RICOBLOG

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domingo, 12 de agosto de 2012

¿OLIMPIADAS O JUEGOS OLÍMPICOS?


(Un paréntesis por la clausura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012)
Olimpiada en sentido originario era una unidad de tiempo usada en la Antigua Grecia (desde 776 a. C.); en la actualidad representa el periodo de cuatro años que transcurre entre cada edición de los Juegos Olímpicos, aunque también es un término utilizado para designar a los propios juegos.
Es evidente que, por lo común, el éxito alcanzado en unos Juegos Olímpicos se considera refrendado por el número y color de las preseas logradas, es decir, por las medallas otorgadas a los tres primeros clasificados de cada competición, oro, plata y bronce para primero, segundo y tercero respectivamente. Bueno además en España contamos con un arma secreta: esgrimir los diplomas olímpicos logrados, que si bien representan un acercamiento a lo deseado, reflejan el no haber alcanzado la meta aunque se nos vendan como “cuasi-éxitos”.
Por otro lado, y dado que los Juegos Olímpicos son eventos deportivos multidisciplinarios, a mi entender exigen que los resultados se analicen más allá del total de preseas obtenidas, al menos por todos aquellos que ostentan alguna responsabilidad en los órganos directivos del deporte, pues la superficialidad de los números puede distraer la atención sobre las realidades que los generan.
También es cierto que las estadísticas apuntan a que el país organizador cuenta con un plus especial para obtener resultados extraordinarios y así suele suceder. En los Juegos Olímpicos de España en 1992 se obtuvieron 22 preseas frente a las 18 de Pekín o las 17 de Londres. A la vista de la escasa diferencia en medallas logradas, la cuestión sería: ¿Es que Barcelona´92 no nos aportó ningún plus? Pues sí, lo hizo, alcanzamos el 6º puesto en el medallero, frente al 14º de Pekín o el 21º de Londres. ¿La razón? En Barcelona se alcanzaron 13 preseas de oro, en Pekín solo fueron 5 y 3 en Londres. Y es que en esto no solo cuenta la cantidad sino la calidad.
Pero hay otros elementos que dibujan perfiles olímpicos muy distintos entre Pekín y Londres, aunque desde diferentes medios de comunicación nos los vendan casi como idénticos, por ejemplo:
Tanto en Pekín como en Londres hemos logrado una medalla en 10 actividades deportivas, pero tan solo 5 de ellas lo han logrado en ambos juegos, en concreto: piragüismo, natación sincronizada, vela, baloncesto y balonmano. Por el contrario el ciclismo, el tenis, la gimnasia artística, el hockey hierba y la esgrima se han visto reemplazados por el taekwondo, la natación, el waterpolo, la lucha y el triatlón. ¿Aleatoriedad o falta de continuidad y solidez en nuestro deporte?
Otro aspecto que entiendo requiere de reflexión es sobre la superficie en que se han obtenido las medallas: En Pekín fueron 7 en el líquido elemento, 11 sobre superficie sólida y ninguna sobre superficie mixta (triatlón), sin embargo, en Londres han sido diez en el líquido elemento, seis en superficie sólida y una en superficie mixta. Esto nos dice que mientras que en Pekín las medallas ganadas en agua representaron aproximadamente un tercio del total, en Londres han supuesto prácticamente el 60%.
Esto nos da un dibujo de donde se han ganado las medallas, pero… ¿Quién las ha ganado? En Pekín los 5 oros llevaron el sello masculino, también 7 de las diez platas y 2 de los tres bronces, es decir, las participantes femeninas tan solo aportaron 4 medallas de las 18, es decir, poco más de un 20%, sin embargo en Londres las medallas femeninas han sido 2 de las tres de oro, 5 de las diez de plata y las 4 de bronce, lo que da un total de 11 medallas que representan el 65% de lo logrado.
Insisto en la necesidad de reflexión de los responsables de los diferentes estamentos deportivos mientras los demás disfrutamos del esfuerzo, sacrificio y compromiso de todos nuestros deportistas, hayan o no obtenido su anhelada presea, porque si ganar una medalla exige un duro entrenamiento, más duro es darlo todo durante muchos años y no obtenerla.
Pero, mientras tanto, siempre tenemos un broche de ingenio y si recientemente alguien acuñaba la frase de “Soy español, ¿A qué quieres que te gane?” Hoy ya hay quién ha alargado la frase en una solemne declaración: “Soy español, ¿A qué quieres que te gane mi mujer?
Bueno, sigo de vacaciones hasta septiembre.