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domingo, 14 de julio de 2013

RESISTENCIA... DISONANCIA... RESONANCIA... EMPATÍA...



RESISTENCIA… DISONANCIA… RESONANCIA… EMPATÍA… Para mi conforman una cadena conceptual y conductual y muestran un camino hacia el bienestar personal y aunque son conceptos muy distintos, no es menos cierto que pueden interferir y provocar algún que otro corto circuito en nuestra cotidianidad que embarre ese camino hacia nuestro deseado equilibrio emocional.
En mi opinión, la RESISTENCIA es fuente u origen de nuestra DISONANCIA, propicia el autoengaño y ahuyenta la crítica personal, lo que dificulta la vida en RESONANCIA como último paso hacia la EMPATÍA, si tiendes a mentir para esconder lo que consideras una debilidad solo estás poniéndote una careta que impedirá que te conozcan de verdad.
Algo me dice que si mi mente fuese lógica empezaría por el primer eslabón de la cadena, es decir la RESISTENCIA, sin embargo prefiero iniciar mi reflexión con referencias a la DISONANCIA por considerar que responde al concepto de mayor complejidad entre los enunciados. Si tuviera que definir la DISONANCIA de forma simplona diría que es algo tan perverso como un “SÍ, PERO NO”; primero actuamos y luego nos justificamos lo que alivia inicialmente nuestra ansiedad hasta que tomamos consciencia de ello para caer de nuevo en el bucle de justificar una y otra vez nuestras contradicciones.
La DISONANCIA refleja la presencia de movernos en frecuencias diferentes con respecto a algo o alguien, lo que sin duda interfiere en la comunicación y no solo con otros sino incluso con nosotros mismos, yo lo llamo DISONANCIA “Explícita” y DISONANCIA “Implícita”, aunque en ambas se da la existencia de un conflicto y la dificultad de vencer ciertas RESISTENCIAS.
En la DISONANCIA “Explícita” nuestra RESISTENCIA suele sustentarse en lo que solemos llamar experiencia, que no siempre refleja lo que hemos hecho con lo que nos ha pasado, sino simplemente el recuerdo de lo que nos sucedió que sin duda dejará siempre su huella, pero esta diferirá según la hayamos gestionado transformándola en un estímulo o en una limitación, de una u otra manera mi mapa mental viene dibujado por mis valores, paradigmas y costumbres, aunque a veces también por el incomprensible orgullo de querer tener siempre razón.
La DISONCIA “Implícita” es como una lucha con uno mismo generada porque dos cosas que creemos, pensamos o hacemos, entran en conflicto, lo que nos va a provocar el malestar propio de una incongruencia incómoda que nos empujará a modificar una de las dos para aliviar nuestra tensión emocional, ahí entra en juego nuestra habilidad mental para alterar la creencia en beneficio del hábito: “fumar mucho es malo, pero yo no fumo tanto” y es que al final resulta más fácil y cómodo modificar una creencia que un hábito.
Dos posible DISONANCIAS y dos posibles recorridos para desactivarlas. O modificamos nuestras creencias o modificamos nuestro hábitos, en la DISONANCIA “Explícita” lo difícil se centra en esas creencias que asumimos que conforman nuestra personalidad, el cómo soy al dictado de mi experiencia; en la DISONANCIA “Implícita” el reto es, si cabe, más difícil aun, somos vulnerables al engaño pues la posible nueva reformulación solo nos tiene de testigo a nosotros, aunque posteriormente la expongamos como una convicción sólida e incuestionable.
Dominar nuestra RESISTENCIA destierra la autojustificación, nos conduce a la responsabilidad de gestionar nuestras propias emociones y a mantenerlas bajo control permitiéndonos superar la DISONANCIA, único recorrido fiable para llegar hasta la RESONANCIA, un estado emocional que divulga y propaga nuestra actitud y que nos muestra más auténticos al dar la medida verdadera de nuestro “yo”.
El último paso es alcanzar la EMPATÍA, un concepto al que no dedicaré demasiado espacio, por ser muy conocido y al que me he referido en varias ocasiones en diferentes entradas de este Blog, todos sabemos que la EMPATÍA es la capacidad que nos confiere la habilidad para mostrar una identificación mental y afectiva con el estado de ánimo de otros, sin necesidad de compartir sus valores, paradigmas y costumbres.

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