Si partimos del significado que da la RAE al verbo improvisar, consistente en hacer algo de pronto, sin estudio y preparación, podríamos decir que improvisación es la realización de una cosa que no estaba prevista o preparada, llevada por la intuición del momento. Evidentemente esta definición nos impide establecer que la improvisación sea una conducta negativa o contraproducente para las personas, como nos impide abrazarla como una cualidad deseable, es más, según las personas y/o circunstancias puede ser una u otra.
A veces me encuentro ante una situación imprevista que me exige una reacción inmediata y aunque ello me sitúe en terreno de riesgo e incertidumbre he de improvisar por necesidad, sin embargo, existen personas que a través de su improvisación nos ofrecen su máxima creatividad; podría citar múltiples ejemplos pero sin duda un exponente destacado lo encontramos en la música de jazz, en la que la improvisación es una de sus características definitorias.
Pero improvisación necesaria, o improvisación artística, sigue sin ser una clasificación válida en cuanto a su condición, en ambos casos la improvisación podría resultar desaconsejable o plausible. Me niego a admitir, sin unos argumentos sólidos, que improvisar sea una muestra de falta de seriedad o rigor, me cuesta pensar en la improvisación como conducta censurable; creo que la improvisación también tiene una dimensión que puede ayudar a solucionar favorablemente un imprevisto o propiciar la creación y transmisión de sensaciones artísticas.
En mi opinión y contrariamente a lo que mayoritariamente piensa, improvisar forma parte del arte de comunicarse, es hablar, actuar o interpretar sin guión, pero conscientes de lo que se dice o representa. Podríamos establecer una relación directa con el arte de argumentar, para lo cual debe existir un conocimiento previo de lo que se dice. En definitiva improvisar implica la reorganización espontánea de algo que se conoce, improvisar sobre lo desconocido es inventar. Podemos retomar el ejemplo del jazz, para decir que los músicos parten de unos esquemas previos y de sus conocimientos y habilidades adquiridas, para improvisar sobre la estructura armónica de los temas.
Cuando la improvisación es un camino hacia el interior de uno mismo mostramos la autenticidad propia, sin embargo, cuando la improvisación es simplemente un pretendido alarde de ingenio en una tentativa de sorprender, es otra cosa que yo llamaría imprudencia o histrionismo en un intento de provocar admiración, incluso procurando parecer lo que no eres.
Después de esta reflexión, mi opinión es que la improvisación es conveniente y necesaria en su faceta correspondiente al pensamiento y creativa y gratificante cuando del arte se trata, solo que deberíamos aprender y habituarnos a no llamar improvisación a lo que no lo es.
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