La persona es un
ser humano al que le encanta enmarañarse la vida a la hora de solucionar sus
problemas, es como un deporte el buscar los remedios más complicados para los
problemas más sencillos, buscar las soluciones más caras, más disparatadas e
incluso a veces inaccesibles cuando no tiene por qué ser así.
Es algo así como algunos
gurús de autoayuda o muchos maestros del desarrollo personal, rodeados de
palabras cultas y excesivamente técnicas que el propio diccionario ha relegado
al rincón del olvido y muchas de las cuales ni entiendes o conoces su
significado.
Desde luego lo
práctico no es tonto ni estúpido, es llano y es comprensible, puede que te
aleje del elevado nivel del usuario sofisticado que hace de su auto artificialidad
un vicio que le convierte en su razón de ser, pero esto no es ni obligatorio ni
necesario.
¿Tienes problemas?
¡Naturalmente que sí, como todo el mundo! Solo te queda encontrar la solución
adecuada; un camino y por cierto habitual es el camino complejo y caro, pueden
ser licenciados en psicología, expertos en PNL, certificados en Coach, asesores
o entrenadores, cualquiera de las opciones te supondrá unos 1.000 o 1.200 euros
al mes.
No estoy en contra
de tanto especialista, de hecho soy uno de ellos, pero hay mucho intrusismo, y
sí, estoy en frente de una práctica con la falta del más mínimo código
deontológico que ampare la formula de actuación que la circunstancia te
recomiende.
Por otro lado, y
aunque parezca incomprensible a la gente le gusta complicarse la vida, pero una
persona que dificulta su vida encontrará mil y un problemas antes de emprender
algo, empieza a pensar en la negatividad que le acompaña y encuentra muchas
pegas, incluso las que no ocurrirán jamás.
Un ejemplo sencillo
está en el deseo de iniciarse en un deporte, lo más inmediato es apuntarse a un
gimnasio o irse a un parque a correr que desde luego queda lejos y a trasmano,
transcurridas dos semanas abandonamos la solución encontrada a nuestro problema
sin pensar en algunos minutos en la “bici” estática o alguna vuelta alrededor
del edificio enganchado a los cascos de tu mp3.
Y es que las
personas creemos que es necesario soluciones complicadas para resolver cambios
personales que a su vez consideramos complicados; los cambios pueden ser
sencillos o parciales, no radicales, sin embargo, siempre los consideramos
trascendentales, y pueden serlo, pero no tienen porque ser complicados.
Puedo cambiar
algunos aspectos de mi vida sin cambiar esta, puedo cambiar mi entorno, puedo cambiar
incluso algunas amistades, pero no tengo porque cambiar mi estilo de vida, este
lo cambiaré si lo considere preciso, pero despacio, año tras año y conforme a
las circunstancias me lo demanden.
Mira la TV, lee un
libro que te agrade, habla con los demás y se tu propio maestro, haz cosas
sencillas, asequibles, tus problemas cotidianos no son tan complicados como
para buscar las soluciones más complejas, la mayoría de los problemas no
existen o requieren de soluciones sencillas.
Tú decides, tú eres
el protagonista de tu historia, ¿Quieres vivirla de una forma sencilla o
complicada, ¡Es tu decisión! ¿Te complicas la vida? Insisto, tú decides.