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miércoles, 10 de julio de 2013

¿LO PERFECTO ES ENEMIGO DE LO BUENO?



Esta es una frase que en su modo afirmativo he oído en repetidas ocasiones a lo largo de mi vida y casualmente hace unos días leí una breve reflexión de un antiguo compañero con el coincidí en la Certificación como Coach que abordaba este tema. El recuerdo reiterado de tan popular frase y esa reflexión, me empujaron a realizar la mía propia.
Para dejar las cosas muy claras desde el principio me declararé enemigo del “perfeccionismo”; que algo o alguien sean perfectos exige que posean el grado máximo de excelencia, lo que marca un estándar que pocas veces se logra y su persecución puede terminar provocando infelicidad o frustración.
Como muchas otras cosas, unas pequeñas dosis de excelencia o perfección pueden ser estimulantes pero el exceso rompe lo que en principio podía ser virtuoso, por ejemplo una desmedida autocrítica afectará la autoestima, lo que puede conducir a la paralización por miedo a no hacer las cosas lo suficientemente bien.
En el nivel del logro no puede triunfar el “todo o nada”, es preciso mantener el deseo de mejorar y el esfuerzo que ello exige, pero no puedes afrontar la vida como una competición permanente en la que siempre has de llegar primero, el objetivo ha de ser hacer las cosas suficientemente bien y además tener en cuenta que raramente existe un único resultado aceptable.
No hablo de conformismo, hablo de evitar caer en las redes de los detalles milimétricos que pueden lastrar la eficiencia, hablo de ir siempre adelante y no frenar por la incertidumbre del resultado final; los fallos y los fracasos hemos de transformarlos en escalones del aprendizaje y no en estandarte de nuestra propia identidad, sin duda todo forma parte de uno mismo pero una persona es algo más que sus fallos y sus éxitos.
La loable pelea por la superación en busca de la excelencia y la perfección no puede o no debe paralizarnos, la planificación es deseable si no conduce por excesiva a retrasar la acción, la acción es generadora de la práctica y solo una práctica continuada puede proporcionar crecimiento y progreso.
Por otro lado la perfección tiene un lado tóxico, este se manifiesta cuando la meta final es obtener el reconocimiento de los demás antes que el propio, algo que suele suceder cuando caemos en comparaciones inútiles, cuando lo “bueno” que hacen otros se convierte en nuestra aspiración, olvidando que las personas y las circunstancias que les rodean son únicas, cuando olvidamos que en el terreno de las expectativas no todas son razonables.
Pero cada uno es libre de elegir como quiere enfocar su vida, desde luego mi opinión personal es que la senda del perfeccionismo no es la más recomendable, pues no solo puede dañar a quién decide recorrerla sino a su entorno que se verá afectado por la frecuente insatisfacción de quién la pretende.
No creo que mis condiciones personales me autoricen para dar consejos, pero si así fuera apostaría por el hecho de que las personas hemos de apostar por nosotros mismos y por nuestro progreso, soy quién soy con mis límites y mis capacidades, mi esfuerzo y compromiso pasan por mejorar cada día y por dar en todo momento lo mejor de mí mismo.
No soy alérgico al perfeccionismo, pero apuesto por la perfección de lo imperfecto, siempre que este venga acompañado del esfuerzo y el compromiso de superación.

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