RICOBLOG

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miércoles, 13 de junio de 2012

MIS QUIMERAS. "Planeta Disco"


Espero que la fórmula de expresión de este texto no se tilde de “machista” ya que nada más lejos de mis intenciones. Se trata de un inocente juego o divertimento como si de un documental se tratase. De hecho propongo leerlo en voz alta, imitando a Félix Rodríguez de la Fuente, en busca de la simulación pretendida.
Y es que en el hábitat de la “marcha nocturna” conviven distintas especies que aun siendo parientes más o menos cercanos, o más o menos lejanos, muestran hábitos y comportamientos diferentes, ante objetivos similares y resultados curiosamente parecidos cuando no son ellos los que lo relatan. Me refiero al “buitre discotequero”, al “aguantacubatas” y al “pagafantas”.
El “buitre discotequero” tira a todo lo que pasa cerca de él, es insistente e inmune al desaliento, aunque a veces cansino; está convencido de ser el macho alfa que sobresaldrá por encima de todos sus posibles contrincantes, tal vez ese convencimiento es el que le vale el sobrenombre de “parchís” ya que si consigue comerse una cuenta veinte. El “buitre discotequero” convierte toda negación o rechazo recibido en un ¡No merecía la pena! Nunca entenderá que pertenece a una especie en la que el “macho” no realiza la selección, es la “hembra” la que ejerce su derecho a elección.
El “aguantacubatas” suele situarse en una esquina de la barra de la que raramente se mueve; no se ve con habilidades para hacer cara al teórico macho alfa y disputarle el territorio por lo que decide desplegar otra estrategia, una estrategia plena de misticismo como es la de rodearse de un halo misterioso, con el pretendido convencimiento de que tal pose captará la atención de la manada, cautivando un buen número de ellas. Y todo su despliegue se limita a un casi siempre pretencioso juego de miradas, entre furtivas e insinuantes, la cuestión es: ¿Qué piensan el que mira y las que notan ser miradas?
El “pagafantas” es el menos evolucionado de esta familia de depredadores nocturnos, lo que lleva a sus congéneres a colgarle etiquetas como “tonto los co_ _ nes”, “cierrabares”, etc., su mejor estrategia, por no decir la única, es la de pagar todas las consumiciones y actividades que realice junto a su pretendida conquista, mientras ella le cuenta lo bien que lo pasa con otro o el censurable comportamiento del macho que la gusta, y el culmen llega cuando el “pagafantas” exterioriza sus verdaderas intenciones y como respuesta recibe una cuidada y elegante declinación: “Es que te veo como un gran compañero de manada, seguro que encontrarás otras que podrán darte lo que buscas”.
A medida que avanza la noche se produce un cierto mimetismo entre las tres especies, tal vez por los efectos del alcohol que van acumulando, tal vez buscando incrementar sus posibilidades de éxito. Sus estrategias no cambian pero todos ellos reducen considerablemente el listón de sus pretensiones, llegando prácticamente a un “todo vale” o a un “podría valer”. La noche va desapareciendo dando paso a un tímido amanecer y llega el momento de la migración hacia el último reducto de caza.
Así, llegan hasta un “after hours” sudados, tomados, fumados y quién sabe cuantas cosas más, para mezclarse con otras manadas sudadas, tomadas, fumadas y quién sabe cuantas cosas más, en esas condiciones los carroñeros ya le entran a todo lo que se mueve, no es que sigan reduciendo el listón de las pretensiones, ¡Es que ya no hay listón! A esas horas y en esas circunstancias ¿Qué plumaje se puede exhibir ante la hembra pretendida?, y aunque ella también ande un poco perjudicada no es ajena a que aquello no es un macho alfa, sino alguien que no se ha “comido una rosca” en toda la noche, claro que a lo mejor es más preocupante si la hembra llega a mostrarse receptiva.
Todo esto es lo que yo recuerdo de mi juventud, pero aunque la juventud es algo que se pasa con el tiempo, no es menos cierto que en todo tiempo o momento existe juventud, por lo que puede que estos hábitos de fin de semana perduren y si así es, también perdurará, le llamen hoy como le llamen, “el domingo de resaca”, día de cama, día de Ibuprofenos y día de recuerdos de lo genial que pudo ser y no fue.
En la actualidad, como macho apartado de las juguetonas manadas, me da por pensar que el macho humano debería aprender de muchas otra especies animales, desterrar el pretencioso concepto de “LIGAR” y asumir el de “CORTEJAR” que implica asistir, acompañar y contribuir a todo aquello que sea del agrado de alguien.

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