RICOBLOG

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miércoles, 12 de febrero de 2014

UNA CIERTA PLENITUD



Aún hace poco más de un mes que arrancó el nuevo año y ya empezamos a notar algunas tensiones, cierto desasosiego al que terminaremos acostumbrándonos como solemos hacer cada año; de un lado hemos venido alentando nuestro deseo de eliminar o atemperar determinados hábitos que en alguna medida nos incomodan pero a la vez presentimos que el remolino de la cotidianeidad ejerce cierta fuerza succionadora sobre ellos. El resultado es vernos transitar entre el entusiasmo y la ansiedad.

Lo cierto es que cada año que empieza nos empuja a buscar lo que aquí he llamado plenitud, pero que sin perder la esencia de lo buscado podríamos calificar de “sentirnos realizados”, “sentir que nuestra vida tiene sentido”, “que quienes somos importa a los demás” o “que somos capaces de disfrutar de la vida que tenemos”, en definitiva sentirnos llenos de vida.

Pero la “plenitud” implica totalidad, apogeo, momento álgido o culminante de algo lo que nos impulsa a identificarla como un reto, una meta; esto me hace dudar que la “plenitud” exista como un estado a alcanzar, la vivimos como la pieza que nos falta para completar el puzle vital deseado, el problema es que obtenida la pieza deseada surgen nuevas ambiciones, nuevas piezas a lograr que hacen que la “plenitud” deseada se desvanezca.

Dado que este estado carencial puede ser más frecuente que el plenamente satisfactorio, propondría a la RAE la admisión del término “implenitud”, desde luego contenido tiene; no me siento mal utilizando un término académicamente incorrecto, el insigne Fernando Lázaro Carreter, el del dardo en la palabra, insigne filólogo y Director de la RAE utilizaba con bastante frecuencia el término “espureo”, adjetivo no contemplado por la Academia, cuando debía utilizar “espurio”.

Desde mi prisma la “implenitud” es el vértigo que nos produce el considerar que es “el ahora” el momento único y preciso en el que deseo y necesito de algo, y si no lo tengo pasa a ser un momento perseguido, anhelado, un sitio por descubrir, al que tal vez llegaré o no “mañana”, pero esa sensación no hace sino alimentar la brecha entre lo ansiado y lo posible.

¿Qué tal si te imaginas que esa manera de mirar tu vida no es fiel reflejo de tu existencia? El cuadro es tan cuadro como el anterior, la escultura es también escultura como antes, ¿Deseas dejar de ser persona? El antídoto pasa por el convencimiento de que ni antes, ni ahora, ni luego; tú eres tu plenitud y nada te falta.

La vida no es una carrera por ganar, es un indescriptible e irrenunciable camino a recorrer. El sentirte pleno no es incompatible con tener anhelos, en definitiva deseos y metas; si realizas este ejercicio desde tu parte consciente tu relación con la vida sufre un cambio importante, ya no buscas porque no has perdido nada y por el contrario lo que haces es apreciar la plenitud de tu “Ser”.

Esta práctica que tal vez te resulte inimaginable o difícil de llevar a cabo te va a acercar a tu plenitud, porque la experiencia no hace sino aproximarte a tu verdadera esencia, a quién realmente eres. ¡Tú eres quién decide si deseas tener una verdadera energía vital, o no!

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