RICOBLOG

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miércoles, 14 de diciembre de 2011

¡Y YA VAN SESENTA!

Mañana es mi cumpleaños. Me levantaré con un año más durante el que es probable que haya acumulado nuevas experiencias, unas mejores que otras, miraré el móvil y tendré algunos mensajes de gente que ha recordado la fecha. Recibiré algunas llamadas por teléfono y me preguntarán si tengo previsto algún plan por ser mi cumpleaños. Les diré que no tenía nada planeado. La costumbre de cumplir durante tantos años lo ha convertido en un día normal.
Eso es lo que diré pero no es cierto, ya lo veo. Me levantaré, y me diré a mí mismo: “Es mi cumpleaños. Tengo un año más, el día de hoy ha de ser especial.” Y es que cuando cumples años te crees que todo el mundo debería tener la obligación de saberlo y tratarte de forma especial porque en el fondo, tú sientes ese día como señalado con el estigma de la felicidad, incluso ante la gente con la que te vas cruzando por la calle, que aunque no te conocen  deberían notar que para ti es un día especial.

Si recibes algún regalo te parecerá lógico y lo aceptarás con gusto, si no recibes ninguno sentirás como un vacio, como si al mundo se le hubiera olvidado que es tu cumpleaños. Parece que uno espera que el día de su cumpleaños se encuentre próximo a la perfección, que le haga sentirse pletórico y llegar a la noche satisfecho con los acontecimientos, pero en general esta posibilidad depende más de las expectativas que de lo que previsiblemente ha de suceder.

Algunos dicen que uno se siente más viejo de repente. En mi caso, después de tantos “quince de diciembre”, estoy entrenado y desde luego no experimento esa sensación; recibo la nueva edad tan solo como un año más y con la sensación de que lo mejor de cada edad es cumplir la siguiente, de empezar un nuevo periodo de 365 días para seguir aprendiendo y afrontando nuevos objetivos, y si físicamente he de menguar lo trataré de contrarrestar con un crecimiento personal, fundamentalmente en el terreno de las emociones.

Por otro lado, como soy de natural vanidoso, también comentaré que me encanta esa esperada frase de: “¿Qué cumples 60 años? ¡No lo aparentas para nada!” y desde luego no me cuestiono si es un comentario sincero o de complacencia y no lo hago porque evidentemente lo acepto como sincero, o eso es lo me digo a mí mismo. Jajaja… Además llevo mucho tiempo oyendo proclamar el 90 – 60 – 90 como un ideal. Pues bien, si ya  he alcanzado el 60, ¡Ahora a por los 90!

Pero no puedo “dormirme en los laureles” y he de espabilar si quiero hacer todas esas cosas que aun deseo hacer y todas aquellas que debo hacer. Sin duda mañana será un día especial ¡Será el primer día del resto de mi vida! Por ello me deseo “un feliz cumpleaños” y a vosotros que os sintáis tan plenos como me siento yo.

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