RICOBLOG

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domingo, 30 de octubre de 2011

¿POR QUÉ NO ME DIVIERTE VER CUADROS?

Mientras me encontraba en plena reflexión de por qué no me divierte ver cuadros, tropecé con una cita de Picasso que textualmente dice: “Todo el mundo quiere entender el arte ¿Por qué no intentar entender el canto de un pájaro? ¿Por qué se ama la noche, las flores, todo lo que nos rodea, sin intentar entenderlos? Pero en el caso de una pintura la gente tiene que entender. (…) Quienes intentan explicar las pinturas andan muy desencaminados”.
Tal vez ese era mi problema, mi convencimiento sobre la falta de comprensión o entendimiento de los cuadros que miraba, sin embargo decidí investigar un poco más lo que me llevó a recabar un par de comentarios adicionales:

“En la música hay formas sonoras compuestas en un fragmento de tiempo; en la pintura formas visuales compuestas en un pedazo de espacio. Un megalómano cierra sus ojos para escuchar la música con toda intensidad; cuando miramos un cuadro ¿Al menos amortiguamos otros sentidos para centrarnos solo en ver”.

“Un cuadro como cualquier objeto artístico es una “obra abierta”, no es solo una expresión del pintor sino que se completa, se cierra con la mirada y las sensaciones que provoca en el que lo contempla; es decir, el espectador reelabora el objeto artístico con su percepción personal”.

Estos cometarios me abrían nuevas vías respecto a la sentencia de Picasso, pero me sonaban un tanto abstracto. Si quería progresar en el acto de mirar cuadros, necesitaba cosas más concretas; una conversación con una amiga muy vinculada al mundo de la pintura, me facilitó algunas pistas:

Hay varios aspectos que podemos apreciar en una pintura: la temática, la técnica, el manejo de espacios, luces y sombras, perspectiva y estilo al cual pertenecen, que completan la visión personal del observador.

Temática: Cada pintura tiene un motivo, a veces reconocible y otras no pero siempre interpretable. Muchas veces, también hay un trasfondo místico, otras un gran simbolismo o una abstracción que define al cuadro.

Técnica: La técnica empleada en un cuadro puede ser acuarela, oleo, acrílico, tempera, carbón, etc. Esto habla, no solo del material con el que se efectuó la pintura, sino también del soporte (papel, tela, etc.) y el instrumental empleado. En función de esto hay manejos del claroscuro, luces, brillos, pinceladas, etc., que denotan el nivel adquirido por el artista y la destreza con que domina dicha técnica.

Manejo de espacios, luces y sombras: Especialmente en algunos movimientos o estilos pictóricos se destaca el manejo de estos aspectos. Pintar un cuadro implica plasmar en dos dimensiones (ancho x alto) lo que ocurre en un escenario en tres dimensiones (ancho x alto x profundidad). El dominio de la luz y la sombra permite visualizar la profundidad y la reflexión de la luz sobre los objetos. La maestría de un artista radica muy especialmente en el dominio de estas habilidades.

Perspectiva: La perspectiva implica un conocimiento real de la relación de tamaños, alturas, forma y proporciones entre objetos situados a determinada distancia del observador respecto de otros situados a una distancia mayor. La perspectiva es, por otro lado, una de las técnicas más difíciles de adquirir, donde interviene de manera preponderante la habilidad natural de un pintor.

Estilo: Un estilo es una serie de códigos que permiten identificar a una obra como perteneciente a una época y forma de encarar un cuadro, de manera particular. Cada época ha generado un estilo reconocible ligado a la evolución del resto de las artes.

Gusto y apreciación personal: Partiendo de los conocimientos y experiencias personales cada persona interpreta libremente una obra de arte. El conocimiento de los parámetros mencionados anteriormente enriquece esa apreciación y hace que se pueda observar de manera distinta que un objeto sin valor artístico.

Bueno lo cierto es que lo veo complicado; tengo la sensación de que las pautas facilitadas por mi amiga no son de incorporación inmediata y que exigen ponerlas una y otra vez en práctica intentando convertirlas en hábitos, por lo que, a corto plazo, continuaré en una situación similar, aunque desde luego voy a intentarlo, ¡Alguien me ha mostrado un camino! 

viernes, 28 de octubre de 2011

MIS QUIMERAS. "Fiesta en mi armario"

Lo que os voy a contar puede haceros pensar que he perdido la cordura, no me extraña, yo mismo llegué a pensar que me estaba volviendo loco, pero las cosas sucedieron de esta manera y necesito compartirlo.

Llevaba un par de días buscando el último “polo” que me había comprado, de un blanco precioso, pero no había manera de encontrarlo, ni en el cesto de la ropa sucia, ni el de la ropa de plancha, ni en las últimas maletas utilizadas; removí una y otra vez el armario sin resultado alguno, sin embargo, la última vez que lo hice tuve una rara sensación, aunque no sabría explicarlo, se que no tiene sentido pero esa sensación fue que el resto de mi ropa estaba rara.

No sé que me empujó a hacerlo, pero decidí no cerrar totalmente las puertas del armario sino entornarlas y estar atento a lo que pudiera suceder; reconozco que sentí un escalofrío y agité repetidas veces mi cabeza, a la vez que palmeaba mis sienes, como hacemos con un aparato viejo pensando que es posible eliminar interferencias y malas señales, pero nada cambiaba así que decidí prestar atención al interior del armario y esto es lo que escuché:

“Está buscando al nuevo” decían algunos jerséis, la sudadera, única en el armario sentenció: “después de su primera salida ya no ha regresado, cuando le habíamos acogido como uno más, no lo puedo entender”. El grupo de vaqueros, al unísono, decían no entender tampoco su ausencia, el más veterano de ellos, un vaquero rozado y descolorido, argumentaba: “No puede ser porque se sintiese inferior, era un igual para todos nosotros, en este armario nadie es Ralph Lauren, ni Lacoste"; las camisas se apresuraron a intervenir, por aquí nunca hemos visto prendas Burberry, Armani o Gucci y hasta los bóxers matizaron que ni los Calvin Klein habían sido vistos por allí. Las corbatas se volvieron todas a mirar a una de ellas, pero inmediatamente una precisó: “de acuerdo ellas es una Hummer que regalaron a nuestro propietario, pero es muy sencilla y desde el principio se integró perfectamente en el grupo”.

Desde el fondo del armario escuché una voz ronca que identifiqué como procedente del viejo y vetusto gabán: “Estos jóvenes no saben apreciar lo que tienen, siempre andan tras cosas diferentes, ¡No volverá!”. Los trajes en un intento de aportar cierta serenidad, le recriminaron cariñosamente: “Anda viejo gruñón no seas así, no sabemos si se ha extraviado, o simplemente haya sido olvidado, puede que nos esté echando mucho de menos aunque su estancia entre nosotros haya sido corta; los calcetines, acostumbrados a estar más cerca del suelo que el resto de las prendas del armario, trataron de imponer calma: “¿Por qué no esperamos unos días a ver qué sucede?"

Tras cerrar cuidadosamente las puertas del armario y conseguir recuperarme del estado de shock que aquello me había producido, empecé a pensar donde había estado por última vez llevándole incluido en mi equipaje. Por fin lo recordé y me apresuré a llamar al hotel preguntando si lo habían encontrado. ¡Bingo!, la respuesta fue afirmativa y se ofrecieron a hacérmelo llegar, cosa que les agradecí.

Unos días después recibí un sobre grande con mi “polo nuevo”, lo lavé y planché con cierto mimo antes de reintegrarlo al armario. Ante la posibilidad de que tuviese lugar un acontecimiento similar al de días atrás, decidí entornar en lugar de cerrar las puertas y permanecer a la expectativa. Pronto pude escuchar:

¿De dónde vienes? ¿Qué ha sucedido? ¡Cuenta, cuenta! Todos estaban nerviosos e inquietos, fue el propio novato el que debió pedir calma para explicarse: “La verdad es que ha sido duro pero sencillo, fui olvidado en la habitación de un hotel, pase a una bolsa con el número de habitación de la que procedía, al parecer alguien me reclamó por lo que me han enviado a través de un mensajero y aquí estoy, pero a pesar de mi corta estancia en este armario, os he echado mucho de menos”.

Y en ese momento pude contemplar cómo se produjo la explosión:

Los vaqueros iniciaron una serie de contorsiones rozando sus ásperas telas y costuras entre sí, creando un ritmo que invitaba a bailar, los demás no se hicieron esperar y pantalones y jerséis, camisas y trajes empezaron a emparejarse entregándose a una alegre danza de bienvenida, las corbatas revoloteaban como nerviosas y coloridas serpentinas, era toda una fiesta, los tirantes se entretejieron dando forma a una especie de cama elástica sobre la que brincaban bóxers y calcetines, ¡El nuevo había vuelto! El blanco novato se acercó hacia el fondo del armario para saludar al viejo y vetusto gabán, quién con su voz ronca sentenció. “Ya les dije que volverías, no sé porqué dudaban de tu regreso”.

Con cautela y desde mi anonimato me uní a la fiesta descorchando una botella de cava y aunque momentos después la calma volvió al armario, yo ya no podría olvidarlo, ¡Mi armario tenía vida propia! ¡Su vida! Y yo debería tenerlo en cuenta a la hora de cuidar a cada uno de sus componentes.

martes, 25 de octubre de 2011

LIMPIA, FIJA Y DA ESPLENDOR

Hoy 25 de octubre de 2011, soy consciente de que llevo prácticamente un año cometiendo irregularidades ortográficas y eso, a pesar de ser un aspecto que siempre me ha gustado cuidar: como se escriben las palabras, como han de pronunciarse, como se acentúan y una utilización de los signos de puntuación lo más correcta posible, es cierto que a finales de 2010 conocí que se estaban cocinando algunas modificaciones por parte de la RAE y del resto de Academias de países hispanoparlantes (creo que en total fueron 22 los cocineros).

Al parecer, esas modificaciones entraron en vigor el 1 de enero de 2011, y con más amplitud de lo que yo conocí, no obstante, con independencia de que hayan sido más o no, lo más preocupante es que ha existido una divulgación escasa, por no decir nula, de las mismas, lo que me hace pensar que dichas modificaciones estén siendo utilizadas por una minoría, mientras la mayoría hemos sido desterrados a una especie de “seudo-analfabetismo”, por mantener una ortografía por la que incluso a veces hasta hemos podido ser felicitados.

Creo que no habrá ninguna duda en que la ortografía es un terreno altamente sensible que convierte cualquier reforma en problemática, no podemos olvidar que son normas y reglas que se aprenden, con gran esfuerzo, en la niñez y que incluso durante la adolescencia y juventud, sin excluir la edad adulta, no deja de ser un aspecto árido. Si llevas años poniendo o no una tilde a una misma palabra según que tenga un rol de adverbio o de adjetivo, o de que sea un determinante demostrativo frente a un uso pronominal y ahora eliminan la tilde sea el caso que sea, es como si te estuviesen quitando algo que ya te pertenecía.

Hablemos de la tilde:

Se suprime en el adverbio solo y en los pronombres demostrativos: Ya no deberemos escribir “Tomo café sólo” para decir que es lo único que tomo, escribiremos “Tomo café solo” y tendremos que ir a buscar el contexto (si lo tenemos) para determinar si es lo único que tomo o que lo tomo sin leche.

Supresión de la tilde en la conjunción “o” entre cifras: “eran 5 ó 6”, pasa a escribirse “eran 5 o 6”, según la tipografía de letra o la escritura manual el riesgo de confundir la conjunción con un cero es patente.

Guión, perdón guion, ya no se escribirá con tilde, como por ejemplo riáis o truhán, que deberán escribirse riais o truhan, ya que pasan a ser considerados monosílabos, sin importar que en unas regiones se pronuncien como hiatos y en otras como diptongos.

Pero sin entrar a valorar estas modificaciones, lo que más me llama la atención es que se dice que no se condenará el uso de la tilde en el caso de “solo” o de los “demostrativos”, en casos de ambigüedad (falta conocer quién arbitrará cuando hay ambigüedad y cuando no), sin embargo escribir guion con tilde será considerado una falta de ortografía. ¿Cómo se entiende que una misma norma sea complaciente o implacable en unos casos y no en otro?

Otras modificaciones han sido:

La “i” griega será “ye”, por lo que la “i” latina pasa a ser simplemente “i”.

Ch y Ll ya no son letras del alfabeto, son simplemente “signos ortográficos de dos letras”, por lo que las letras del abecedario pasan a ser 27.

El prefijo “ex” se escribirá unido a la base léxica si afecta a una sola palabra, ejemplos: deberá escribirse “exministro”,  “excónyuge”, etc., salvo que preceda a una palabra compuesta, ejemplo: ex capitán general.

Por último y por no aburrir, hablaré de la pronunciación de algunos paises de habla hispana:  la “b” será “be” y no “be alta”, “be larga”, etc.  Y la “v” será “uve” y nunca “be corta” o “be baja”.

Una cosa es cierta, cuando escribía las palabras conforme a la nueva ortografía mi corrector de texto me la indicaba como incorrecta, no me quiero imaginar con la amalgama y cantidad de versiones instalados en los miles de PC’s, habrá que tener mucha cautela, si a esto le sumamos la anarquía actual hacia la ortografía, maltratada mediante e-mails y SMS, no sé yo donde va a quedar eso de “Limpia, fija y da esplendor”. Por mi parte presiento que en más de una ocasión infringiré las nuevas normas o bien de manera inconsciente o por un mal dominio del espacio de ambigüedad permisivo.

domingo, 23 de octubre de 2011

UN COMPRIMIDO DE "Egoless500" ANTES DE CADA COMIDA

Una rana se preguntaba cómo podría alejarse un poco del clima frío del invierno de su tierra. Unos gansos le sugirieron que emigrara con ellos hacia el sur. El principal problema era que la rana no sabía volar. “Dejadme que piense un momento, dijo la rana, tengo un cerebro privilegiado”.  Pronto tuvo una idea. Pidió a dos gansos que le ayudaran a buscar una caña lo suficientemente ligera y fuerte. Les explicó que cada uno tenía que sostener la caña por un extremo, y que ella iría en medio, fuertemente agarrada a la caña por la boca.

Cuando llegó el momento, los gansos y la rana comenzaron su travesía. Todo iba según lo previsto cuando, al poco rato, pasaron por encima de una pequeña población. Los habitantes de aquel lugar salieron para ver el inusitado espectáculo. Alguien preguntó: “¿A quién se le ocurrió tan brillante idea?”. Esto hizo que la rana se sintiera muy orgullosa, y fue tal su sensación de importancia, que no pudo evitar que se le escapara la inmediata respuesta: “¡A mí!”. Su vanidad fue su ruina, porque en el momento en que abrió la boca, se soltó de la caña y cayó al vacío desde una considerable altura.

Un exceso de “Ego” proporciona unas buenas dosis de vanidad, egocentrismo y prepotencia, pero… ¿Cuáles son las consecuencias?

¿Qué queremos decir cuando sentenciamos que alguien tiene el “Ego” subido?, sencillamente que tiene una idea de sí mismo por encima de la realidad; supone una forma distorsionada de vivir; Es una expresión que refleja poseer una vanidad exacerbada. Estamos en una cultura en la que a la mayoría de las personas no les interesa “lo que es”, sino “cómo se ven”. Les interesa la imagen más que la objetividad. Y así, el hombre de la sociedad actual se lanza a participar en esa carrera de las apariencias, en el típico afán de “quién engaña a quién”, de cómo lograr mejor impresión. Jugamos a las etiquetas, a los estatus sociales y exhibiciones económicas para competir por la imagen social, un combate en el que a los seres humanos no les interesa ser, sino parecer.

El egocéntrico cree que sus opiniones e intereses son más importantes que las de los demás y cree que todos buscan o deben buscar lo que él busca. Jean Piaget sostuvo que los niños pequeños son egocéntricos. Esto de ninguna manera significa que sean egoístas, sino que no tienen todavía la suficiente habilidad mental para entender a otras personas que puedan tener diferentes opiniones y creencias con respecto a la de ellos. Habilidad, que por otra parte, se supone han debido desarrollar al llegar a su edad adulta.

Cuando esa habilidad no se desarrolla, se acaba en la prepotencia, dando paso a personas aparentemente muy seguras pero que en realidad suelen ser inseguras y nada sinceras, eso sí, se creen superiores respecto a los demás y tienen facilidad para darle la vuelta a las situaciones para tener siempre razón y que el resto del mundo vea que son mejores que los demás. Este tipo de persona no sabe aceptar un “no” por respuesta, aunque parezca que la puede asimilar; realmente casi nunca la acepta, ni tampoco que el resto de la gente no piense como ella.

Nuestra vida se rige por muchos valores, uno de ellos es el poder de decisión para elegir nuestras preferencias, pero para estas personas este poder de decisión no existe, sólo existen sus propias decisiones e ideales y quieren que el resto de la gente sea igual.

Para mí, si todos pensáramos igual e hiciéramos lo mismo seríamos clones y considero que una gran cualidad de esta vida es poder ser uno mismo, aunque eso signifique opinar y ser diferente de los demás, por supuesto con respeto hacia el resto, sin discriminar ni criticar la opinión de otros porque no piensen ni crean lo mismo.

En coaching manejamos un concepto que denominamos “Egoless” que es precisamente lo contrario a todo lo anterior y que se sustenta en aspectos como la humildad, naturalidad, sencillez y franqueza. Lo ideal es que pudiese adquirirse en las farmacias y tomar “una pastillita de Egoless500” antes de cada comida, seguro que el mundo sería distinto.

viernes, 21 de octubre de 2011

MINDFULNESS NO ES LO QUE YO PENSABA

En mi última entrada “¿EMOCIONES QUE ENGORDAN?” me comprometí a dedicar una entrada nueva al Mindfulness; pues fiel a mi compromiso ahora lo hago aunque solo sea para desdecirme; al buscar información respecto a lo que yo creía era una interesante herramienta de superación, me he encontrado con algo más profundo y espiritual, que trasciende lo corporal y sobre lo que no me considero apto para tratar.

Según Miguel Ángel Vallejo: “El término mindfulness no tiene una traducción exacta al español. Puede definirse como atención y conciencia plena, como presencia atenta y reflexiva a lo que sucede en el momento actual. Pretende que la persona se centre en el momento presente de un modo activo, procurando no interferir ni valorar lo que se siente o se percibe en cada momento”.

En esencia, el mindfulness es considerado como un fin en sí mismo, supondría una forma de vivir, practicando en nuestras actividades habituales el ser conscientes de lo que estamos haciendo: En estos momentos estoy siendo yo mismo, siguiendo mi respiración, consciente de mi presencia, pensamiento y acciones. Consiguiendo de esta manera un estado de “plena atención” que impide que nuestra mente divague, de un lado a otro, dejándose llevar por la multitud de pensamientos que la asaltan constantemente.

Para poder ser consciente del momento presente, de la propia experiencia y sentir un estado de calma no reactiva, es preciso dedicarle tiempo, energía, determinación, firmeza y disciplina. Al practicarlo se aprende a centrar nuestra atención donde queramos, evitando que sensaciones, preocupaciones, pensamientos, etc., nos aparten del presente. Cualquiera que haya practicado algún tipo de meditación conoce esas sensaciones y lo que le costó llegar a sentirlas, llegar a centrarse solo en el presente.

Yo, desde luego no lo he conseguido, al menos aún, incluso habiendo participado en un magnífico taller de meditación, donde vi a otros lograrlo, de mi gran amigo Alfredo Rey, de quién vengo recomendando su Blog, “Historias del Nómada”.

martes, 18 de octubre de 2011

¿EMOCIONES QUE ENGORDAN?

No hay ninguna duda de que toda persona va acumulando recuerdos emocionales desde el momento en que está vivo y lógicamente aquello que se va aprendiendo y que condicionará respuestas futuras va a estar en función del entorno en que todo ello tenga lugar; no es lo mismo un ambiente de escasez que un ambiente de abundancia; ni es lo mismo un ambiente de paz familiar que un ambiente familiar conflictivo; ni generará los mismos aprendizajes un ambiente urbano que uno rural.

En alguna ocasión leí algo sobre que existían personas que estaban a gusto con la denominada “vida de aldea”: Nacían, vivían y morían sin modificar sustancialmente los procesos aprendidos y las respuestas emocionales automáticas. Sin embargo, hoy esto es muy poco posible con una realidad en la que predomina la incertidumbre, la inseguridad e incluso el miedo al futuro. Lo que ayer funcionaba, hoy es obsoleto. Esta realidad actual hace que no siempre sepamos gestionar adecuadamente nuestras emociones y las emociones mal gestionadas se quedan dentro de nosotros y por tanto, nos engordan.

Estas emociones mal gestionadas nos empujan a ocultarlas, por miedo a vernos a nosotros mismos y asumir que algo está fallando en nuestro interior. Tristeza, soledad, ansiedad, envidia, remordimiento, ira, estrés, etc, pueden provocar que algo tan inmaterial como una creencia llegue a tener consecuencias físicas, pues nos pueden empujar a comer.

Normalmente buscamos mitigar esas emociones y uno de los recursos que mejor hemos aprendido para hacerlo es mediante la comida. Se trata de hábitos que generalmente provienen de la propia infancia: ¿Cuántas veces nos han dado una “chuche” para premiar nuestra actitud? Así, hemos aprendido a relacionar ciertas comidas como sentimientos de reconocimiento. También hemos jugado a comerse todo el plato en un “a ver” quién gana, estimulando cierta ansia en relación a la comida, nada beneficiosa para nuestro hábitos alimenticios. Pude ser interesante detectar esas frases que nos decían de pequeños, los mensajes que hemos recibido sobre nuestro cuerpo a lo largo de nuestra vida. Precisamente nuestras emociones debieran ayudarnos a detectar esas creencias a cerca de lo que es bueno y es malo.

Sin lugar a dudas, algunas creencias las hemos ido “amasando” a lo largo de los años y tienen que ver con nuestras capacidades, desde mi punto de vista trabajar con este tipo de creencias, para que no te engorden, requiere trabajar con las dificultades asociadas como la baja autoestima, la falta de asertividad, el resentimiento, etc.

Sin embargo, el otro día leía algo respecto a este tema, que me permitió, descubrir una palabra nueva, y su concepto, el texto decía: “El ritmo de vida que llevamos nos impide comer de una manera consciente, es decir, comemos sin darnos cuenta realmente de cómo lo hacemos. Ralentizar nuestras comidas, centrarnos en el hecho de alimentarnos sin hacer nada más, es un paso importante para reducir nuestra ingesta y comer con mayor orden y mesura. En este sentido, una de las técnicas más utilizadas para conseguir una alimentación más consciente, es el mindfulness”.

Estoy seguro que todos habéis identificado “mindfulness” como la palabra descubierta y desconocida para mí hasta entonces, y así es, pero no me voy a extender ahora en esta técnica, sobre la que prometo una próxima entrada, aunque adelanto, para quién como en mi caso suponga un término desconocido, que viene a ser algo así como hacer las cosas solo cuando se es plenamente consciente de que se están haciendo.

jueves, 13 de octubre de 2011

¿ESCUCHAS A QUIÉN TE DICE QUE HAS DE SER MEJOR?

No llegamos al mundo rotos, no llegamos al mundo con defectos de fábrica, llegamos como somos, con lo bueno y con lo malo, pero lo bueno y lo malo no son aspectos absolutos, son opinables y dependen de las creencias y valores de cada uno, aunque debiéramos admitir que somos bastante más severos al juzgar las conductas de los demás que las propias.

Es cierto que las personas al nacer somos susceptibles de heredar ciertas conductas automáticas, heredadas genéticamente de los padres, aunque tal vez no tanto, por ejemplo, puedes resultar hermético, expresivo o violento, la gran pregunta sería: ¿Es una carga genética, o es la observación primaria del comportamiento de tus progenitores?

Hay incluso quién cree que hay un condicionamiento astral, tu fecha de nacimiento se rige por un Signo marcado por la correspondiente Constelación astrológica, más el correspondiente ascendente (Para complicarlo un poco más), incluso algunos afirman que esta herencia astrológica te transmite recuerdos de otras vidas; ya supongo que habréis notado que mi forma de pensar no está próxima a estas tesis.

Pero hayas nacido donde hayas nacido, con la carga genética que te haya correspondido, o bajo el signo del Zodiaco que te corresponda, en alguna ocasión de tu vida, probablemente cuando tu juventud te impedía percibir el vacío del mensaje, habrás escuchado esa famosa sentencia “de los mayores”: ¡Tienes que ser mejor!

Lamentablemente tengo que excluir de estas afirmaciones al colectivo de psicópatas y esquizofrénicos, pero la gran mayoría cabemos dentro de la etiqueta de normales (no sé si justa o injustamente) pero es a ese colectivo de teóricos normales al que pretenden hacernos mejor:

Los anuncios y revistas recomiendan como vestir y perfumarse a una mujer para resultar más atractiva.

A los hombres les recomiendan, coches, ropa y perfumes para ser más seductores.

Y a los jóvenes como ser mejor aceptados o más “cool”.

Pero ni estamos rotos ni venimos mal de fábrica, el único problema es que no siempre nos damos como realmente somos, nos ciegan nuestra propias creencias limitantes y enterramos nuestra propia grandeza. Claro que se puede aprender a hacer más cosas y hacerlas mejor, y es deseable hacerlo, pero será auténtico siempre que se haga desde la verdadera identidad, desde lo que cada uno es.

Desde el coaching entendemos que cada personas es un ser completo y capaz de lograr todo aquello que sea coherente con su existencia, su potencial y sus deseos, que cuenta con todos los recursos para poder gestionar su vida, aunque no es menos cierto que se encuentra limitada por ciertas creencias, interpretaciones, experiencias, aprendizajes, hábitos y costumbres, que sin duda han contribuido a su crecimiento, pero que también lo ha limitado, dibujando un campo de acción que cercena su desarrollo potencial. Por eso el coach nunca juzga, ni aconseja, ni presupone, solo ayuda a que todas sus respuestas salgan a la luz para su plena comprensión y asimilación.

Chérie Carter-Scott dijo: “La vida no tiene límites, lo importante es que creas que puedes hacerlo y te concedas la oportunidad de lograr tus metas”.

En mi opinión no hay que plantearse ser mejor, lo que no nos impide tener como objetivo hacer más y mejores cosas, el objetivo debe ser ese, hacer más y mejor las cosas.

¡SOY YO, NO HE CAMBIADO PERO HAGO LAS COSAS MEJOR!

sábado, 8 de octubre de 2011

MIS QUIMERAS. "La reprimenda de mi radio"

Radio (R): Pichs, Pichs ¡Oye!...

Yo (Y): ¿Sí, quién me llama?

R: Soy yo, tu receptor de radio.

Y: ¿Pero cómo puedo oírte?, no te he conectado.
R: ¡Ya!, disculpa, ha sido una iniciativa mía, quería decirte algo.
Y: Bien, ¿Y de que se trata viejo cacharro?
R: Eh, eh, que no soy viejo, ni siquiera antiguo aunque lo parezca.
Y: No te enfades, era simplemente un entrañable saludo en concordancia con tu aspecto.
R: Es verdad que soy una magnífica réplica de una auténtica Daklin 9989, lo que me da ese aspecto retro, pero soy una radio moderna, incluso estoy provista de reproductor de CD, aunque a primera vista no se pueda ni sospechar.
Y: Es cierto que tienes un aire retro, de hecho en más de una ocasión he recibido elogios por tenerte, aunque siempre revelo que en el fondo eres solamente una imitación, eso sí, una gran imitación de una valiosa posesión, como aparentas y la gente admira.
R: Bueno, dejemos de hablar de lo que soy y de lo que parezco, pues me estoy convirtiendo en la protagonista de una conversación que deseo gire en torno a ti.
Y: ¡Vale, vale!, pues tu me dirás.
R: Lo cierto es que más que decirte, lo que deseo es hacerte un reproche: Cuando te levantas enciendes la “tele”, cuando llegas a casa enciendes la “tele” y rara vez soy yo la elegida, es como si nunca te acordaras de mí.
Y: ¡Tocado!, admito que puede haber una buena dosis de hábito en mi comportamiento y por ello actúe de forma inconsciente y automática, pero tú tienes que admitir que la “tele” me proporciona imágenes que puedo visualizar de forma cómoda y directa, y ese no es tu caso.
R: En eso te equivocas, las distintas cadenas de televisión te hacen llegar imágenes “enlatadas” anulando tu participación y limitándote a procesar solo aquellas que te proporcionan.
Sin embargo, las diferentes emisoras de radio estamos diseñadas para dirigirnos a tu campo emocional, a despertar tu imaginación y ayudarte a crear tus propias imágenes. Y así ha sido desde finales del s. XIX.
Y: La verdad es que suena bien, pero… ¿En qué apoyas esas afirmaciones?
R: Mira, te voy a dar una prueba, y dada tu edad seguro que no te va a resultar una experiencia ajena; durante una buena época del siglo pasado las madres se reunían con vosotros, sus hijos, a media tarde, para escuchar los cuentos radiados. ¿Cómo veíais los niños lo pequeño que era Pulgarcito, o las harapientas ropas que vestía Cenicienta? ¿Cómo veíais los niños lo guapo y valiente que era el príncipe, o lo vieja y arrugada que era la malvada madrastra?...
Y: Supongo que con imaginación.
R: Por supuesto, pero una imaginación estimulada por nuestras formas de hacer; nuestras imágenes están en lo que decimos y cómo lo decimos, pero el toque final lo has de poner tú.
Y además no te engañes, muchas veces la “tele” es como una radio “pobre” para ti, pues no está preparada para no ser mirada y tú la pones pero no le prestas atención, suena y suena mientras tú haces otras cosas; claro que es peor aún si no las haces por no perderte las “enlatadas” imágenes.
Y: ¡Vale! Creo que tu reprimenda me ha convencido y aunque confieso que no tengo intención de prescindir de la “tele”, te prometo una consideración diferente. Desde ahora, tengo “tele” y “radio”.
R: ¡No te arrepentirás!

miércoles, 5 de octubre de 2011

MACHISMO AUNQUE NOS MOLESTE

Como estudioso del lenguaje y creyente de que éste crea realidad, herencia sin duda de la certificación en Coaching Ontológico que cursé, vuelvo a la carga tras los refranes, los mensajes cortos cortados y el uso del cuerpo en expresiones corrientes.

Creo poder afirmar que no soy nada sospechoso de ser machista, al menos así lo considero yo, sin embargo, sospecho que hemos forjado cierto “machismo” en el uso cotidiano de nuestro lenguaje, y, hoy en día, utilizamos determinadas palabras y expresiones a las que les concedemos un significado, vulgarizado, completamente distinto al que oficialmente les confiere la Real Academia Española (RAE) en su diccionario. Veamos algunos ejemplos de lo que digo:
Zorro: Héroe justiciero / Zorra: Puta

Perro: Mejor amigo del hombre / Perra: Puta

Aventurero: Osado, valiente, arriesgado / Aventurera: Puta
Ambicioso: Visionario, Enérgico, con metas / Ambiciosa: Puta

Cualquier: Fulano, Mengano, Zutano / Cualquiera: Puta
Regalado: Participio del verbo regalar / Regalada: Puta

Callejero: De la calle, urbano / Callejera: Puta
Hombrezuelo: Hombrecillo, mínimo, pequeño / Mujerzuela: Puta

Hombre público: Personaje prominente. Funcionario público / Mujer pública: Puta
Hombre de la vida: Hombre de gran experiencia / Mujer de la vida: Puta

Cortesano: hombre perteneciente a la corte / Cortesana: Puta
Y hay más...

DIOS: Creador del universo y cuya divinidad se transmitió a su Hijo varón por línea paterna / DIOSA: Ser mitológico de culturas supersticiosas, obsoletas y  olvidadas.
PATRIMONIO: Conjunto de bienes / MATRIMONIO: Conjunto de males.

HEROE: Ídolo / HEROINA: Droga.
ATREVIDO: Osado, valiente / ATREVIDA: Insolente, mal educada.

SUEGRO: Padre político / SUEGRA: Bruja, metiche, etc.
DON JUAN: Hombre seductor / DOÑA JUANA: La mujer de la limpieza.

No sé qué os parecerá a vosotros, pero mi opinión es que tras ese “machismo” lingüístico, que hemos modelado, mediante la vulgarización de nuestra forma de hablar, se esconde una poco alentadora realidad: “Aún nos queda mucho camino por recorrer para presumir de no ser machistas”.
Lo cierto es que este tema me parece de tan elevada trascendencia que he preferido tratarlo en clave de humor, sin pretender con ello banalizarlo; lo que sí me parece banal son esas pretendidas medidas de corrección como “La Ley de Igualdad” (o como se llame) tratando de imponer cuotas igualitarias de hombres y mujeres, en puestos y funciones que lo que requieren no es ser de un determinado sexo, sino poseer determinadas actitudes y aptitudes. O la manía de explicitar ambos sexos al hablar a un colectivo mixto, aún recuerdo con terror la expresión de una Ministra española al decir “miembros y miembras”, primero “miembras” no existe y segundo las reglas de la RAE establecen que el plural masculino incluye al femenino, total en tres palabras dos graves errores, no quiero pensar que en vez de decirlo lo hubiese escrito, en ese caso podría haber cometido hasta tres errores si llega a escribir “miembros i miembras”.

Mientras no entendamos y admitamos que el único camino para resolverlo reside en la educación que proporcionemos, desde niños, a nuestras futuras generaciones, no progresaremos en el destierro del “machismo”

domingo, 2 de octubre de 2011

ESCUCHANDO EL SILENCIO

Ernest Hermingway dijo: “Se necesitan dos años para aprender  a hablar y sesenta para aprender a callar”.

Y en el libro “Ni lobo ni perro. Por senderos olvidados con un anciano indio”, de Kent Nerburn (anciano indio Lakota), se puede leer:

“…Nosotros los indios sabemos del silencio. No le tenemos miedo. De hecho, para nosotros es más poderoso que las palabras. Nuestros ancianos fueron educados en las maneras del silencio, y ellos nos transmitieron ese conocimiento a nosotros. Observa, escucha, y luego actúa, nos decían. Esa es la manera de vivir.
Observa a los animales para ver como cuidan a sus crías. Observa  a los ancianos para ver cómo se comportan. Observa al hombre blanco para ver qué quiere. Siempre observa primero, con corazón y mente quietos, y entonces aprenderás. Cuando hayas observado lo suficiente, entonces podrás actuar.

Con ustedes es lo contrario. Ustedes aprenden hablando. Premian a los niños que más hablan en la escuela. En sus fiestas todos tratan de hablar. En el trabajo siempre están teniendo reuniones en las que todos interrumpen a todos, y todos hablan cinco, diez o cien veces. Y le llaman “resolver un problema”. Cuando están en una habitación y hay silencio, se ponen nerviosos. Tienen que llenar el espacio con sonidos. Así que hablan impulsivamente, incluso antes de saber lo que van a decir.
A la gente blanca le gusta discutir. Ni siquiera permiten que el otro termine una frase. Siempre interrumpen. Para los indios esto es muy irrespetuoso e incluso muy estúpido. Si tú comienzas a hablar, yo no voy a interrumpirte. Te escucharé. Quizás deje de escucharte si no me gusta lo que estás diciendo. Pero no voy a interrumpirte. Cuando termines, tomaré mi decisión sobre lo que dijiste, pero no te diré si no estoy de acuerdo, a menos que sea importante. De lo contrario, simplemente me quedaré callado y me alejaré. Me has dicho lo que necesito saber. No hay nada más que decir. Pero eso no es suficiente para la mayoría de la gente blanca.

La gente debería pensar en sus palabras como si fuesen semillas. Deberían plantarlas, y luego permitirles crecer en silencio. Nuestros ancianos nos enseñaron que la tierra siempre nos está hablando, pero que debemos guardar silencio para escucharla. Existen muchas voces además de las nuestras. Muchas voces…”
En 1968 se formó la banda Redbone, obteniendo varios éxitos en los años 70. Redbone en idioma Cajun significa “mezcla de razas” y sus miembros tenían ancestros indios.

Entre otros triunfos se les recuerda por “We were all wounded at Wounded Knee” (Todos fuimos heridos en Wounded Knee), que resultó ser muy bailada en las “Discos” de la época. La canción alude a la matanza del pueblo Lakota Sioux a manos del 7º de caballería en 1890. La canción alcanzó un gran éxito en Europa, pero en Estados Unidos inicialmente fue prohibida y aunque finalmente se editó fueron pocas las emisoras de radio que la difundieron.
Virtudes y poder del silencio, pero EL SILENCIO NO ES BUENO cuando te impiden hablar con libertad. Cuando te inhibe del compromiso. Cuando se silencia la verdad. Cuando se calla por miedo. Cuando se rehúye el diálogo en pacífica confrontación. Cuando uno se refugia en sí mismo sin importarle la angustia del otro o cuando expresa una situación de enfado. En esos caso NO ES SILENCIO, ES INCOMUNICACIÓN.