Es evidente que
todo el mundo sabe lo que es una catarata, incluso también conocida como
cascada, caída o salto de agua, de la misma manera todo el mundo reconoce que
la causa de dichas cataratas son un fuerte desnivel del curso fluvial, una
pendiente brusca del lecho o cauce de un río.
Otro convencimiento
general reside en el hecho de que las cataratas se forman con mayor frecuencia
cuando el rio es joven, cuando aun presenta un cauce estrecho pero profundo y
encuentra determinada resistencia rocosa, esa resistencia rocosa va a ser el
determinante de un tramo tranquilo más o menos largo y de un tramo precipitado,
acelerado y agitado.
Remolinos creados
por la turbulencia, trozos del lecho del rio arrancados por su fuerza, el
desnivel del cauce, retrocesos generados por la erosión, piedras transportadas
por el agua y un sinfín de razones más son las causantes de que la caída de la
precipitación pueda variar y presente un rango lo suficientemente amplio para
ir desde una caída lenta y acompasada a una caída brusca y atrapante.
Tampoco podemos
olvidar la existencia de rocas fundamentalmente calizas, cuevas subterráneas
por debajo de los niveles principales, hundimientos posteriores y otros
fenómenos geológicos que participan e influyen en la configuración de una
catarata, podríamos citar la confluencia de dos ríos en los que uno va a mayor
velocidad que el otro, en definitiva son elementos que de una u otra manera van
a influir en su velocidad de caída.
Y es que al final
no todas las cataratas caen a las mismas velocidades, no todas las cataratas se
precipitan desde las mismas alturas, no todas se nos muestran igual; todas
ellas atienden y responden a sus orígenes, una son más elevadas que otras, unas
son más extensas o amplias que otras, unas llaman más la atención que otras,
etc.
Es evidente que
existen cataratas súper famosas como:
- Las cataratas de Iguazú entre Argentina y Brasil.
- Las cataratas de Niágara entre Estados Unidos y Canadá.
- Las cataratas de Yosemite en California.
- El salto del Ángel en Venezuela.
- Etc.
Aunque también
existen cataratas singulares en nuestro país, como:
- El río cuervo.
- El salto de la Cimbarra en Jaén.
- La cascada de Soeso en Odesa.
- Los saltos del Purgatorio cerca de Rascafría.
- El Monasterio de Piedra.
- Etc.
Ahora haz una
abstracción mental, trata de proyectar la imagen de una catarata a tu propia
vida, trata de analizar cómo evoluciona o transcurre lo que tu consideras tu esencia,
¿Qué te lleva a mostrar fuertes remolinos? ¿Qué te lleva a precipitarte sin control
a fondos desconocidos? ¿Conoces tus cauces?
Sin duda eres
protagonista del agua que recorre tu cauce, de la piedra que saltes o de la
caída que afrontes, pero… ¿También eres consciente de la condición del cauce, el
perfil de la roca o la pendiente de la caída que te ayuda a que así sea?
No tengo soluciones
mágicas pero piensa porqué te revuelves de vez en cuando, por qué te
sobresaltas o por qué caes de forma incontrolada, puede que no te guste pero lo
haces. Deja de pensar en todo ello, la solución no reside en la velocidad, la
solución no se encuentra en la caída.
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