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miércoles, 18 de junio de 2014

LA TRAMPA



Curioso nombre común que junto con su adjetivo, tramposo o tramposa, parece que lo hemos convertido en algo privativo de la especie humana; nada más lejos de la realidad, en cualquier ser orgánico y es probable que incluso entre los inorgánicos, siempre existen determinadas especies o subespecies con las características propias del tramposo y por tanto que se vale o utiliza la trampa como parte esencial de su forma de vida.

Todo apunta a que una trampa es algo irregular, y realmente es un artificio para engañar, exactamente es un ardid para alcanzar determinados logros o al menos es lo primero en lo que piensas cuando escuchas ese término, las preguntas claves serían ¿Y eso lo hace el ser humano?, ¿Solo lo hace el ser humano?

En mi opinión el concepto “trampa” no es algo inventado por el hombre sino aprendido de la naturaleza, es la naturaleza la que es tramposa o por lo menos lo son y lo somos un gran número de los que forman o formamos parte de ella, no cabe duda que podemos encontrar determinados compuestos minerales, plantas, aves, mamíferos o no de condición acuática y por supuestos mamíferos y herbívoros terrestres entre los que nosotros nos encontramos.

La naturaleza, la vida, en definitiva una biología molecular nada condicionada, tras el estudio de sus condiciones vitales y de sus propiedades de supervivencia, convendrá la incontable cantidad de trampas que el reino mineral, vegetal y animal nos ofrece.

¿Cómo surge y se materializa la lava, cuantas plantas expelen su aroma y colores para ser polinizadas o alimentarse de quién se acerca a ellas, cuantos animales despliegan sus mejores armas ante la caza? Sin duda son preguntas con pocas respuestas pero que legitiman su extensión al ser humano.

Y es que la “trampa” también ¡es malicia!, te arrastra con una especie de parásito, es como un virus inevitable, te empuja y te atrapa en su propia trampa, la trampa es trampa, te enreda y te recomienda atajos, caminos teóricamente más rápidos pero al final confusos, imprecisos o desacertados.

¡Veamos! Si nos circunscribimos a la especie humana habremos de aceptar ciertas acepciones de la RAE, como artificio para cazar, infracción maliciosa de las reglas vigentes, actitud para burlar o perjudicar a alguien, incluso deuda cuyo pago se demora.

Es evidente que en algunas de estas definiciones no caben las flores, los insectos y ni muchos de los seres vivos, aunque algunos cabemos siempre y no es que nos hayamos quedado con el término como propio del ser humano, es que lo hemos abanderado.

Esto nos lleva a manejar conceptos como el de “trampa legal” o acto ilícito que se cubre o reviste con apariencia de legalidad, o “sin trampa ni cartón” que expresa que o no existe engaño alguno u otra expresión como “caer o no caer en la trampa” que implica haber, o no, claudicado ante el engaño que nos presenta la presunta realidad o deseo.

Lo que es evidente es que hay una clara o gran diferencia entre un ámbito y otro, la “trampa” en el género no humano se circunscribe a un aspecto de supervivencia; en el del ser humano puede y suele estar vinculado al logro y lo peor aun ligado a ¡Caiga quien caiga”.

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