Hablemos de los
sinsentido, de esos que no tiene una clara explicación, expresiones como: “Qué
tu realidad salte”. “Qué tu vergüenza aflore”. “Qué tu personalidad resuene”.
“El olor de tu mirada”, etc. Desde luego, ni la realidad salta, ni la vergüenza
o desvergüenza florece o aflora, la personalidad no resuena y por supuesto la
mirada no huele, ¿Por qué entonces acuñamos este tipo de frases? ¿Por qué
disfrazamos nuestras expresiones con esas hipérboles lingüísticas para reflejar
lo que pretendemos decir o resaltar?
Si de verdad solo
se pretende decir o resaltar algo, podría simplemente considerarse una
configuración barroca de una expresión verbal que pretende, aunque de forma
exagerada, mostrar ciertos atributos o condiciones, sin embargo, la percepción
que se tiene de tales construcciones orales no es única y mucho menos
universal.
¿Exageración?,
¿Falta de leguaje apropiado?, ¿Marketing?, ¿Poesía?..., estoy convencido de que
no hay una sola razón y que las motivaciones pueden responder a una clara
pluralidad, con lo que los estímulos que empujan a unas y otras a hacerlo así,
serían también diferentes.
Esto puede provocar
que la frase, en sí misma, pueda proporcionar mucha o poca información sobre su
intención u origen, que nos resulte más o menos comprensible e incluso que nos
despiste o aporte una idea diferente a la pretendida, en definitiva todas ellas
son, o parecen ser, metáforas más o menos comprensibles, más o menos cercanas,
o más o menos inalcanzables.
Es cierto que entre
este tipo de frases algunas suenan muy bien, como cargadas de poesía o
entusiasmo, otras pueden llegar a parecer disparatadas al mostrarnos escenarios
imposibles, como casi todas, y las hay que pasan desapercibidas aunque estas
sean las menos.
A veces me pregunto
sobre el motivo que nos empuja a sucumbir ante tal tentación, sobre lo que nos
lleva a asumir un camuflaje de nuestra realidad dialéctica, sobre lo que nos
impulsa a tejer con cierta artificiosidad algunas de nuestras expresiones:
¿Complejos?, ¿Temores?, ¿Deseos de sobresalir?, ¿Demostrar capacidades que
generalmente solo son carencias?, ¿Otros?
No le daría mayor
importancia si estuviese convencido que todo queda ahí, en esa mayor o menor
artificiosidad lingüística o en una vanidad creativa, sin embargo, lo que
realmente me preocupa es que responda a la punta del iceberg de nuestra propia
realidad.
Si disfrazamos
nuestras emociones, sentimientos y pensamientos, también nos estamos
disfrazando nosotros; inseguridades, complejos, miedos y algunos más, nos
pueden estar obligando a mostrarnos de una determinada manera, más ansiada que
personal.
Si la retórica ha
de encontrarse presente en nuestro cada vez más pobre bagaje comunicativo,
bienvenida sea pero contenida y sin aspavientos, la puerta ha de estar abierta,
no deben existir barreras que la dificulten, pero tampoco podemos permitir que
se convierta en una coartada para camuflar nuestra realidad.
Por todo ello…, si
hay que saltar se salta, si hay que aflorar se aflora, si hay que resonar se
resuena o si hay que oler se huele, pero no perdamos nuestra única y verdadera esencia.
Yo creo que lo que la sociedad no sabe es que existen los psicópatas que se prefieren llamar locos, pero son gente sin empatía ni sentimientos.Si te apetece pasarte por mi blog se refiere al comportamiento de estos seres que llaman psicópatas integrados.sólo las víctimas nos damos cuenta por desgracia para el mundo.de Nuevo Enhorabuena por el blog
ResponderEliminar