien, y una de las formas más importantes de contacto físico es el abrazo.
Cuando damos o recibimos un abrazo damos vida a nuestros sentidos y reforzamos la confianza en nuestros propios sentimientos.
En un momento de álgida felicidad, de euforia, de pena, de asfixiante tristeza, en un reencuentro, en una despedida, en un momento en que no encontramos las palabras adecuadas o cuando por timidez o cualquier otra causa no nos atrevemos a decir lo que sentimos; en estos momentos como en muchos otros, un abrazo es la mejor manera de comunicar nuestros sentimientos, un abrazo es el más universal de los idiomas.
Los abrazos nos proporcionan:
  • PROTECCIÓN: Sentirse protegido es importante y sobre todo para los niños y ancianos que precisan de elevadas dosis de amor.
  • SEGURIDAD: Si no logramos sentirnos seguros actuaremos de forma ineficiente en nuestras relaciones interpersonales.
  • CONFIANZA: Es el mejor antídoto para el miedo que genera el afrontar muchos deseos o retos de nuestra vida.
  • FORTALEZA: La transferencia de energía que provoca el abrazo, tanto si lo das como si lo recibes, aumenta nuestras propias fuerzas.
  • SALUD: Esa energía vital es capaz de aliviar dolencias menores.
  • AUTOESTIMA Y VALORACIÓN: Mediante el abrazo podemos recibir y transmitir un mensaje de reconocimiento y excelencia.
Cuando estamos en un momento de emoción de dicha, estamos tan plenos de gozo que deseamos dar lo mejor de nosotros, nos sentimos repletos de una energía desbordante y transmitirla nos hace bien y a su vez reconforta a quién la recibe.
Pero también hay  momentos de dolor emocional o físico, de tristeza, de abatimiento, de desconsuelo, etc., en ellos recibir un abrazo real y sentido es más reconfortante que una medicina, más sano que un “copazo” y más económico y ecológico que cualquier gasto de energía.
En ambos casos los resultados son espectaculares, recordemos que las fuerzas que están en juego en esa transferencia de energía son: protección, seguridad, confianza, fortaleza, salud, autoestima y valoración.
Por ello, abraza a tus padres, a tus hijos, a tus amigos, a tu pareja, a tu perro, a tu libro preferido y si estás sólo a tu almohada; por eso, de vez en cuando, detén el tiempo por unos segundos para dar o recibir un abrazo, o mejor aun para dar y recibir recíprocamente un abrazo, se emisor y receptor de tan magnífica energía.
Sé que esto no es viable, pero me gustaría tener un vídeo en el que almacenase todos esos abrazos que he dado y que he recibido.
Un muy largo abrazo para todos.