RICOBLOG

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domingo, 30 de diciembre de 2012

SANTOS INOCENTES



(Con dedicación especial a mis amigos de Facebook que participaron de mi broma)

El día de los Santos Inocentes es la conmemoración de un episodio hagiográfico (historia de las vidas de los santos) del cristianismo, en concreto en dicho día se conmemora la matanza de todos los niños menores de dos años nacidos en Belén (Judea), ordenada por Herodes “El Grande” con el fin de deshacerse del recién nacido Jesús de Nazaret. A pesar de tamaño despropósito, la posibilidad de que Herodes viviese durante muchos años en el convencimiento de haber acabado con el niño Jesús, dio origen a una tradición: Divertirse a costa de engañar a otras personas y es que según un relato del Evangelio según San Mateo, el desencadenante fue la burla de los Reyes Magos para no informar a Herodes sobre el paradero del Mesías.
Lo cierto es que ningún historiador contemporáneo hace mención alguna a dicha matanza, sin embargo la Iglesia Católica instituyó el día 28 de diciembre como la festividad de “Los Santos Inocentes”, para recordar las crueles muertes infantiles. Algunos textos apuntan que esto sucedió en la Edad Media con el propósito por parte de las autoridades eclesiásticas de frenar las excentricidades que se producían durante el rito pagano conocido como la “Fiesta de locos”, fiesta que tenía lugar entre Navidad y Año Nuevo, con pasajes que llegaron a considerar escandalosos. Esta fusión pagano-religiosa acabo configurándose como una oportunidad para realizar todo tipo de bromas a amigos, compañeros y familiares, entre sentimientos de conformidad o de resignación.
Esta opción de bromear es una puerta abierta a la imaginación y al estímulo por sorprender, sin embargo, algunas que podríamos llamar clásicas perduran en el tiempo, podemos haberlas puesto en práctica o no pero todos las conocemos, si decidiese hacer un ranking de popularidad sería este:
1º Colgar un monigote blanco en la espalda de la víctima.
2º Fijar al suelo una moneda o billete, esperando que alguien, disimuladamente se agache a recogerlo.
3º Sustituir el azúcar por sal, la cara de la víctima, si la broma tiene éxito, no tiene precio.
4º Cambiar la hora de los relojes. En esta broma se recomienda adelantarlos, es preferible que la víctima llegue antes de tiempo a que lo haga tarde ante un compromiso que pueda tener.
5º Atar los pomos de dos puertas enfrentadas y llamar al timbre de ambas (también se puede hacer en puertas interiores si reúnen el requisito de estar enfrentadas).
Hay muchas otras más y si no te gusta ninguna de ellas, o tu imaginación no alcanza a pergeñar una que termine de convencerte, siempre puedes acudir a los “artículos de broma” que para dicha festividad proliferan por todas partes, fundamentalmente en comercios dedicados a disfraces y golosinas.
En definitiva, el paso del tiempo ha convertido esta festividad de origen religioso, de razones dolorosas, en un día desenfadado (aunque algunos se enfaden) para divertirse y estrechar relaciones interpersonales entre el bromista y la víctima, por supuesto siempre que “la inocentada” no resulte lesiva para quien la padece, tanto en su integridad física como en su dignidad personal.
Una festividad que arranca de un hecho cruel como es una matanza infantil; lo lamentable es que algo que de suceder fue hace 2012 años siga siendo una realidad, como una maldición crónica, la masacre actual de inocentes tiene su clara expresión en los millones de niños que cada año mueren abandonados a la miseria, el hambre o las enfermedades y todo ello ante la pasividad de los que nos autodenominamos el “mundo desarrollado”.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

2013 UN AÑITO APRETADO



Una vez superado el fatídico fin del mundo que se nos anunciaba y tras un nada deseable 2012 en el que la economía española descenderá entorno al 2% de su PIB, las esperanzas deseamos ponerlas en 2013, pero… ¿Cuáles son los datos a considerar a la hora de pronosticar como será este nuevo año? Recordando las primeras clases de macroeconomía, que hace años recibí, yo diría que los que componen la demanda global, es decir, el consumo y la inversión que se financia mediante el ahorro y todo ello tanto de carácter interno como externo y tanto del sector público como privado, la cuestión es ¿Qué podemos esperar de ellos?

Dado que el sector público tiene entre sus objetivos prioritarios que a finales de 2013 el déficit que presentemos sea el 3%, ante severas dificultades para conseguirlo todo apunta a una nueva subida del IVA y no para gastar más, ya que alternativamente el gasto público habrá de disminuir. El consumo privado tampoco parece que pueda aumentar en un escenario de sueldos congelados o recortados y cifras de desempleo insospechadas hace unos años, a lo que se suma la práctica nulidad de créditos al consumo por la acentuada falta de liquidez de la banca. Esto me hace aventurar que no podemos esperar mejoras desde el consumo interno, ya sea público o privado.
En cuanto al consumo externo habrá que esperar a ver el comportamiento de la economía mundial, que desde luego no pasa por sus mejores momentos, tampoco parece que nos podamos convertir de la noche a la mañana en una economía mayoritariamente exportadora y de nuestra mejor oferta hacia dicho consumo externo, como es el turismo, no cabe esperar un gran crecimiento sobre 2012, una vez que este año ya hemos absorbido el efecto rechazo a otros destinos competidores pero inestables política y socialmente hablando. Esto me hace pensar que una leve pero insuficiente mejora en nuestra balanza comercial vaya a suponer un motor para la recuperación.
En el terreno de la inversión interna pinta parecido, la inversión pública seguirá el camino de contracción iniciado por el gasto y la privada presenta los mismos frenos que el consumo, mínima capacidad de ahorro y ausencia de créditos. En cuanto a la inversión externa las expectativas tampoco se presentan alentadoras, con una deuda pública por encima del 80% del PIB el ahorro exterior solo vendrá incentivado por altas primas de riesgo que a su vez agravan el endeudamiento.
Todo esto, que para algunos puede resultar complicado, se simplifica cuando llegas a las consecuencias y con ello a la realidad que nos está tocando vivir; se nos transformó en una sociedad acostumbrada a un gasto público desmedido e irresponsable que hoy genera un descontento generalizado, descontento que lejos de ser descalificable adquiere cierta legitimidad ante los actuales niveles de desigualdad, pero lo cierto es que en los últimos años hemos gastado lo que no teníamos, eso nos ha proporcionado una sensación de confort insostenible del que ahora nos sentimos despojados y a su vez el gasto privado se dejó contagiar entrando en la misma dinámica de exceso.
Alguna vez hemos oído expresiones cómo: "el dinero no da la felicidad", "el dinero corrompe", "es pobre pero honrado", "nadie se hace rico trabajando", "si es rico algo malo habrá hecho", "el dinero es la fuente de todos los males", "la pela es la pela", "por dinero lo que haga falta" etc... Pero también habrá que hablar de otras cosas.
Creo que lo que cada uno de nosotros espere de 2013  debe estar fuera del terreno económico, pues en este aspecto aun nos queda un camino duro por recorrer, esto no es solo una crisis a resolver con medidas económicas, esto es la necesidad de un cambio de modelo, por supuesto económico pero también social, lo que tengo claro es que en la mejor de las soluciones las cosas no volverán a ser lo que fueron o nos parecieron ser.
Yo tengo el firme propósito de aferrarme a mis valores y dejar crecer mis emociones, hacer más grande el hueco para la familia, la amistad y todo aquello inmaterial que nos rodea y no viene gravado por el IVA ya que su precio no está en euros, sino en sinceridad, entrega y compromiso. Tampoco puedo olvidarme de que será importante dedicar buenas dosis de esfuerzo y sacrificio para alcanzar nuestros objetivos.

¡¡¡ FELIZ 2013 !!!

domingo, 23 de diciembre de 2012

TOMANDO DECISIONES



¡Quiero ser el que toma las decisiones! Es algo que me dije a mi mismo desde la niñez hasta la adolescencia. No entendía que siempre fuesen mis padres los que tomaban las decisiones por mí.
¡Quiero ser el que toma las decisiones! La historia se repetía cuando los que tomaban las decisiones eran mis profesores, yo seguía esclavizado por las decisiones de otros.
¡Quiero ser el que toma las decisiones! Más tarde pensé y me dije lo mismo cuando percibía que los que tomaban las decisiones eran mis jefes.
¡Quiero ser el que toma las decisiones! Esa sensación se acervó cuando tuve la sensación de que hasta los legisladores tomaban mis decisiones al marcarme los límites de lo que podía o no podía hacer.
Pero en un momento dado... fui consciente de que yo también estaba tomando decisiones. Y además me cercioré de lo difícil que es el ejercicio de decidir y más hacerlo de forma permanente. Decisiones en mi vida personal, decisiones en mi carrera, decisiones en mi trabajo. También comprendí que detrás de una decisión hay una responsabilidad y un compromiso con aquellos a quienes va a afectar la decisión que acabas de tomar.
Esta última reflexión logró provocar en mi cierto vértigo y recordar la vieja reivindicación, aquella que repetía una y otra vez de ¡Quiero ser el que toma las decisiones! Al constatar que cada vez que tomaba una decisión era como una “acción-reacción” que no solo me afectaba a mí sino que alcanzaba a otros, sentí cierto arrepentimiento respecto a lo que pensé de quienes consideraba que eran usurpadores de mi derecho a decidir.
Fue en ese momento cuando comprendí que no tomaban decisiones por mí, sino que tomaban aquellas decisiones que su responsabilidad les dictaba como las preferibles en cada situación, como las necesarias aunque los afectados pudiéramos no entenderles, pero no he sido consciente de ello hasta comprobar que mis añoradas decisiones, aun considerándolas las más adecuadas podían hacer que algunos pensaran lo que yo pensé y digan ¡Quiero ser el que toma las decisiones!
Admito que dado que nadie es perfecto, padres, profesores, jefes y legisladores pueden cometer errores en algunas de sus decisiones, pero sobre todo padres y profesores (no todos) no eluden su responsabilidad y compromiso con la decisión tomada, por ello esta reflexión me gustaría llegase a considerarse como una disculpa por lo que no entendí y un ensalzamiento a su fuerza y convicción de estar haciendo lo que entienden es preferible.
La toma de decisiones frecuentemente te coloca ante el dilema de elegir entre más de una solución, no sé, pero a mí eso me hizo recordarles; en más de una ocasión me hubiese gustado  contar con el apoyo de mis padres, de algunos profesores y de aquellos jefes que además fueron líderes, ayuda para elegir la mejor opción y no tener que hacerlo en solitario, como sucede la mayoría de las veces que has de decidir.
Mucho de lo que hace tiempo me molestó, sé que me podría haber ahorrado mucho estrés, tal vez podría haber elegido mejor, y aprovechar más los momentos y oportunidades, pero hoy tomo mis decisiones y trato de hacerlo con responsabilidad y compromiso, lo que no va a impedir que otros piensen ¡Quiero ser el que toma las decisiones!

miércoles, 19 de diciembre de 2012

¡SE ARMÓ EL BELÉN!



Sí, se ha “armado el belén” por el pretendido o supuesto “DESARME DEL BELÉN”; “pretendido” si realmente es cierto que Benedicto XVI se ha pronunciado en ese sentido y “supuesto” porque al parecer no hay verificación de tal hecho. Si tal hecho resultase cierto me parecería patético y si fuese al contrario me parecería triste. Patético porque hay temas mucho más importantes y prioritarios en el mundo, o triste porque reflejaría la querencia humana de dejarse llevar por los rumores, por muy torticeros que sean estos.
Las diferentes opiniones que yo he leído, incluso visto por TV, no se refieren solo a que la mula y el buey no existieron, sino que no hubo pastores que acudiesen a los cánticos celestiales, que la estrella era una supernova por lo que tampoco pintaba nada el ángel que la sustentaba y que los reyes magos de oriente, ni eran reyes ni magos y que procedían de Andalucía, más concretamente de Huelva y aunque les sobra gracia y salero para hacerlo, desde luego Belén no es el “Rocío”.
Hay quién argumenta que el nombre no eclesiástico del Papa es Ratzinger y que siendo alemán como “La Merkel” eran inevitables los recortes hasta en el “Portal”. Otros apuntan que si no había mula ni buey aquello no era un establo o pesebre y si lo era estaba deshabitado, lo que convertiría a María y José en los precursores del movimiento “okupa” ¿Podrán llegar a ser víctimas de un desahucio que les prive del pesebre? No faltan los que con un enfoque tal vez más sindicalista apuntan a un “ERE” desmedido que acabará con el pastoreo en el Belén. Incluso he leído algún comentario de carácter nacionalista que apuntaba a una estrategia centralista para terminar eliminando del Belén al “caganer”.
La mejor noticia es que si todo esto es cierto precisaremos de menos espacio para montar el “nuevo Belén”, lo que en muchos casos puede resultar un alivio, aunque creo que quedan asuntos de fondo latentes y de cierta importancia; por ejemplo: ¿Qué pasará con José?, sí Jesús fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nació de “Santa María Virgen”, sí José ya no tiene que proporcionar pienso o heno a la mula y al buey y no ha de hacer de relaciones públicas con pastores y reyes magos, salvo alguna chapuza de carpintería su papel queda relegado al de mero figurante y por tanto prescindible en época de crisis. Sí yo fuera San José estaría actualizando mi currículo y le terminaría con una frase: ¡Lo hago como Dios!
Y ahora tengo un problema, ¿Como le explico yo a la mula, al buey, al ángel, a los pastores y a los reyes magos que se deben quedar en la caja en la que llevan un año envueltos?, han sido nominados para salir de la casa (en este caso del Belén) y después de tantos años juntos, incluso alguno de ellos descascarillado y que hay que apoyar en la simulada roca para que no se caiga, pero que es una figurilla a la que no queremos renunciar pues era de nuestro abuelo, o ese pato más grande que el río pero al que tampoco hemos querido jubilar, aunque más de uno al llegar a casa nos dijera aquello de: “¿Y ese pato…?”
Hay un tema más material, ¿Qué pasa con las letras de los villancicos que todos conocemos? ¿Qué pasa con un incontable número de obras pictóricas y grupos escultóricos que de forma queda nos muestran a todos esos personajes?  ¿Qué pasa con cientos de miles de figurillas que en fábricas y pequeños talleres han preparado para estas Navidades?, confieso que no me preocupa la Sociedad General de Autores ni las grandes superficies, Pero… ¿Lo notarán los minoristas? Y otro aspecto que además implica una dimensión emocional, ¿Cómo les explicas a los más pequeños de la familia que este año no vienen todos al “Nacimiento”?
Yo tengo mi decisión tomada, este año ninguna figurilla se quedará en la caja, el nacimiento o belén lo montaré como siempre y desde luego, de la mula y el buey no me desprenderé nunca. Además tengo el propósito de esperar a que este debate se serene y empiece a proporcionarme una luz que hoy no puedo ni intuir y me gustaría conocer el famoso y breve párrafo de la página 77 del nuevo libro del Papa sobre la infancia del niño Jesús, que algunas autoridades religiosas citan como desencadenante de tal alboroto (que curiosamente es sinónimo de belén), a pesar de que otras citan que no se realizan tales afirmaciones.
Quisiera decir que espero no haber herido la sensibilidad de nadie, esto no tiene ninguna pretensión ni profundidad teológica, es simple fruto de la permeabilidad que solemos mostrar las personas a todo aquello que nos cuentan, fundamentalmente si nos proporciona cierta dosis de morbo y como esa actitud me genera cierto rechazo he tratado de hacerlo en clave de humor.

domingo, 16 de diciembre de 2012

MI "61" CUMPLEAÑOS



(Con especial dedicación a todos aquellos que se han acordado de mí en este día)

Voy a saltarme lo del tirón de orejas que me parece más un rito tribal que un mensaje de cariño hacia el homenajeado, para centrarme en las intenciones y percepciones.
Ayer cumplí 61 años y tengo que confesar que hoy me siento inmensamente feliz al comprobar la cantidad, inesperada, de amigos y familiares que en persona, de forma telefónica, a través de e-mails, mensajes MSN e incluso mediante comentarios en Facebook, han querido hacerme notar su presencia y cercanía felicitándome en el día de mi cumpleaños, he recibido comentarios y mensajes de todo tipo; tanto los que podríamos llamar clásicos como algunos muy elaborados y muchos otros en clave de humor, alguno de ellos con cierto contenido irónico, pero en todos ellos he percibido calor y cariño, solo puedo decir que estoy sorprendido y encantado por lo que he recibido de todos vosotros.
El calor, cariño y felicidad que yo he sentido me hace difícil entender a esas personas que afloran una carga de negatividad, a veces exacerbada, ante la proximidad de su cumpleaños, y que prefieren no ser felicitados en ese día en que piensan se hacen un año mayores, es como negarse a recibir el gran regalo que supone que la gente se acuerde de ellos, en un día que les puede gustar más o menos, pero que no deja de ser un día señalado, para ellos y para muchos que les quieren, es como si renunciasen a la felicidad, en un día en el que hay muchas personas dispuestas a hacérselo lo más agradable posible.
Cuando estoy ante alguien que manifiesta un “trauma” ante la circunstancia de cumplir un año más, he de hacer un esfuerzo por no preguntarle: ¿Preferirías no cumplirlo? Presenta una compleja dicotomía que plantea una ecuación irresoluble, mantenerse en esta vida sin cumplir años; nunca he oído hablar del síndrome de Dorian Gray pero esta actitud me lo sugiere: ¡El deseo de la eterna juventud!, lo que en el fondo esconde una sobredosis de narcisismo y admiración por sí mismo, al desear por encima de todo conservar su apariencia, rechazando los signos externos del paso del tiempo.
Por fortuna, existe mucha gente, entre la que quiero incluirme, que disfrutan con la oportunidad de seguir adelante junto a personas que demuestran su amistad y cariño, que entienden cada felicitación como un regalo y año tras año disfrutan de ello con ganas de celebrarlo. No se trata de añadir años a la vida, sino de dar vida a los años. Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años.
No se envejece por el mero hecho de cumplir años, se envejece cuando van desapareciendo de nuestro horizonte compromisos, objetivos e ilusiones. Con veinte años el corazón sigue a los ojos. A los sesenta también, pero la inevitable miopía exige la colaboración de otros sentidos porque los años no vienen solos y hay que agudizar todos nuestros recursos para descubrir que no hay años vacíos.
Los años son como peldaños que debería permitirnos acceder a una mejor visión de las cosas que nos suceden y esto no depende de haber vivido más sino de haberlo experimentado, y es que siempre he pensado que en la edad son más importantes los sentimientos que los años cumplidos. Mis cumpleaños y las felicitaciones que reciba siempre serán gratificantes mientras pueda responderme afirmativamente a la pregunta de: ¿Tengo sueños y objetivos por cumplir?
Estos días de conjunción colectiva me parecen una celebración, y una puerta a “los aún” y a “los todavía”, estás ahí para seguir haciendo cosas, cumplir con tus sueños y seguir recibiendo besos, abrazos y felicitaciones. ¡GRACIAS!