RICOBLOG

RICOBLOG

miércoles, 3 de julio de 2013

EL DESIERTO PERSONAL



Geográficamente hablando el desierto es un territorio arenoso o pedregoso, inhabitado y caracterizado por su escasa vegetación y falta de agua, así como una elevada presencia de alimañas e incontables peligros en un ambiente de condiciones climáticas extremas.

De origen e inspiración bíblica, atribuida a San Juan Bautista se acuñó la locución adverbial: “Predicar en el desierto, sermón perdido” que refleja el intento infructuoso de persuadir a quienes no están dispuestos a admitir razones o argumentos.

Esta antigua locución es recogida en el Quijote (parte 2ª, capítulo 6º): “… pero todo era predicar en el desierto u majar en hierro frío” asociación de ideas que se repite de nuevo en una copla popular:

Quitarme de que te quiera

es predicar en el desierto,

machacar en hierro frío

y darle voces a un muerto.

También el desierto, según cuentan, es un lugar susceptible de provocar alucinaciones, es decir, apreciaciones que se sienten como reales sin serlo, lo que me lleva a entender que una alucinación se origina por el propio sistema perceptivo, que se trata de una construcción de nuestro cerebro y que obedece a una interpretación o deseo.

A donde realmente quiero llegar es a la posibilidad de encontrarnos en un desierto aunque no en sentido físico sino mental, algo probable incluso situado en el frondoso jardín que nos rodea, admitiendo que las personas no respondemos a como son las cosas en la realidad, sino a como las percibimos o como las interpretamos; daría un paso más agregando como una variable adicional lo que esperábamos que fuera o sucediera.

No es lo que nos pasa sino lo que creemos que nos pasa y en ello también intervienen nuestras expectativas; cuando nuestro horizonte vital se dibuja con dunas, estamos pisando terreno arenoso, algunas de esas dunas pueden ser:

  • Sentir o pensar que estamos solos.

  • Ver las imperfecciones de los demás y no las propias.

  • Percibir una áspera aridez en nuestro mundo emocional.

Hemos de evitar que esto se convierta en un callejón sin salida y mantener una mínima capacidad de retroalimentación, para evitar una progresiva desertificación de nuestro espacio emocional.

Es fundamental ser positivos incluso en circunstancias nada propicias, es la forma de prepararnos mentalmente para pelear ante la adversidad, no tendría sentido negar que los problemas existen, pero si esto no es discutible no es menos cierto afirmar que lo verdaderamente importante no son los problemas sino la forma de enfrentarnos a ellos.

Sí en todo desierto el alivio se encuentra en el oasis, en el desierto personal o emocional el oasis está en la recuperación de la confianza en uno mismo. El convencimiento de no tener influencia en el desenlace de lo que nos sucede solo conduce a la conformidad, un conformismo que condena a vivir en un reducto de tranquilidad aparente pero que no hará desaparecer la insatisfacción que continuará suponiendo un “martillo pilón” sobre nuestra autoestima.

No hay comentarios:

Publicar un comentario