RICOBLOG

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miércoles, 2 de julio de 2014

MIS QUIMERAS: "Jugando con las Palabras"



Hoy he decidido jugar, no tengo ganas de pensar ni quiero reflexionar, quiero escribir sin parar y con las palabras bailar, deseo experimentar, como diría mi excelsa madre “pretendo con las palabras danzar”, algo podría ser azar pero sé que lo voy a lograr, mi meta será llegar y desde luego lo voy a intentar, es un juego, es una broma, pero… ¿Me quieres acompañar?

Cuando oigo tu agradable acento, noto nacer ese momento en que me siento contento, en el que nada lamento y garantizo que no miento, recibo ese aliento y no es un experimento, es fresco como el viento ciento por ciento; en ocasiones intento que no me afecte tu acento pero siempre llega el momento, me siento contento, recibo tu aliento y la frescura del viento ¿Acaso no es cierto lo que siento?

Sin embargo tu ironía me provoca manía y es que siempre la lía, apela a mi antipatía o ausencia de simpatía, siempre acaba vacía sin que haya forma de llenar su alcancía, y el caso es que lo sentía, mejor aún lo intuía, jamás coincidía lo que se pensaba con lo que se decía; no reía ni vivía con tu ironía ¿Tal vez solo era mi manía?

El ir de aquí para allá me hace dudar, algo en lo que muchas personas se van a escudar, pero yo quiero luchar, quiero subir aunque tendré alguna vez que bajar, sobre todo quiero avanzar, progresar y nunca me dejaré anegar, no es que disfrute especialmente del agua pero en esta quiero nadar, mantener mi voz a flote y dejarme escuchar ¿Quieres conmigo flotar?

Aunque con toda seguridad hay aspectos que incrementan mi serenidad, eliminan mi intranquilidad y mi fragilidad, potencian mi emotividad, refuerzan mi seguridad y su viabilidad haciendo más confiable una abierta receptividad, es verdad y forma parte de mi responsabilidad, dando forma a mi libertad y acentuando mi asertividad, dime tú ¿Debiera esconder mi responsabilidad ahogando mi verdad?

Puede parecerte un ejercicio breve, puede parecerte un ejercicio bobo, pero a mí me ha llegado al alma y me ha transmitido una inmensa calma, un acercamiento con una parte de mi mismo, algo que me salva de lo que fui o pude ser, aquello que de mi salga y por ello me valga, en plan vulgar diría que es ir de nalga, pero me niego, ¿Vienes conmigo con toda tu alma?

Dime si es cierto lo que siento y no miento, en todo momento lo intento, y si no sale no lo lamento aunque lo persigo con todo mi aliento, se que puede importarte un pimiento y en el fondo lo presiento, solo pido que entiendas mi momento y en la medida de lo posible mi fundamento.

Inténtalo aunque te parezca “tonto”, inténtalo aunque te parezca frívolo e ineficaz, el ejercicio puede llegar a sorprenderte, todo apunta a que no es más que un juego de sincronización de palabras, pero lo cierto es que te exige pensar y estar de acuerdo con lo que escribes ¡Suerte!

miércoles, 25 de junio de 2014

Y LOS SUEÑOS, SUEÑOS SON



Calderón de la Barca, allá por el siglo XVII, escribió probablemente el soliloquio más famoso del drama español poniéndolo al final del primer acto, lo hace en boca de Segismundo y sus reflexiones sobre la vida y su suerte, que reproduzco parcialmente:


Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

A veces sueño y no precisamente dormido sino despierto; no sé si cuando lo haces despierto es un sueño o una ambición, tal vez sea un deseo de difícil logro. Al hacerlo: ¿Estás en brazos de lo onírico o de la pretensión? ¿Estás entrando en el terreno de lo posible, de lo imposible, de lo probable o de lo improbable?

Hay quienes aseguran que somos uno de los factores fundamentales en la gradación de los fenómenos que nos suceden; sin duda, ciertamente es más que probable que las emociones y conductas dibujen ciertos resultados, pero no debemos ignorar que existen elementos ajenos a uno mismo que también condicionan o definen esos resultados, al menos los visibles.

Es evidente que entre los acontecimientos o sucesos que nos afectan podríamos establecer al menos tres categorías: “Aquellas que propiciamos desde quienes somos o creemos ser, las que nos condicionan pero provienen de lo demás y de los demás, y finalmente, como podrían ser las formas o conductas ajenas si las propias fueran diferentes”.

La reflexión me empuja a pensar que me encuentro ante un abanico de posibilidades, admitir que no existe lo absoluto y que las cosas son relativas, es decir, discutibles y por consiguiente susceptibles de ser puestas en cuestión.

También he de confesar que lo que entiendo como realidad me asusta, me empuja y me condiciona. A veces me presento como mártir, otras me considero el motor de lo que me sucede y no faltan las ocasiones en las que opino que podría haber sido diferente si yo lo hubiese hecho de otra manera.

Mi mayor rédito ha sido lo que todo esto ha significado para mí; en adelante seré más cauto al etiquetar lo que me afecta, ahora tengo claro que no todo me resulta imputable, también he comprendido que lo que me ocurre no es todo responsabilidad de lo que me rodea, y sé también qué al final tengo bastante que ver en todo ello, lo que me exige meditar antes de actuar y hacerlo en función de lo deseado.

miércoles, 18 de junio de 2014

LA TRAMPA



Curioso nombre común que junto con su adjetivo, tramposo o tramposa, parece que lo hemos convertido en algo privativo de la especie humana; nada más lejos de la realidad, en cualquier ser orgánico y es probable que incluso entre los inorgánicos, siempre existen determinadas especies o subespecies con las características propias del tramposo y por tanto que se vale o utiliza la trampa como parte esencial de su forma de vida.

Todo apunta a que una trampa es algo irregular, y realmente es un artificio para engañar, exactamente es un ardid para alcanzar determinados logros o al menos es lo primero en lo que piensas cuando escuchas ese término, las preguntas claves serían ¿Y eso lo hace el ser humano?, ¿Solo lo hace el ser humano?

En mi opinión el concepto “trampa” no es algo inventado por el hombre sino aprendido de la naturaleza, es la naturaleza la que es tramposa o por lo menos lo son y lo somos un gran número de los que forman o formamos parte de ella, no cabe duda que podemos encontrar determinados compuestos minerales, plantas, aves, mamíferos o no de condición acuática y por supuestos mamíferos y herbívoros terrestres entre los que nosotros nos encontramos.

La naturaleza, la vida, en definitiva una biología molecular nada condicionada, tras el estudio de sus condiciones vitales y de sus propiedades de supervivencia, convendrá la incontable cantidad de trampas que el reino mineral, vegetal y animal nos ofrece.

¿Cómo surge y se materializa la lava, cuantas plantas expelen su aroma y colores para ser polinizadas o alimentarse de quién se acerca a ellas, cuantos animales despliegan sus mejores armas ante la caza? Sin duda son preguntas con pocas respuestas pero que legitiman su extensión al ser humano.

Y es que la “trampa” también ¡es malicia!, te arrastra con una especie de parásito, es como un virus inevitable, te empuja y te atrapa en su propia trampa, la trampa es trampa, te enreda y te recomienda atajos, caminos teóricamente más rápidos pero al final confusos, imprecisos o desacertados.

¡Veamos! Si nos circunscribimos a la especie humana habremos de aceptar ciertas acepciones de la RAE, como artificio para cazar, infracción maliciosa de las reglas vigentes, actitud para burlar o perjudicar a alguien, incluso deuda cuyo pago se demora.

Es evidente que en algunas de estas definiciones no caben las flores, los insectos y ni muchos de los seres vivos, aunque algunos cabemos siempre y no es que nos hayamos quedado con el término como propio del ser humano, es que lo hemos abanderado.

Esto nos lleva a manejar conceptos como el de “trampa legal” o acto ilícito que se cubre o reviste con apariencia de legalidad, o “sin trampa ni cartón” que expresa que o no existe engaño alguno u otra expresión como “caer o no caer en la trampa” que implica haber, o no, claudicado ante el engaño que nos presenta la presunta realidad o deseo.

Lo que es evidente es que hay una clara o gran diferencia entre un ámbito y otro, la “trampa” en el género no humano se circunscribe a un aspecto de supervivencia; en el del ser humano puede y suele estar vinculado al logro y lo peor aun ligado a ¡Caiga quien caiga”.

jueves, 12 de junio de 2014

HABLEMOS DE UNA LIBERTAD AUTÉNTICA



Osho, personaje polémico y perseguido, entre muchas otras cosas escribió: “Hay muchos tipos de libertad - la social, la política, la económica - pero son solo superficiales. La verdadera libertad tiene una dimensión totalmente diferente. No tiene que ver nada en absoluto con el mundo externo; surge de tu interioridad. Es libertad de condicionamiento, de todo tipo de condicionamientos, ideologías religiosas, filosofías políticas. Todo lo que te ha sido impuesto por otros te pone grilletes, te encadena, te aprisiona, te hace esclavo…”

Podemos afirmar que la libertad no es una condición estrictamente psicológica, como tampoco lo es filosófica, en mi opinión es al conjunción de ambas, es la que nos proporciona el carácter interno y el carácter externo de todo un cúmulo de valores; es bastante frecuente asociar la libertad a la acepción de lo bueno y lo malo, pero ello nos circunscribiría a un terreno fundamentalmente teológico, cuando  de forma habitual resulta ser meramente artificial.

A mí me parece claro y sencillo, la libertad es la capacidad del ser humano para obrar según su propia voluntad a lo largo de su vida. En este punto podrías preguntarte: ¿Cuántas veces actúo conforme a la voluntad de otros?, ¿En cuantas ocasiones soy el primero en condicionarme por lo que opino que pensarán los demás?, ¿Cuántas veces dejo de ser yo mismo para ser quién creo que quieren otros que sea?

La verdadera libertad no se puede eliminar, no se puede contradecir, no se puede trasladar para mostrarla como de otros; la libertad tiene mucho que ver con la autoconciencia, con la autenticidad, con eso que solemos llamar “libre albedrío”, la verdadera libertad tiene que ver con tu línea de conducta que puede llevarte desde tu máxima degradación a tu máxima grandeza.

La verdadera libertad terminará definiendo tu situación, circunstancias y todo aquello que te rodea desde tu condición, desde lo que ni te oprime ni te subyuga, desde lo que ni te empuja a subyugar u oprimir a otros, cuando te aferras a tu propia libertad estás próximo a ser libre, cuando estás más cerca de la pretendida libertad de otros, eres esclavo.

La Libertad puede o no ser un sinónimo de rebelión o de revolución, aunque también pueda serlo; la persona debería ser libre desde lo más profundo de su ser, la verdadera libertad ha de entenderse como un derecho y no como un ideal, sin duda responde a una determinación libre e individual, evidentemente es una condición interna y tiene varios significados:


  • Capacidad para actuar de conformidad con los valores propios.
  • Capacidad para actuar conforme a valores de tipo universal (por ejemplo el bien y el mal).
  • Capacidad de actuar con independencia de la razón y motivados por la parte emocional de uno mismo.
  • Capacidad para actuar de acuerdo con los dictados de la razón.


Esto nos lleva a convenir que tan diferentes conductas nos puedan llevar a la compaginación o a la confrontación, a ser o no ser, incluso a dudar de nosotros mismos y puede llegar a ser peor cuando ni siquiera dudamos.

Tienes en tu poder la libertad de ser libre, o tienes en tu poder la libertad de ser esclavo, en ambos casos será tu propia autodeterminación como persona y fundamentalmente serás tú quién la defina ¡Tú eliges!

miércoles, 4 de junio de 2014

LA CLARIDAD


Cómo tantas y tantas palabras de nuestro inagotable idioma “claridad” tiene diferentes significados y desde luego no todos en la misma dirección, por el contrario representan aspectos o elementos perfectamente diferenciados, no es mi intención agotarlos todos pero sí mencionar los de mayor contenido.


Es inevitable comenzar con la condición de claridad como efecto de la luz al iluminar un espacio; al provocar un determinado resplandor que genera un cierto brillo que facilita una mejora en la visión y que en definitiva potencia nuestro enfoque, aunque suela utilizarse frecuentemente el término luminosidad, iluminación o fluorescencia.


La siguiente acepción tendría que ver con los sentidos en general, con una gran facilidad a la hora de percibir los sentimientos o las ideas y que curiosamente se identifica de forma bastante habitual con el concepto “claridad”, casi como si fuera el único, realmente lo que pretende este significado es definir la posibilidad de entendimiento con que nos llegan las cosas.


Una expresión fácil de comprender e inteligible, es decir, que puede ser fácilmente entendida, es una expresión clara y es precisamente esa condición la que me permite una percepción inequívoca, lo que viene llamándose una “claridad meridiana”.


Y sin buscar más significados mencionaré por último el concepto “claridad” como un elemento “fama”, esa que presenta alguien en una sociedad o en un lugar específico, que le confiere la condición de poseer una personalidad coherente con sus manifestaciones y los hechos que ha venido aplicando a lo largo de su vida, esa condición que hace que todo el mundo diga de él, o ella, que es una persona “clara”.


No seré yo quien niegue el concepto de que una mayoría de las personas son desleales y con ciertas inclinaciones hacia el mal, que responden a un criterio teóricamente antropológico, pero tampoco lo podemos asumir como una verdad irrefutable, para empezar la mayoría no es la totalidad y desde luego muchos no son todos.


Si hay alguien que escribió sobre esto, a favor o en contra de ello (más bien en contra), fue Maquiavelo en su obra “El Príncipe”, lo que no quiere decir que yo esté de acuerdo con todas sus afirmaciones, para empezar porque no coincido con su descarnada exposición por el poder, porque no participo de una idea pesimista de la persona; admito que existen y pueden darse pero me niego a aceptar su generalidad.


Olvídate de historias, olvídate de argumentos, razones o teorías. Se tú con tus ideas, con tu coherencia y en definitiva con tu “claridad”, no pelees ante un espejo, date la vuelta y siente, actúa y se tu mismo.


La “claridad” es buena si representa mayor luminosidad, la “claridad” es buena cuando significa una interpretación fácil y correcta de todo aquello que nos llega, pero sobre todo la “claridad” es buena cuando forma parte de nuestra condición personal.


Vive, aprende, trabaja y relaciónate con “claridad”, tu futuro te lo va a agradecer.