RICOBLOG

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domingo, 7 de julio de 2013

MIS RESPUESTAS



Últimamente he recibido una serie de emails vuestros con preguntas del tipo: ¿Cómo eres tan prolijo en el blog?, ¿Por qué escribes con esa frecuencia?, ¿Qué te empuja a mostrar todas esas ideas? Y algunas otras más, pero en la misma línea.
Unos meses antes y a causa de mi prejubilación, la pregunta era mía, ¿Qué haré ahora con tanto tiempo libre? La respuesta que me vino a la cabeza fue: “haré lo que quiera, cuando quiera y como quiera”, unos días después admitía que eso estaba bien pero que no era suficiente, que necesitaba el estímulo de un compromiso con algo, algo parecido a una obligación aunque careciese del mismo nivel de exigencia.
Había comprendido que el “haré lo que quiera, cuando quiera y como quiera” te puede conducir al “ya lo haré”, algo muy próximo al “no hacer” y la sensación consecuente de vacío; precisaba de algún nivel de apremio que me hiciese sentirme deudor conmigo mismo si no le dedicaba una mínima atención, sin ataduras pero comprometido.
Por algún tipo de conspiración estelar siempre había tenido el anhelo de escribir un libro, quizá mejor debiera decir una novela, un relato de ficción y ya no tenía ninguna duda, era el momento de acometer esa empresa; esa noche dormí inquieto, era el umbral de mi incipiente e inmediata aventura literaria, por la mañana, tras mi desayuno y aseo matinal recogía la casa, confieso que de forma más superficial que de costumbre, para empezar a escribir lo antes posible, nada me podía detener.
En mi escritorio estaba todo preparado: mi “Moleskine tamaño A4” y una selección de tres de mis plumas favoritas entre las que se encontraba una Mont Blanc con la inscripción “Tu Equipo – Dic. 2010” regalo de despedida del maravilloso equipo de personas que tuve la suerte de dirigir los últimos años de mi actividad profesional, y es que me gusta escribir a mano aunque posteriormente use el ordenador.

No sé el tiempo que había transcurrido, creo que una eternidad, pero allí estaba yo, paralizado y horrorizado ante el blanco inmaculado de la primera página de mi cuaderno de notas, hasta mi cabeza solo llegaban preguntas sin respuesta: ¿Cuánta páginas necesitaré escribir para que sea un libro? ¡No sé! ¿Qué título le pondré? ¡Cuando lo tenga terminado buscaré el que crea más adecuado! ¿En qué contexto (tiempo, lugar y circunstancias) desarrollaré el relato? ¡Ni idea! ¿Cómo presentaré a los personajes? ¡Sí no tengo personajes!, etc.
Tras un agotador y confieso que frustrante intento inicial creí encontrar la solución, acudiría a un taller de escritura creativa, seguro que me proporcionaría las respuestas que yo no era capaz de obtener por muchas vueltas que le diera, cualquiera de los dos que conozco Clara Obligado o Fuentetaja, son más que recomendables e interesantes, aunque acabes por desistir de la idea de escribir una novela como me sucedió a mí.
Estos talleres te ayudan a aprender a leer con discernimiento y ojo crítico, a estructurar correctamente las oraciones y muchas cosas más, pero aunque fundamental no pasa de ser técnica, técnica y más técnica. El núcleo, la definición de los personajes, el punto álgido del relato, su resolución y sobre todo los detalles que han de estar presentes en su desarrollo solo dependen de la imaginación de cada uno, hay que tener capacidad para generarlo y comprendí que no era lo mío.
Mientras, de forma experimental y como divertimento pasajero había iniciado este Blog, un espacio que he podido comprobar que me pide reflexión pero no imaginación, que me empuja a contar lo que leo, lo que oigo, lo que veo y lo que pienso y que el regalo de vuestro tiempo y seguimiento me hace sentir esas sensaciones que buscaba: escribir y sentir compromiso, por eso hoy puedo decir que además disfruto al compartirlo.

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