Siempre ha existido el cambio pero hoy se produce a una velocidad que a veces da vértigo, sobre todo porque el cambio exige aprendizaje y este es un proceso asociado a la posibilidad de cometer errores.
En una sociedad tan enfocada a resultados podemos llegar a confundir error con fracaso, lo que nos penaliza. La equiparación de error con fracaso es una creencia limitante con claras consecuencias: Miedo a probar cosas nuevas refugiándonos en el “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Evitamos por todos los medios equivocarnos y si lo hacemos procuramos ocultarlo o nos justificamos, incluso de manera bastante “peregrina”. Las emociones más asociadas a esta equiparación son: miedo, desconfianza, e irritabilidad, y nos empuja a juzgar negativamente nuestros errores y los de los demás.
El antídoto para todo ello es considerar que tras el error siempre hay una oportunidad de mejora, eso nos permite sustituir un sentimiento de culpa por el de responsabilidad. Thomas A. Edison realizó más de mil intentos en la invención de la bombilla, cuando le preguntaron cómo pudo afrontar tantos fracasos, respondió: “No son fracasos, hemos aprendido más de mil formas diferentes de cómo no se debe hacer una bombilla”.
Y tú, ¿Te equivocas o fracasas?...
ME CAGO EN TUS MUERTOS PINCHE GÜEBON VA A SER UN EXITO DE LOS COJONES PUTA DE MIERDA OJALA TE MUERAS PUTA DE MIERDA
ResponderEliminarA mi Anónimo: Es evidente que aun compartiendo un gran idioma, como compartimos, los giros y usos del lenguaje nos pueden generar ciertas dificultades en el mútuo entendimiento. ¡Este es el caso!, una frase que en principio me desconcierta y no se si supone un elogio o una descalificación.
ResponderEliminarEn cualquier caso mis artículos son simplemente reflexiones personales para quién las considere útiles, no creo que merezcan ni alabanzas ni reproches.
Un largo abrazo amigo anónimo.