A lo largo de mis
cuarenta cinco años de actividad profesional he sido botones, he sido
administrativo, he sido economista, he sido actuario, he sido jefe técnico, he
sido comercial (desde agente a director nacional), he sido director general, he
sido coach y siempre ligado a los seguros personales, fundamentalmente al
seguro de vida (riesgo o ahorro), no obstante los más difíciles y gratificantes
han sido mis algo más de diez últimos años en los que he ejercido como director
de formación.
Era mi sueño y
finalmente lo logré, todo lo que el sector me había dado podía en alguna medida
devolvérselo y así lo intenté, en mi travesía pedagógica fueron muchos y
diversos colectivos los que pasaron por aquellas aulas que junto a un equipo
maravilloso dirigía, un equipo entregado y comprometido, un equipo con ganas de
darlo todo y así lo hacían.
En los colectivos
de técnicos, administrativos y comerciales evidentemente tropecé con todo tipo
de perfiles y no fundamentalmente por su edad sino por su actitud,
representaban un gran colectivo con perfiles muy diferentes entre los que
podías encontrar personas interesadas, pasotas o simplemente indiferentes;
trabajamos con la materia prima que teníamos aunque en nuestra opinión algunos
eran inaceptables.
Curiosamente, o no,
donde mayor resistencia encontré siempre fue en el colectivo de directivos, ya
fueran técnicos, administrativos o comerciales y a mayor nivel de
responsabilidad mayor resistencia, tiene su lógica; cuando ostentas el papel de
responsable de la formación no puedes olvidar que muchos de ellos han llegado
por “meritos de guerra”, es decir, ¡Son lo que son!, porque en su día fueron lo
que fueron. El problema es que tal vez fueron grandes técnicos, grandes
administrativos o grandes comerciales, pero eso no les confiere la facultad de
grandes líderes de personas.
Esto transforma la
formación del directivo en una actividad compleja, aunque necesaria, cuanto
mayor es el estatus del directivo peor es su receptividad de formación y desde
luego no puede tenerse el timón de la empresa en manos inadecuadas, aunque
lamentablemente es lo que hacen la mayoría de las empresas.
Y aunque diseñes
una formación “flexible, realista y empática”, que se adapte al momento, que
huya de idealismos y hable su lenguaje, siempre encontrarás su resistencia.
Aunque pueda ser “agradable, diferencial e integradora”, es decir, divertida,
que no se considere más de lo mismo y que suponga una oportunidad y no una
crítica, nunca lo entenderán, siempre han de pensar que pretendes darles una
lección que ya dominan por sus años de experiencia.
En definitiva, un
elevado número de directivos españoles son escépticos y distantes respecto a la
formación, es como si interpretasen que se les trata de enseñar lo que ya saben,
cuando lo que se pretende es facilitarles ciertos conocimientos que nunca nadie
les ha enseñado sobre la dirección de personas.
Hoy existen
respuestas rápidas y eficaces, doctrinas que enseñan a manejar aspectos de
liderazgo, de coaching y en definitiva de acompañamiento eficaz con quienes
deben encumbrarte al éxito. Y esta formación debidamente acondicionada es
aplicable a equipos técnicos, administrativos y comerciales, sean tropa, mandos
intermedios y sobre todo y fundamentalmente directivos.
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