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miércoles, 17 de julio de 2013

YO REGALO, TU REGALAS, EL/ELLA REGALA...



Esta vida está repleta de situaciones en las que surge el regalo como una necesidad social. Los regalos suelen ser una muestra de agradecimiento o felicitación hacia otras personas. Regalar, además de una muestra de buenos modales y cortesía es una forma de decir a los demás que nos acordamos de ellos, por ello hacer un buen regalo es algo más que comprar un simple artículo.
Un regalo debería caracterizarse por ser un obsequio afectuoso por el que no se requiere nada a cambio, sin embargo, la motivación para hacerlo puede ser voluntaria, por costumbre, o por compromiso.
Por lo general cuando se entrega un regalo se hace envuelto en un envoltorio o recipiente elegante y vistoso, y generalmente adornado con cintas o lazos de pasamanería, pero los regalos conectan directa y maliciosamente con la motivación que los propicia revelando intenciones que trascienden al propio regalo.
Aunque a primera vista pueda parecer una cosa sencilla que se soslaya ofreciendo un presente, hay circunstancias en las que no lo es tanto, un regalo puede ser mal interpretado, puede llegar a ofender, molestar o decepcionar, el éxito de un regalo se encuentra en relación directa al tiempo que estemos dispuestos a dedicar en su elección y al conocimiento de quién pretendemos agasajar; un buen vino o un gran perfume aunque sean caros no garantizan el acierto.
Pero el obsequio físico debe acompañarse de un envoltorio también emocional y elegante, obviando comportamientos que todos consideramos censurables pero en los que podemos caer en cualquier momento y todos podríamos citar numerosos ejemplos, como:

  • Un obsequio o regalo nunca debería venir precedido de un “toma esto es para ti”, lo deseable es acompañarlo con algunas palabras cordiales que reflejen los motivos o sentimientos que lo provocan.
  • Jamás mencionar o insinuar el elevado precio del regalo que se realiza, resulta de muy mal gusto y muestra una mayor apreciación por el esfuerzo económico realizado que por el detalle que se exhibe.
  • En ningún caso insistir en la calidad u originalidad del regalo, son condiciones que el perceptor ha de percibir por sí mismo, en un regalo no importa lo que siente o piensa quién regala sino quién lo recibe.
  • No entender que nuestro regalo puede no provocar el efecto deseado y no ser capaces de asimilar un cierto grado de frialdad por parte de quién lo recibe.

Pero no olvidemos que para hacer un regalo no es preciso que exista una ocasión especial que así lo demande, el regalo sorpresa sin motivo aparente alguno nos ayuda a reforzar nuestras relaciones sociales, tanto de amistad como de cariño.
Yo hoy os quiero regalar una breve y entrañable historia que me contaron hace tiempo:
“En una ocasión un hombre castigó a su pequeña de cinco años por desperdiciar un rollo de papel de envolver dorado. El encontrarse en una situación de escasez le hizo explotar de furia al ver como la niña trataba de envolver una caja, desperdiciando tan bonito papel.
Al día siguiente la niña llevó el envoltorio a su padre y le dijo ¡Esto es para ti papi!, el se sintió avergonzado por su ataque de furia del día anterior, furia que le regresó aumentada al comprobar que la caja estaba vacía ¿Es que no sabes que cuando das un regalo a alguien se supone que debe haber algo dentro?
La pequeña le miró y con lágrimas en los ojos le dijo: Oh, papi no está vacía la he llenado de besos y son todos para ti. El padre se sintió morir, la rodeó con sus brazos y con ojos vidriosos le suplicó que le perdonara”.
Cuentan que desde entonces cuando el hombre se sentía mal, cogía de la caja dorada uno de los besos imaginarios de su niñita, recordando el amor con el que se habían puesto ahí.

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