El término “mientras” podemos utilizarlo o como
adverbio (en tanto, entre tanto) o como conjunción (durante el tiempo que…),
hay un tercer modo pero me referiré a él más adelante. En los dos primeros
casos mencionados parecen representar la existencia de un espacio, bien entre
dos momentos, bien entre dos acciones:
“Deberás
esperar un par de horas mientras llego…”
“Haz…,
mientras hago…”
El primero de los ejemplos es un enunciado meramente
informativo, si me apuras preventivo lo que evitará la aparición de
expectativas prematuras.
El segundo, transmite y formula un compromiso claro
y una contrapartida al mismo tiempo; tú haces, yo hago, ambos hacemos.
Cualquiera de estas dos utilizaciones del término “mientras”
no me genera ningún tipo de aversión, por el contrario las considero un uso
correcto y que definen un posicionamiento claro de quien las enuncia, sin
embargo, y este es el tercer uso al que me refería al principio, confieso que
creo reconocer que también es utilizado de forma que me provoca cierto
sarpullido emocional.
Hablo de la utilización de “mientras” como un
subterfugio, un recurso mentiroso y cobarde, para ocultar el deseo de no hacer
nada, ante una petición expresa que realizamos, pero pretendiendo transmitir la
idea de que harán todo lo posible para ayudarte.
En mi dilatada vida laboral (45 años en activo) pasé
por una situación difícil, por una operación societaria en la que se prescindía
de la cúpula directiva, ello me llevó a contactar con amigos, colegas y
conocidos en busca de un nuevo trabajo, encontré muchas respuestas positivas,
pero también pude constatar que los que decidieron no hacer nada utilizaron
fórmulas del tipo “No te preocupes mientras veo que podemos hacer”.
Realmente nadie está obligado a ayudarte, pero sí
debería estar obligado a no mentirte, a no distraerte o confundirte, pero si su
moral no se lo exige desde luego no es un aspecto exigible por vía legislativa,
es una simple cuestión de valores, aunque muchas veces lo de simple resulta
complicado.
Mientras se me ocurre como terminar, ¡Vaya yo
también he caído en la trampa!, y es que “mientras” es un término traicionero
que a veces propone un diferimiento, que puede llegar a utilizarse como
coartada para retrasar una decisión o camuflar una no acción, en estos caso
está escondiendo una realidad distinta a la que pretendemos exteriorizar.
Yo he decidido extremar el cuidado en la utilización
del término “mientras” y es que tan solo es preciso desplazar levemente la
letra “i” para convertirla en “”mentiras”.
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