A veces confundimos discutir con pelear cuando
realmente existe una gran diferencia; en la discusión elegimos la palabra, los
argumentos para resolver posibles diferencias, en la pelea lo que elegimos es
la riña, el enfrentamiento, incluso aunque solo sea con palabras.
Sin embargo de niños hemos oído una y otra vez, a
nuestros padres, esa famosa frase de “a mí no se me discute”, con el riesgo de
convertirlo en un hábito propio, no en vano terminamos haciendo lo que vemos y
acabaremos negando a otros la oportunidad de utilizar sus argumentos, como
hicieron con nosotros.
Si no aprendemos a aceptar y a gestionar nuestras
diferencias pelearemos en lugar de discutir.
Entre discutir o pelear, ¡Tú eliges la respuesta!...
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