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miércoles, 15 de enero de 2014

TU VIDA (O LA MÍA)



Supón por un momento que eres una persona octogenaria y que, por alguna desconocida razón, una editorial te propone publicar tu biografía aunque para ello te pone una condición: “La biografía no podrá exceder de 300 páginas” al que deberías añadir tu propio límite, lo que podríamos llamar un tiempo razonable para escribirla, pues a esas edades resulta difícil pensar en disponer de una eternidad por delante.

En ese momento tomas consciencia de que como la gran mayoría de las personas, careces de un bloc de notas o de un diario, aspecto que no califico de importante pero que sin duda, de tenerlo, ayudaría a realizar el dibujo retrospectivo de lo que ha sido tu vida; esperemos que al menos mantengas una memoria activa y saludable que te ayude en el empeño.

Por otro lado, parece que muy vacía debiera estar una vida para tener suficiente con un espacio biográfico no superior a 300 páginas. Al no ser este un ejercicio que en algún momento de mi vida me haya planteado, no puedo saber cómo reaccionaría ante él, sin embargo, tengo la sensación de que las primeras imágenes que vendrían a mi mente serían las que en su momento me resultaron altamente placenteras o gratificantes, quizás las más cómodas pero no por ello las más interesantes o productivas.

Tras el primer torbellino de ideas, supongo que aparecerían los primeros síntomas de serenidad con la recomendación de aplicar criterios de cautela y selectividad, debía tener claro que cada espacio utilizado en afanes inútiles, en aquello que perseguí porque brillaba por fuera aunque hueco por dentro, disminuiría las opciones de incluir otros momentos, precisamente aquellos que verdaderamente dotaron mi camino.

¿Un camino plano, cómodo y seguro? ¿Un camino empinado, abrupto y tortuoso? Sin duda el camino de una vida no es de una u otra manera sino de ambas, pero no es la carretera plácida y como recién pavimentada la que desde su comodidad más me ha aportado, por el contrario han sido los caminos complicados los que realmente me han puesto a prueba, los verdaderamente significativos, los que me han obligado a compartir y a intimar y en los que he tenido diferente suerte, pues no siempre supe afrontarlos adecuadamente, pero todos ellos me enseñaron algo.

En el camino de mi vida hay cientos de cosas que les pasan a la mayoría de las personas y por tanto resulta fácil encontrarlas en sus caminos, pero hay otras, muchas o pocas, que son como muy exclusivas y que difícilmente estarán en un camino que no sea el mío, pienso que son esos los que deberían formar parte de mi biografía, sin escatimar el componente descriptivo que pudiese ayudar a que los demás visualicen mejor esas experiencias elegidas.

Con estas pautas es probable haber decidido descartar como materia biográfica, o no dedicar más de unas breves líneas a aquellos fastidios, rabietas, frustraciones y desencantos molestos aunque atemporales, que pertenecen a nuestro pasado, que relegaríamos a un triste y oscuro capítulo de nuestra biografía, pero que incomprensiblemente permitimos que algunos de ellos estén demasiado vigentes en nuestro presente.

Por otro lado, es seguro que dedicásemos los mejores capítulos a nuestros valores, a nuestras convicciones, a nuestros deseos y a nuestras mejoras intenciones, pero ¿Por qué aplazamos parte de todo eso? ¿Por qué no empezamos, desde ya, como en las mejores páginas de nuestra biografía?

Mientras te llega, o no, el momento de escribir tu biografía, crea tu propia vida, vívela y hazlo desde el gozo y el disfrute de su autenticidad, evita que el deseo se disfrace de necesidad que te obligue a pelear por algo que una vez conseguido simplemente dará paso a un deseo nuevo.

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