RICOBLOG

RICOBLOG

jueves, 22 de diciembre de 2011

UN AÑO DE RICOBLOG

Hola, hoy se cumple un año de tu primera publicación y tomándome la libertad de erigirme en portavoz de tus “Cómplices y Amigos” me gustaría hacerte una pequeña encuesta, ¿Puedo? - Por supuesto -

Pregunta. ¿Qué te empujó a iniciar un Blog?

Respuesta. La sensación de disponer de un tiempo libre del que antes no disponía o nunca supe encontrar y hacer algo que siempre he deseado, expresarme por escrito.

P. ¿Expresar qué?

R. Bueno, expresar algo, cualquier cosa que en cada momento sintiese la necesidad de compartir.

P. ¿Quizás eso hace que no sea un Blog temático?

R. ¡Sin duda!, y nunca lo he pretendido, he priorizado la diversidad a la especialización tratando de mostrarme como soy, aunque eso depende más de la opinión de quienes lo visitan que de lo que yo pretenda.

P. ¿Si tuvieses que definir tu Blog, como lo harías?

R. Lo que puedo definir es lo que desearía, me gustaría que se percibiese como un espacio abierto donde se vuelcan mis emociones y se pueden encontrar mis opiniones personales respecto a dichas emociones, con la posibilidad de comentar o contestar desde el acuerdo o el desacuerdo.

P. ¿Eso quiere decir que te importa la opinión de los demás?

R. Por supuesto, confieso que inicié el Blog para mí, como un divertimento personal y una gratificación de mi ego, sin embargo, en estos momentos no reconocer que el Blog ya no solo es mío sería una insensatez, mi sensación es que el Blog es cada vez más un punto de encuentro colectivo, por lo que la voz no puede ser única.

P. ¿Exactamente qué quieres decir?

R. Quiero decir que los demás están ahí y me lo demuestran día a día; muchos con sus visitas, algunos a través de correos y otros mediante comentarios directos en el Blog. Pero sea cual sea la señal que recibo el mensaje es el mismo: ¡RECUERDAME!

P. ¿Quieres decir que hoy escribes de otra manera?

R. No, no lo creo, seguramente sigo cometiendo los mismos errores literarios, de hecho me he apuntado a un taller de escritura para perfeccionar, o al menos mejorar, mis deficiencias técnicas, lo que sí sé es que escribo desde un espacio emocional distinto, un espacio del que he desaparecido como protagonista para convertirme en un proveedor de ideas y sensaciones para los demás.

P. Última pregunta: ¿Cómo valoras Ricoblog después de un año?

R. ¡Sorprendente e inesperado! El 13 de febrero, prácticamente dos meses después del inicio del Blog, celebraba las 1.000 visitas, lo hacía impresionado y gozoso al superar todas mis expectativas, pero diez meses más tarde estamos por encima de las 21.500 visitas y esto no lo he hecho yo solo. ¡Es evidente que el protagonista ya no soy yo!

P. Entonces una pregunta más ¿Qué podemos esperar de Ricoblog en su segundo año?

R. Esta pregunta tiene dos dimensiones, yo puedo responder a una de ellas, desde el convencimiento de que es más difícil mantenerse que llegar, por ello pondré todo mi esfuerzo en estar ahí, convencido de que la sinceridad, la transparencia y la entrega de uno mismo es lo único que merece la pena. La otra dimensión depende de los demás, el Blog se mantendrá vivo si hay participación, si percibo señales de que su contenido interesa.

Sea cual sea el futuro del Blog, este primer año ha resultado indescriptible.

sábado, 17 de diciembre de 2011

¡QUE VIENE EL GORDO!

¡Qué viene el Gordo! Expresión que de niños nos hubiese hecho temblar y que de adultos nos sigue haciendo temblar aunque por razones distintas.
El Sorteo Extraordinario de Navidad, también conocido como Lotería de Navidad, es sin duda, el más popular que se celebra en España. Aprobado por las Cortes de Cádiz en 1811, se celebró por primera vez en 1812, el premio gordo fue para el número 03604, el precio del billete (los diez décimos) era de 40 reales y el premio de 8.000 pesos fuertes (moneda de 27 gramos y un 97% de plata pura).
Este año, casi 200 años después, la crisis económica y el aumento en la cantidad asignada a los premios principales, está siendo las causas de un aumento en las ventas de décimos, tanto en su forma tradicional a través de las administraciones como vía internet. La crisis económica hace que la gente se ilusione e intente esta opción para “tapar agujeros” aun admitiendo la dificultad de resultar agraciado, incluso muchos, por no decir la mayoría, pronostican por adelantado el fiasco de no estar entre los afortunados; esto convierte al 22 de diciembre en el día de la salud, pues la frase más repetida ese día es: “Lo importante es tener salud”.
En cuanto al aumento de los premios principales, El Gordo pasa a suponer 400.000 euros por décimo en lugar de los 300.000 del año pasado y el segundo premio también crece pasando de 100.000 euros por décimo a 125.000, el tercero ya no presenta variación alguna y se mantiene en los 50.000 euros al décimo como en 2010.
De esto se ha enterado todo el mundo, entre otras cosas por que “Loterías y Apuestas del Estado” se ha preocupado de publicitarlo. Lo que sin duda no ha trascendido, al menos con el mismo grado de penetración, es otro aumento que se produce en este sorteo, me refiero al de los números en juego que han pasado de los 85.000 números distintos de 2010 a los 100.000 de 2011, lo que provoca una disminución en la probabilidad de que a una persona le toque uno de los premios.
A la vista de esto, “matemáticamente, la mejor opción es no jugar” y es que el cálculo de probabilidad de que “toque” es muy sencillo, la fórmula es conocida por todos: “casos favorables entre casos posibles”, es decir, si compro un determinado número para el sorteo, la probabilidad que existe de que me toque el gordo de Navidad es de 1 entre 100.000, o sea, un 0,001 por ciento, la pregunta es sencilla ¿Cuántas cosas emprenderíamos en nuestra vida si la probabilidad de éxito fuese esa?
Otro aspecto inherente a este sorteo es el “error típico” de que hay administraciones más afortunadas que otras, cuando lo que sucede es que su volumen de ventas es infinitamente mayor, por lo que razonablemente ha de repartir una mayor cantidad en premios. Aun siendo una creencia errónea, lleva a muchas personas a hacer largas “colas” ante determinadas administraciones. O la mitomanía de perseguir, como sea, un determinado número que representa o refleja la fecha de un determinado evento, como los atentados de Nueva York, el terremoto de Lorca o el día en que la selección española ganó el mundial de futbol. Parece que este año el número más buscado está siendo el que recuerda el día en que se casó la duquesa de Alba, otros números perseguidos este año son, la visita del Papa y el 15M.
Es evidente que estas supersticiones, sobre la administración o la simbología dada al número ponen de manifiesto la baja conciencia matemática de nuestra sociedad y es que con independencia de la administración en la que se compre o la fecha que aparente representar, la probabilidad de que toque el gordo, en ese número, sigue siendo del 0,001 por ciento.
Solo hay un ganador seguro año tras año y es: “Loterías y Apuestas del Estado”, por ejemplo, este año el total de la emisión asciende a 3.600 millones de euros de los que se suele vender el 90%, es decir, 3.240 millones de euros y dado que el total de premios a repartir alcanza la cifra de 2.520 millones de euros, en el peor de los casos, las arcas registrarán una entrada neta de 720 millones de euros y digo en el peor de los casos porque a dicha cifra habría que sumarle aquellos números o fracciones de número que habiendo resultado premiados, formen parte de ese 10% que no ha sido vendido.
Me gustaría desearos suerte a todos, pero eso no es posible, el gordo solo recae en un número y preferiría que fuera el mío. Jajaja…

miércoles, 14 de diciembre de 2011

¡Y YA VAN SESENTA!

Mañana es mi cumpleaños. Me levantaré con un año más durante el que es probable que haya acumulado nuevas experiencias, unas mejores que otras, miraré el móvil y tendré algunos mensajes de gente que ha recordado la fecha. Recibiré algunas llamadas por teléfono y me preguntarán si tengo previsto algún plan por ser mi cumpleaños. Les diré que no tenía nada planeado. La costumbre de cumplir durante tantos años lo ha convertido en un día normal.
Eso es lo que diré pero no es cierto, ya lo veo. Me levantaré, y me diré a mí mismo: “Es mi cumpleaños. Tengo un año más, el día de hoy ha de ser especial.” Y es que cuando cumples años te crees que todo el mundo debería tener la obligación de saberlo y tratarte de forma especial porque en el fondo, tú sientes ese día como señalado con el estigma de la felicidad, incluso ante la gente con la que te vas cruzando por la calle, que aunque no te conocen  deberían notar que para ti es un día especial.

Si recibes algún regalo te parecerá lógico y lo aceptarás con gusto, si no recibes ninguno sentirás como un vacio, como si al mundo se le hubiera olvidado que es tu cumpleaños. Parece que uno espera que el día de su cumpleaños se encuentre próximo a la perfección, que le haga sentirse pletórico y llegar a la noche satisfecho con los acontecimientos, pero en general esta posibilidad depende más de las expectativas que de lo que previsiblemente ha de suceder.

Algunos dicen que uno se siente más viejo de repente. En mi caso, después de tantos “quince de diciembre”, estoy entrenado y desde luego no experimento esa sensación; recibo la nueva edad tan solo como un año más y con la sensación de que lo mejor de cada edad es cumplir la siguiente, de empezar un nuevo periodo de 365 días para seguir aprendiendo y afrontando nuevos objetivos, y si físicamente he de menguar lo trataré de contrarrestar con un crecimiento personal, fundamentalmente en el terreno de las emociones.

Por otro lado, como soy de natural vanidoso, también comentaré que me encanta esa esperada frase de: “¿Qué cumples 60 años? ¡No lo aparentas para nada!” y desde luego no me cuestiono si es un comentario sincero o de complacencia y no lo hago porque evidentemente lo acepto como sincero, o eso es lo me digo a mí mismo. Jajaja… Además llevo mucho tiempo oyendo proclamar el 90 – 60 – 90 como un ideal. Pues bien, si ya  he alcanzado el 60, ¡Ahora a por los 90!

Pero no puedo “dormirme en los laureles” y he de espabilar si quiero hacer todas esas cosas que aun deseo hacer y todas aquellas que debo hacer. Sin duda mañana será un día especial ¡Será el primer día del resto de mi vida! Por ello me deseo “un feliz cumpleaños” y a vosotros que os sintáis tan plenos como me siento yo.

domingo, 11 de diciembre de 2011

MIS "LARGOS ABRAZOS"

Desde luego no tengo ningún inconveniente en explicar, como me habéis pedido algunos, por qué es habitual que en mis despedidas utilice la expresión “Un largo abrazo”, en la que os llama la atención el adjetivo “largo”, pero antes creo que debo aclarar lo que para mí significa dar un abrazo, que a veces puede decir o expresar todo lo que se quiere.
Pertenezco al colectivo que piensa que el contacto físico nos ayuda a sentirnos bien, y un exponente claro de dicho contacto físico es el abrazo. Un abrazo puede suplir esas palabras adecuadas que en algunos momentos no encontramos para expresar nuestros sentimientos, o paliar una cierta falta de atrevimiento por timidez personal.

Aspectos como estos nos conducen a una pregunta, ¿Qué nos proporciona un abrazo?: Cuando un amigo está en problemas el abrazo significa “cuenta conmigo, aquí estoy para ayudarte”. Si hace tiempo que no ves a alguien significa “que alegría verte de nuevo”. Si alguien ha perdido un ser querido es un “no estás solo, comparto tu dolor”. Si es un momento especial es “tu alegría es la mía”. En definitiva es una muestra de solidaridad y acercamiento.

Y es que un cálido y sincero abrazo transmite confianza, protección, amor, seguridad, fuerza, etc., los abrazos suelen provocar ciertas reacciones fisiológicas positivas y no solo en quién es abrazado sino en quién abraza, pues mediante el abrazo realizamos un acto que supone afianzar nuestros sentimientos.

Creo que el abrazo debe hacerse desde el corazón, con la calidez suficiente que permita sentir, al abrazado, las emociones que se desean transmitir y sostenido en el tiempo para que demuestre el verdadero compromiso del abrazo entregado; un abrazo fugaz puede resultar protocolario, frio y ausente de sentimientos, este tipo de abrazos solo pueden generar indiferencia o rechazo.

Esto que en una dimensión física puede resultar más o menos fácil en función del grado de sinceridad que se transmite, se complica cuando el abrazo es una expresión escrita, lo que me ha llevado a tratar de enfatizar el mensaje mediante la expresión “un largo abrazo”, que responde al deseo de resaltar la entrega mediante el abrazo y el compromiso del mismo al sostenerlo más allá de lo que supone un simple abrazo.

Siempre que decidas dar un abrazo, entrega tu alma, conecta tus sentidos, permite que fluya la simplicidad de un gesto que puede marcar grandes diferencias. ¡Bríndate en cada abrazo…!  Así contribuirás a la felicidad de otros y a la tuya propia.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

OPORTUNIDAD - riesgo

“Algunos siempre encuentran sitio para aparcar, otros se quejan antes de arrancar el coche porque no habrá sitio”. ¿Oportunidad, Riesgo o Actitud?

Es fácil entender que una oportunidad es una coyuntura en la que se da una conveniencia de tiempo y lugar que posibilita nuevas opciones, sin embargo, no es la única percepción que se tiene ante las diferentes oportunidades que se nos presentan, también percibimos el vértigo de posibles riesgos y que lo que parecía una oportunidad termine siendo un contratiempo; si no se diese esta segunda percepción nunca dudaríamos en intentar aprovecharlas todas.

Este juego de Oportunidad-Riesgo a veces nos conduce a fantasear soñando con ser lo que no somos o tener lo que no tenemos, ¿Quién no se ha puesto alguna vez el “disfraz de héroe” con el que romper barreras? ¿Quién no ha forjado alguna vez un sueño que le permite lograr lo que desde la realidad se antoja inalcanzable? Esta conducta nos permite llegar, emocionalmente, a metas gozosas desde la impunidad.

Algo sobre lo que no cabe ninguna duda es que a lo largo de nuestra vida tropezamos con un sinfín de oportunidades, situaciones que modificarían nuestro rumbo habitual si decidiésemos afrontarlas, pero ante muchas de ellas algo nos paraliza y al impedirnos su aceptación o riesgo, declinamos la posibilidad de cambio. Otras veces nos pasan desapercibidas porque se alejan considerablemente de nuestro razonable entorno de aceptación.

Esa privación del deseo de modificar un estatus habitual viene provocada por una rara sensación de inseguridad que tiene su origen en un dilema: Este no es otro que la probabilidad de que se presenten contingencias adversas que no compensen las expectativas de mejora personal, o que sencillamente lleguen a exigir esfuerzos o sacrificios a los que no estamos dispuestos. La trayectoria unidireccional de nuestro proceso mental nos invalida, en ocasiones, para detectar las oportunidades que pueden surgir con motivo de las adversidades que se nos presentan, que pueden venir acompañadas de posibles nuevos horizontes.

Esta conducta humana se manifiesta en múltiples órdenes de nuestra vida, de hecho, en el mundo financiero o terreno de las inversiones se tabula desde el concepto de “Aversión al riesgo” que recoge la predisposición de una persona a aceptar una oferta (oportunidad) con un cierto grado de riesgo antes que otra, que aun con mayor rentabilidad se perfila como de mayor riesgo. Desde este mismo ámbito también se ha acuñado el término “Coste de oportunidad” que representa el valor de aquello a lo que se renuncia. Y es que aunque en la actualidad la unidad de cambio transaccional sea el dinero, el “trueque” sigue presente en nuestras decisiones y es que cuando elegimos algo lo hacemos “a cambio de otra alternativa”.

Pero al margen del terreno de la economía y las finanzas, las personas seguimos teniendo que tomar decisiones sobre las oportunidades y riesgos que se nos presentan cada día. Desde mi experiencia personal puedo decir que las mejores cosas me han pasado siempre que he dicho “SÍ”, siempre que he dado un paso adelante pensando más en las ventajas que en las posibles adversidades.

¿Mi último sueño? Crear la norma “ARO” Análisis de Riesgos y Oportunidades”. Lo he abandonado porque me parece pretencioso y es que en la toma de decisiones ante las posibles oportunidades intervienen un sinfín de variables, tanto culturales como emocionales, incluso en ocasiones el entorno o momento en que se presentan y solo se me ocurría el primer punto:

“En caso de duda se valiente aunque no suicida”.

sábado, 3 de diciembre de 2011

¡TENGO QUE APRENDER A DIALOGAR!




Debo partir desde mi concepto de diálogo como la búsqueda de un punto de encuentro entre los que dialogan y aunque es cierto que existen gestos, muestras y señales, el protagonista destacado del diálogo es “LA PALABRA”.

En un mundo en que las palabras son tan importantes, un verdadero diálogo es fundamental; está claro que no todo se dice con intención de hacer daño, o de mostrar ingratitud o supremacía sobre el interlocutor, pero no es menos cierto que existen algunos elementos tóxicos para el diálogo sobre los que conviene reflexionar:
Puntualizar: Por racional y serena que sea la puntualización, si se convierte en habitual será generadora de conflictos.

Recriminar: Recibir palabras desde la recriminación dificulta la aceptación y empuja a la defensa lo que obstaculiza el encuentro de soluciones.

Sermonear: El silencio del sermoneado no suele estar acompañado de la escucha, es un simple bloqueo emocional o una señal de desinterés.
Reprobar: Responder con un “Sí, pero…” tras una aparente aprobación viene lo que se percibe como un reproche o censura.

¡Te lo dije!: Provoca irritación y alejamiento, es como “meter un dedo en el ojo”.
¡Lo hago solo por ti!: Demuestra falta de gratuidad o generosidad; empuja a pensar que se espera una compensación.

¡Deja, que ya lo hago yo!: Fórmula aparentemente educada, pero en el fondo jactanciosa y descalificante para el interlocutor, suena a juicio o sentencia sobre la incapacidad del interlocutor.
Es evidente que no se trata de una lista cerrada, pero tal vez suficiente para llevarnos a la reflexión de que nuestra forma de decir las cosas puede provocar  estados de ánimo no deseados, o peor aún, nos desnuda, mostrando lo que realmente pensamos pero tratamos de disfrazar.

Que nuestra capacidad de diálogo mejore pasa por reconocer de forma humilde que a veces fallamos, que no prestamos la suficiente atención a nuestro interlocutor para detectar que se encuentra en una mala situación o que su interpretación ha sido errónea; ese reconocimiento lejos de ser una debilidad es una fortaleza extraordinaria para un buen diálogo y existen técnicas que nos pueden ayudar:
Preguntar antes de afirmar: La razón es buscar y sopesar argumentos antes de aceptar como bueno o definitivo lo que creo saber. Requiere de un proceso intelectual crítico.

Pedir comprobación antes de sentenciar: Confirmar las respuestas obtenidas. Toda sentencia implica un pronunciamiento que fija una posición, que puede resultar desafortunada o precipitada si no han sido convenientemente verificadas las respuestas. En este propósito la técnica de parafrasear dichas respuestas será una magnífica alianza.
Evocar antes de explicar: Mediante la evocación podemos acceder al terreno emocional de nuestro interlocutor, menos proclive a la confrontación que el ámbito racional dominado desde la capacidad cognitiva, y es que como decía Santo Tomás de Aquino “No existe nada del intelecto que antes no pase por los sentidos”.

Actuar antes de pensar: Generalmente nos dejamos atrapar por la aceptada supremacía del pensamiento sobre la acción, pero el conocimiento de lo que hay que hacer no garantiza la capacidad o dominio de su ejecución; eludir esta situación requeriría incluir en el diálogo acciones concretas para posibilitar el logro de las metas.
Estas técnicas, pautas o “artes” nos pueden ayudar a crecer en nuestra condición de dialogantes, y como tantas otras son entrenables, no son simplemente herramientas estratégicas, son un claro paso hacia el crecimiento personal.

jueves, 1 de diciembre de 2011

RESIGNACIÓN, TOLERANCIA O ACEPTACIÓN

Resignación, Tolerancia y Aceptación, sin duda suenan a términos convergentes y que los tres implican que “algo se admite”, pero las diferencias surgen cuando se analiza en qué grado o con que consecuencias se realiza esa admisión.

Los términos mencionados responden a la forma sustantiva de los verbos resignar, tolerar y aceptar. Resignar significa: “Someterse, entregarse a la voluntad de alguien, conformarse con las adversidades”. Tolerar es: “Sufrir, llevar con paciencia, resistir, soportar”. Y Aceptar: “Aprobar, dar por bueno, acceder a algo”.

Una vez más el propio lenguaje tiene una dimensión emocional, y es que mis sensaciones serán distintas cuando me someto, cuando soporto o cuando acepto. Mi forma de percibir las cosas y en consecuencia mis reacciones vendrán condicionadas por los estímulos que condicionen mi conducta.

Desde la postura de la “Resignación” se realiza un acto de abolición de la personalidad, se cae en el sometimiento, se renuncia a la propia voluntad y uno se entrega a lo inevitable: “Nada depende de mí, todo sucede porque no podía suceder de otra manera… ¿Qué podía hacer yo?”. Eso es lo que se dice el resignado, ajeno a su posible protagonismo en todo aquello que le sucede. ¡PARA MÍ ES COBARDÍA!

¿Y desde la “Tolerancia”? ¿Qué sucede desde la tolerancia? Tal vez es la respuesta ante aquello que no nos gusta pero que no queremos o no nos atrevemos a hacer frente, que nos hace pensar que socialmente nuestro posicionamiento puede ser cuestionado, o que nuestro fuero interno aun se cuestiona. ¡PUEDE NO SER COBARDÍA, PERO SÍ FALTA DE CLARIDAD!

Y nos queda la “Aceptación”, la aceptación es un estado emocional que nos permite una comunión perfecta entre quienes somos y lo que pasa a nuestro alrededor, solo desde la aceptación podemos comprometernos con lo que sucede y solo eso, el compromiso, nos permite convertirnos en actores de los acontecimientos que nos rodean. Nos gusten o no, procurando potenciarlos o modificarlos, pero desde dentro y formando parte de ellos. ¿Cómo puedo no participar en aquello que me afecta personalmente?

Por otro lado, la idea de aceptación aparece muy vinculada a la psicología y la autoayuda. En este sentido, “aceptación” se refiere a que una persona aprenda a vivir con sus errores; es decir, que acepte su pasado. De esta manera, podrá encarar el futuro con una nueva perspectiva y aprovechar las oportunidades que le brinda la vida.

La aceptación también puede estar dirigida hacia otras personas, con un sentido similar: aceptar sus errores y sus equivocaciones, priorizando lo bueno por encima de aquellas cuestiones que generan dolor, rechazo o cualquier otra emoción que clasificaríamos como negativa.

La aceptación incluso puede referirse a la aprobación física, cuando un sujeto tiene que aprender a aceptar su cuerpo tal como es y evitar sentirse deprimido al respecto.

La decisión es tuya: “Resignación, Tolerancia o Aceptación”. Mi opinión, que nunca consiste en una recomendación o consejo, es que: La resignación es pobre, la tolerancia es gris y la aceptación te hace grande.