RICOBLOG

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miércoles, 6 de noviembre de 2013

LOS INEVITABLES



En mis largos años de experiencia empresarial siempre tuve que convivir con un espécimen tan peculiar como poco deseable y a la vez parece que inevitable. Unos los llaman caraduras y otros jetas, en mi opinión son verdaderos “pájaros” que se adornan con un plumaje de desfachatez, descaro o desvergüenza.


Lejos de ser una especie en extinción parece que se trate de un biotipo que se reproduce por generación espontánea o contagio, por lo que aunque algunos terminen desapareciendo, siempre hay otros que ocupan su lugar; su capacidad de supervivencia les puede sobrevenir de condiciones innatas o de técnicas y habilidades adquiridas mediante la observación, pero su mayor mérito les proviene de su capacidad de escaqueo.


El hábitat más habitual o probable de estos personajes, amparados en su capacidad mimética, son los aseos, máquinas de café, dispensadores de agua o cualquier otro recoveco de empleo frecuente y usuarios que cambian a menudo; la gente tiene desde una ligera sospecha hasta una certeza absoluta de con quién conviven, pero puede y surgen dudas sobre la conveniencia de evidenciarlo, es como un ¿Servirá para algo?


La invisibilidad y escaqueo ante la responsabilidad y objetivos de su área de trabajo deja tras de sí un rastro de “marrones” con los que alguien deberá “apechugar”, realmente la especie de caraduras o jetas son una especie parásita de la buena voluntad o carácter manipulable de a quienes llama cínicamente compañeros, que preferirán rellenar el hueco que ellos dejan, en un intento de evitar problemas y contratiempos mayores.


El “inevitable” es un depredador del tiempo y el esfuerzo de los demás, pero, no todos los inevitables muestran el mismo comportamiento sino que presentan diferentes especializaciones para alcanzar un mismo objetivo, eso les hace conformar una compleja familia dentro de la fauna empresarial en la que se integran distintas subespecies; seguro que a más de una le puedes poner cara (por supuesto dura) de entre los siguientes ejemplos:


Puede que entre las más comunes pudiésemos reconocer la integrada por los que adoptan una estrategia opuesta a la invisibilidad; cuando llegas a la empresa ¡Ya está ahí!, cuando te vas ¡Sigue ahí!, ante su máquina o su ordenador, magnifica lo poco que hace iniciando sus frases con expresiones como “yo hago”, “yo pienso”…, y no le caben en su solapa más medallas al mérito no merecido.


Otros inevitables, más que de la invisibilidad hacen uso del escapismo y es que siempre que un proyecto precisa que todo el mundo esté implicado al máximo, el caradura estará disfrutando de unos días de asueto que consiguió le concediera su superior, su lema preferido es: “no des ideas, no vaya a ser que tengas que llevarlas a cabo”.


Otra estrategia, en este caso utilizada por los que además ostentan el rango de “jefes” es el uso frecuente del plural mayestático: “hemos hecho”, “hemos optimizado”…, cuando realmente es su segunda línea y no él quienes diseñan y ejecutan las acciones que al “inevitable” le permiten apuntarse el tanto, además de tener la espalda cubierta al poder responsabilizar a otros de los resultados si no son los esperados o deseados.


El “inevitable absentista” es otra distinción dentro de la variopinta tipología de inevitables, su fuerte reside en la habilidad para obtener bajas médicas que por puro azar del destino suelen solaparse con vacaciones, puentes y todo tipo de festivos. La compasión que pueden despertar al principio siempre acaba convirtiéndose en un ¡Vaya jeta!

El excursionista, inevitable que se pasa el día recorriendo la empresa como si de un safari se tratase, con su carpeta llena de papeles en ristre, este resulta ser doblemente caradura. De un lado la capacidad de escaqueo propia de la especie y de otro la habilidad de sablear a los compañeros que hacen una pausa para tomar un café o fumarse un cigarrillo, al que siempre termina autoinvitándose.


Seguro que estos ejemplos no agotan la lista de los posibles caraduras o jetas, incluso seguro que quedan aun subespecies por descubrir, pero todos ellos presentan una increíble capacidad de adaptación, no importa que las condiciones del entorno cambien, ellos evolucionan con asombrosa sincronía, aunque difícilmente cambian su estrategia.


El lado oscuro de los inevitables está en su incompetencia y falta de responsabilidad, algo que los demás reconocen y padecen, y que las empresas, aunque casi siempre más bien tarde, acaban por no soportar.

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