
“Consume la vida a
granel… Todo está por descubrir… Si la rutina te aplasta dile que basta de
mediocridad… No mires desde la ventana y siéntate al festín… Pelea por lo que
quieres y no desesperes si algo no anda bien… Hoy puede ser un gran día, y
mañana también”.
Como no podía ser
de otra manera mi cerebro se puso en marcha dando forma a diferentes tesis en
torno al envejecimiento y cómo afrontarlo.
¿Miedo? ¡Sí!; las
personas tenemos muchos miedos y entre los más frecuentes está el miedo a
envejecer, miedo que en algunos casos alcanza el grado de pánico y es que mucha
gente ve el envejecimiento como una maldición en lugar de algo que aunque
inevitable no es un castigo; envejecer es un proceso natural y se puede encarar
con más o menos armonía.
Por otro lado, de
las definiciones de envejecimiento que he podido encontrar, que no han sido
pocas, mi elección ha recaído en la que dice que: “Envejecer supone que una
persona parezca más vieja de lo que en realidad es, y es que algunos
envejecemos porque no maduramos” y esto se produce cuando nos cerramos a las
nuevas ideas y nos volvemos radicales, probablemente porque lo nuevo nos
asusta. Envejecemos si dejamos de luchar y cuando pensamos demasiado en
nosotros mismos, lo que nos lleva a olvidarnos de los demás.
Tasa de natalidad,
tasa de mortalidad, tasa de interés, tasa de paro y muchas, muchas tasas más,
todas ellas utilizadas como elementos de medida, sin embargo, no he encontrado
ninguna referencia a la tasa de envejecimiento, es cierto que en la última
mitad de siglo pasado le hemos ganado un montón de años a nuestra vida, dato
que va directamente a mejorar la tasa de mortalidad pero que no nos da
información sobre si esos años que hemos ganado los empleamos en envejecer o en
madurar.
Creo que nadie se
ha atrevido a baremar una teórica tasa de envejecimiento, seguramente debido a
la complejidad del concepto y variables intervinientes, al menos: edad, estado
de salud y actitud mental. Existen personas que todos llamaríamos jóvenes pero
que se comportan como si estuviesen al final de su vida, carecen de deseos, no
poseen ideales, adolecen de alegría y les da lo mismo quedarse en la cama que
levantarse, total para los planes que tienen…

Hace ya algunos
años, no demasiados, que asumí que en la juventud aprendemos y en la madurez
comprendemos y aunque es cierto que la edad va angostando nuestra juventud, es
nuestra voluntad y actitud las protagonistas de convertirla en envejecimiento o
madurez.
Yo este domingo
cumplí 62 años y tanto tú como yo seguiremos cumpliendo años, tú con los tuyos
puedes, si así quieres, envejecer. Yo con los míos intentaré seguir madurando.
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