Cómo tantas y
tantas palabras de nuestro inagotable idioma “claridad” tiene diferentes
significados y desde luego no todos en la misma dirección, por el contrario
representan aspectos o elementos perfectamente diferenciados, no es mi
intención agotarlos todos pero sí mencionar los de mayor contenido.
Es inevitable
comenzar con la condición de claridad como efecto de la luz al iluminar un
espacio; al provocar un determinado resplandor que genera un cierto brillo que
facilita una mejora en la visión y que en definitiva potencia nuestro enfoque,
aunque suela utilizarse frecuentemente el término luminosidad, iluminación o
fluorescencia.
La siguiente
acepción tendría que ver con los sentidos en general, con una gran facilidad a
la hora de percibir los sentimientos o las ideas y que curiosamente se
identifica de forma bastante habitual con el concepto “claridad”, casi como si
fuera el único, realmente lo que pretende este significado es definir la
posibilidad de entendimiento con que nos llegan las cosas.
Una expresión fácil
de comprender e inteligible, es decir, que puede ser fácilmente entendida, es
una expresión clara y es precisamente esa condición la que me permite una
percepción inequívoca, lo que viene llamándose una “claridad meridiana”.
Y sin buscar más
significados mencionaré por último el concepto “claridad” como un elemento
“fama”, esa que presenta alguien en una sociedad o en un lugar específico, que
le confiere la condición de poseer una personalidad coherente con sus
manifestaciones y los hechos que ha venido aplicando a lo largo de su vida, esa
condición que hace que todo el mundo diga de él, o ella, que es una persona
“clara”.
No seré yo quien
niegue el concepto de que una mayoría de las personas son desleales y con
ciertas inclinaciones hacia el mal, que responden a un criterio teóricamente
antropológico, pero tampoco lo podemos asumir como una verdad irrefutable, para
empezar la mayoría no es la totalidad y desde luego muchos no son todos.
Si hay alguien que
escribió sobre esto, a favor o en contra de ello (más bien en contra), fue
Maquiavelo en su obra “El Príncipe”, lo que no quiere decir que yo esté de
acuerdo con todas sus afirmaciones, para empezar porque no coincido con su
descarnada exposición por el poder, porque no participo de una idea pesimista
de la persona; admito que existen y pueden darse pero me niego a aceptar su
generalidad.
Olvídate de
historias, olvídate de argumentos, razones o teorías. Se tú con tus ideas, con
tu coherencia y en definitiva con tu “claridad”, no pelees ante un espejo, date
la vuelta y siente, actúa y se tu mismo.
La “claridad” es
buena si representa mayor luminosidad, la “claridad” es buena cuando significa
una interpretación fácil y correcta de todo aquello que nos llega, pero sobre
todo la “claridad” es buena cuando forma parte de nuestra condición personal.
Vive, aprende,
trabaja y relaciónate con “claridad”, tu futuro te lo va a agradecer.
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